«Sigo creando, no puedo vivir de otra forma», confiesa Aurelio Fernández Gómez. Aunque ya no realiza esculturas, explica que sigue «pintando y modelando» y cuando echa la vista atrás, llega a la conclusión de que el suyo no ha sido un trabajo sino «una forma de satisfacción».

Hasta el próximo lunes expone una decena de esculturas y pinturas en la Sala de Exposiciones Manuel Barbadillo, como miembro de Aplama, la veterana Asociación de Artistas Plásticos de Málaga.

Criado en El Borge, nació en la capital porque allí estaba el hospital más cercano y de pequeño ya sintió el gusanillo artístico: «De chico dibujaba en casa sobre todo a lápiz y carboncillo y ya de mayor cogí el óleo», explica. Sus padres, por cierto, le preguntaban que por qué le gustaba tanto dibujar y modelar. Fue esa querencia por el arte la que le animó, tras la mili, a estudiar en la Escuela de Artes y Oficios. Allí descubrió que los años que había pasado modelando dieron su fruto porque en un año hizo tres cursos. «Cuando se tiene una afición tan grande no se puede remediar», explica.

Y la escultura prevaleció frente a la pintura. Aurelio Fernández, que desde mediados de los 70 tenía un estudio en la Cruz del Humilladero, empezó su trayectoria artística realizando, durante cerca de dos décadas, esculturas artísticas para anticuarios de Sevilla, Valencia, Murcia y toda Andalucía. «Para mí era lo más fácil que había porque modelaba muchas piezas clásicas, era muy fácil vender a anticuarios», resalta. De algunos de ellos sí le constaba que indicaban que se trataba de piezas modernas.

También tuvo de cliente la empresa nacional de artesanía Artespaña, para la que realizó en una ocasión un voluminoso encargo: 5.400 unidades de figuras de barro para nacimientos navideños. «Estuve varios meses con gente trabajando», detalla.

Otra particularidad del artista es que cuenta con su propia fundición, en El Borge, algo que tienen muy pocos escultores. «No mando fundir a nadie, eso no me interesa. Me gusta hacer todo el proceso. Es muy bonito poder empezar en barro y terminar en bronce», resume.

También cuenta con numerosa obra pública, piezas en ocasiones de 2.000 kilos de peso que han salido de su fundición.

Aurelio Fernández tiene entre otras obras tres esculturas en El Borge (un busto de bandolero y sendos monumentos al vendimiador, de 3,20 metros de altura y a la memoria histórica) y un monumento al nispirero en Sayalonga. También realizó para Almáchar un monumento a los emigrantes que dejaron el pueblo, escrito en castellano, vasco y catalán. Además, es el autor de una escultura para la Fiesta de la Pasa en El Borge que han recibido, entre otros, los periodistas Paco Lobatón y Matías Prats.

En la exposición también pueden verse diez de sus lienzos, reflejo de que siempre está buscando «distintas formas de pintar».

La obra de Aurelio Fernández refleja la satisfacción de alguien que ha podido esculpir su propio sueño: convertirse en artista y disfrutar de su trabajo.