La Fiscalía malagueña ha solicitado en sus conclusiones finales veinte años de prisión para el hombre acusado de dejar morir ahogado en una balsa de los Montes de Málaga al hijo de 3 años de su pareja, en febrero del 2015.

El juicio quedó visto ayer para veredicto y la defensa alegó que su cliente huyo de la zona y no socorrió al menor «impulsado por un miedo insuperable», por lo que pide dos años y seis meses por un delito de homicidio imprudente en concurso ideal con otro de omisión del deber del socorro.

Por su parte, las acusaciones particulares dijeron que fue un crimen «cruel y despiadado» y uno de los abogados recordó el caso de José Bretón «en el que se acabó con la vida de los niños para hacer daño a la madre».

El fiscal, durante su alegato, lamentó que el acusado no extendiera la mano para ayudarlo y destacó «las numerosas mentiras» que ha dicho desde la instrucción del procedimiento, «es un mentiroso compulsivo», insistió el ministerio público. Al tiempo que subrayó que la muerte del niño no fue un accidente ya que cometió el delito sin testigo, «porque lo tenía todo planeado y posteriormente lo ejecutó», extremo donde discrepa la defensa, al entender que no existió un plan previo o propósito criminal.

Recordó lo declarado ayer por la mañana por los forenses, que describieron al supuesto agresor como «mentiroso, muy fabulador y celoso, con baja autoestima, infantil, inmaduro y con un déficit mental que no le afecta a la imputabilidad ya que distingue perfectamente el bien y el mal».

Respecto a los celos, los médicos han constatado que en todas sus relaciones sentimentales los ha sufrido siempre y destacaron que «aunque con el niño tenía una relación excelente», el acusado «da más prioridad al tema sentimental que a lo que pueda sentir por el niño». Uno de los forenses llegó a advertir de que de manera general «un discapacitado que está mas cerca de la normalidad puede llegar a ser más peligroso», sobre todo si tiene conciencia de sus limitaciones. Por todo ello, el fiscal cree que el acusado «resolvió deshacerse del menor, bien sea por celos, por resentimiento por el trato que la madre le dispensaba o bien por entender que era un estorbo en su relación con la madre».

Para ejecutar el crimen, el fiscal indicó que el presunto asesino el 9 de febrero del 2015 se dirigió en su coche a recogerlo del colegio solo, pese a que su madre quiso acompañarles, pero el encausado le dijo que se quedara en casa.

En lugar de regresar al domicilio de la madre, se desplazó al mirador Vázquez Sell de los Montes de Málaga, un paraje «recóndito y muy raramente transitado», donde hay una balsa de recogida de agua contra incendios. Después de aparcar el coche y caminar por una zona de gran desnivel, ambos llegaron a la balsa, que estaba circundada por una verja metálica, aunque utilizaron una rotura en un lateral para acceder. Una vez dentro, el acusado, «sabedor de que el menor no sabía nadar, lo arrojó sin miramientos al interior de la balsa, dejando que se ahogara sin ofrecerle el menor auxilio, ayuda que en todo momento pudo prestar, pues el acusado era capaz de flotar en el agua», añade el fiscal en sus conclusiones finales.

El acusado, que está en prisión desde que ocurrieron los hechos, no quiso ayer hacer uso de su derecho de última palabra y hoy está previsto que se le entregue a los miembros del jurado el objeto del veredicto.