­Si hay alguien en Málaga con barra libre en el plazo de preinscripción de la UMA es ella. Marina Estrada, alumna de 18 años de La Presentación, puede aspirar a todo porque parte con el aval de haber obtenido la mejor nota de Selectividad en toda la provincia. Un 13,9 sobre 14 la consagra como la alumna que ha realizado en este 2017 el examen perfecto. Admite desde la felicidad de Florencia, que es donde se enteró de la noticia, que las sensaciones siempre fueron buenas, pero que no se esperaba una superlativa como la que le transmitió su madre en la mañana de este jueves. Bajo la mirada atenta del Duomo de Florencia, las insistentes llamadas desde Málaga se convirtieron pronto en auténticas embestidas de la felicidad. «Ha sido una sorpresa enorme. No me lo esperaba para nada. Había estudiado mucho pero de ahí a sacar la mejor nota de Selectividad...», intentó describir en conversión con este periódico cuáles eran sus sensaciones del momento. Aturdida todavía por el roce de la gloria, lo de María apunta a un futuro marcado por un amplio crisol de idiomas. Tiene claro que quiere estudiar Traducción e Interpretación en la Universidad de Málaga.

Un sueño, confiesa, que lleva madurando en la intimidad desde tercero de la ESO. Bajo los acordes de la fonética foránea, esta joven de 18 años, vecina de El Palo, donde reside con su familia, ya puede presumir de un depurado nivel de inglés, alemán y francés. Sobre todo, confía en los primeros dos, los idiomas de Shakespeare y Göthe, como catalizador para un futuro halagüeño: «Creo que la combinación de inglés y alemán es la perfecta en la Costa del Sol y te puede abrir muchas puertas, sobre todo en el sector del turismo». Después de la penitencia del estudio, aunque para Marina nunca ha sido del todo así, se ha embarcado en un interrail del que está disfrutando junto a dos amigas. Consciente de que deja atrás una etapa de su vida para entrar en la siguiente, quiso hacer un viaje de estos que quedan para siempre en la memoria. Para siempre quedará ese formidable verano después de la Selectividad en el que todos fuimos libres por última vez.

Después de visitar el Duomo de Florencia, con esas formas a lo gótico, también ha confirmado su pasión por la Historia del Arte. De hecho, fue otra de las alternativas. Algo que le gustaría, según detalló, compaginar con sus estudios de Traducción e Interpretación. De manera online, por ejemplo. Tan reconocible en ese 13,9, su fórmula de éxito se ha basado en un estudio continuo a lo largo de todo el año. Es una sabiduría cuasi prehistórica entre el estudiantes, que, eso de dejarlo todo para el final, no suele salir bien. Por ello, María apostó desde el inicio del curso por ir al día: «Al final, llega la Selectividad, tienes que estudiar, pero más que estudio, yo diría que es un repaso».

Estudiar no es igual a clausura

Para los que creen que para sacar un 13,9 es necesario pegarse un año encerrado y bailando entre libros, Marina supone el contraejemplo. En ningún momento, asegura, tuvo que enterrar sus hobbies o renunciar a salir con sus amigas. En ningún momento, Marina estuvo de retirada monacal. Prosiguió con su voluntariado en Debra, una asociación con sede en Málaga que ayuda a las personas que sufren de la enfermedad de la piel de mariposa.

Entre sus hobbies, destaca, también la música y el deporte. De entrada, seguirá viviendo en El Palo ya que ha descartado estudiar en Granada. Con su espíritu viajero y el amor por los idiomas, ya irán saliendo oportunidades, poco a poco, para seguir conociendo mundo. Para ilustrar lo mucho que le ha marcado su colegio, una última confesión de quien se va dejando el listón muy alto: «Voy a echar mucho de menos La Presentación, donde llevo desde que tengo tres años». La foto de Marina debería colgar a partir de hoy en aquellos pasillos como lo hace un tatuaje en la piel.