Probablemente Juanma Martínez había oído hablar a Pablo Ráez de la importancia de donar médula ósea. Es posible que observase desde la barrera, en 2016, una campaña estatal sin precedentes en la que un joven de apenas 20 años pedía a la sociedad usando como altavoz las redes sociales, que se hiciese donante. No para él, sino para el resto de personas del mundo que necesitaban un trasplante ante un cáncer hematológico como la leucemia.

Es posible que Juanma, un chico joven y de mirada limpia llena de inocencia, se planteara donar médula cuando oyó a aquel chico marbellí que planteaba el reto de lograr el millón de donantes. Existe la posibilidad, incluso, de que alguna vez levantara el brazo como gesto de fortaleza como hacía Pablo. Pablo Ráez. Un nombre cuyo apellido otorga significado a un nombre común, que en esa conjunción hace una ecuación perfecta llena de vida, coraje y valentía.

Pero hay más Pablos. Uno de ellos se llama Juanma. Puede que su altruismo sea una forma de encarar un mal diagnóstico o puede que sea una manera de sonreír a la vida, de agradecerle el pasado y de brindarle al futuro. El caso es que en un breve espacio de tiempo, separados por apenas 60 kilómetros, dos jóvenes se han visto sorprendidos por la misma enfermedad y han sabido enfrentarla con la misma entereza.

La mejor muestra de su lección de vida se viste de solidaridad. Pablo no consiguió la cura, pero logró, seguro, la de muchos otros. Y ahora, Juanma Martínez, quiere continuar su legado. Es probable que verse envuelto en una vorágine médica de la noche a la mañana le haya hecho ver las cosas de otro modo. Por eso, casi sin quererlo, y aún reponiéndose de las largas sesiones de quimioterapia, sus excompañeros de instituto, de la Universidad Laboral, organizaron el lunes una jornada de donación con la que aumentar la cifra de donantes de médula. Una bonita causa que logró más de un centenar de donantes y que se vio desbordada ante el enorme número de alumnos, profesores y padres que allí se reunieron.

Juanma confesaba ante los micrófonos su sorpresa, y casi vergüenza, por haber logrado con su nombre que el registro de donantes de médula ósea creciese. Su timidez, propia de sus 18 años, demostraba este jueves en el despacho del rector de la Universidad de Málaga, José Ángel Narváez, que la juventud no está reñida con la generosidad. Necesita el trasplante para el próximo mes de agosto y es consciente de que su llamamiento a donar hará que quienes se inscriban gracias a su exposición pública no lleguen a tiempo para donarle a él. De ahí su grandeza.

El tipo de leucemia que padece Juanma es aguda, de ahí la necesidad de tomarle el pulso al tiempo. Fue diagnosticado el 23 de marzo y desde entonces ha demostrado una fortaleza asombrosa, símbolo de que la lucha que ha comenzado sólo va a tener un vencedor: él.

La Universidad de Málaga anunció en una rueda de prensa que se sumará a la campaña de donación de médula ósea iniciada por Juanma Martínez. El rector informó, de este modo, de que harán periódicas las campañas al igual que se hacen las de donación de sangre. Narváez se mostró orgulloso por contar con un alumno con unos valores como los de Juanma que, consciente de su papel, aseguraba humilde: «Yo no soy especial, hay mucha gente como yo».

Cuestionado sobre si se considera el «heredero» de la gesta de Pablo Ráez, Martínez aplaudió su campaña, con la que en menos de un año consiguió aumentar las cifras del registro de médula en todo el país. «Y si puedo conseguir aunque sea un cuarto o la mitad de lo que hizo él me daré por satisfecho», confesó el joven.

Juanma Martínez está a punto de recibir el tercer ciclo de quimioterapia, que comenzará el lunes 26, y con el que espera quedar preparado para el mes de agosto, cuando los médicos confían en que se encuentre donante.

El joven ha hecho un llamamiento a los malagueños para que acudan a hacerse donantes. «No es tan complicado, se dona sangre y se analiza y si se encuentra a alguien se puede hacer con una máquina o con un pinchazo en la cadera. No hay ningún riesgo, es algo que puede salvar vidas y que muchas personas necesitan y no cuesta tanto hacer», agregó.

Los padres de Juanma Martínez, profesores, y su hermana, estudiante de 4º de ESO, solo son compatibles al 50% con él, motivo por el que esperan encontrar a un «hermano gemelo» en algún lugar del mundo que le permita retomar su vida y su carrera de Estudios Ingleses en la Universidad de Málaga, donde no le ha quedado más remedio que cancelar la matrícula. Aunque esta es solo una pausa en su largo camino.