Anillas de plástico

Seis meses. Un gran clásico de todos los fin de semana. Las anillas que sirven como soporte de transporte a las latas de bebida. Pueden tardar hasta seis meses en degradarse. Se enganchan en las aletas de los animales y pueden provocar cortes. Los peces se pueden colar por las anillas y provocar malformaciones.

Botella de plástico

450 años. Prácticamente imperecedero. Una botella de plástico vertida al mar sobrevive varias generaciones. Se estima que puede tardar unos 450 años en degradarse. Por el camino, va soltando microparticulas. Tirar una botella de plástico al mar tiene graves consecuencias.

Colillas de tabaco

Hasta 5 años. Cigarro acabado, cigarro enterrado. Un gesto que se repite cada fin de semana. La arena se convierte en un cenicero gigante y, desde la orilla, las colillas acaban flotando en el agua. Las esponjitas del filtro tardan entre uno y cinco años en degradarse. Una fuente de alimentación tóxica para la fauna.

Pañales

450 años. Al mismo nivel que las botellas de plástico. Un gesto tan desagradable que pudiera parecer extinguido, pero todavía hay quien vierte los pañales al mar. O llegan a través de la basura. La descomposición, de 450 años, hace que sea otro elemento que sólo puede eternizarse en el mar.

Lata de refresco

200 años. Es uno de los productos más utilizados cada fin de semana en la playa. Si acaba en el mar, el aluminio tarda unos 200 años en descomponerse. Los animales pueden sufrir cortes y, una vez ingeridas, equivalen a la muerte casi segura. Su sitio son las papeleras, no el mar.

Tetra brik

Tres meses. Embalaje predilecto para batidos o zumos de fruta. Con pajita, representan la combinación entre cartón y plástico. Otros tapones, que al final acaban flotando en el agua. Las consecuencias, como en el caso de la tortuga de Mijas, pueden ser fatídicas para los animales.