Málaga ha asistido en las últimas semanas a la llegada de decenas de personas migrantes rescatadas de alta mar: hombres, mujeres y niños sin otra alternativa de vida que alcanzar nuestras costas. Hasta el 15 de junio llegaron al puerto malagueño 749 inmigrantes, más del doble que en el mismo periodo del 2016. Sobrevivieron a la travesía. Otros muchos no lo consiguen. Porque cuando aumenta el número de personas migrantes que se lanzan al mar, crecen las estadísticas de víctimas mortales. Desde 2014 han muerto más de 14.000 personas en el Mediterráneo intentando llegar a Europa, 5.000 en 2016, según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).

La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDH) cifra en casi 300 las personas que murieron o desaparecieron intentando llegar a España por la Frontera Sur. De ellas, sólo pudieron recuperarse 36 cadáveres. El Mediterráneo se ha convertido en una de las rutas más peligrosas del mundo. No podemos permitir que se convierta en una fosa común.Por eso, frente a las políticas migratorias de cierre de fronteras, es necesario el establecimiento de vías seguras y nuestro sistema de acogida debe ser fortalecido.

En el caso de Málaga, no podemos estar de acuerdo con el modo de recepción que se está llevando a cabo. Denunciamos el hecho de que la mayoría de las personas que son rescatadas en el mar es trasladada de inmediato desde el puerto a los calabozos de la comisaría y posteriormente ingresada en Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), incluyendo los y las solicitantes de asilo. Entre los migrantes que llegan figuran menores no acompañados, víctimas de trata y más personas vulnerables necesitadas de protección. Es preciso recordar que no han cometido ningún delito, sólo una infracción administrativa.

Una mejor acogida pasa por mejorar la atención a estas personas migrantes en el puerto. Málaga carece de «espacios y medios adecuados» en el recinto portuario para garantizar sus derechos, según lo ha reconocido el propio Gobierno en una respuesta parlamentaria. A pesar de los años que Andalucía lleva asistiendo a la llegada de pateras los medios existentes para una primera acogida no reúnen unos requisitos mínimos. En el caso de Málaga, la Cruz Roja tiene que armar y desarmar una carpa en el recinto portuario para atender a los rescatados.

Debemos recordar que estas personas arriesgan su vida en una travesía muy dura y que muchos de ellos han abandonado sus hogares en busca de protección internacional. Además de reclamar unos espacios adecuados en el puerto, es exigible la activación del protocolo de atención a víctimas de accidentes múltiples en los casos de naufragios de pateras. El hecho de que la búsqueda de embarcaciones se suspenda durante la noche causa muertes. El 16 de junio los cadáveres de cinco personas subsaharianas fueron rescatados de una patera en las costas de Murcia. Y es que cuando hay alguna tragedia prevalece el color de piel y se trata a las víctimas como «extranjeros».

Málaga fue una de las primeras ciudades declarada ciudad refugio en una moción municipal en 2017, debido al apoyo y empatía de la mayoría de sus habitantes. Debe ejercer como tal. La sociedad malagueña es muy solidaria y por ello sorprende y apena la existencia de una desidia institucional continuada que, de forma interesada, alimenta la alarma social a través, por ejemplo, de los medios de comunicación. Titulares que hablan de «avalanchas» u «oleadas» de pateras y otros términos con connotaciones negativas similares crean preocupación y rechazo en la opinión pública hacia el fenómeno de la inmigración y las personas migrantes.

Un premio a la Europa fortaleza

Nos ha sorprendido esta semana, en la que hemos celebrado el Día Internacional del Refugiado, la concesión del premio Princesa de Asturias de la Concordia a la Unión Europea (UE). No podemos estar de acuerdo con este reconocimiento en tanto que sus políticas están cerrando las vías seguras para que los solicitantes de asilo puedan llegar a nuestras fronteras, cuando está imponiendo rutas mortales a aquellas personas que huyen de las guerras y la pobreza. Han premiado a esa Europa fortaleza que invierte millones en cerrar las fronteras y levantar muros para no mirar hacia los más necesitados.

España se comprometió con la premiada UE a acoger en 2017 a 17.337 refugiados. Dentro de 94 días expira el plazo y sólo han llegado 1.304, algo más del 7 por ciento. Una cifra insignificante. Los días pasan y el Gobierno sigue mirando para otro lado.

*Triguero es presidenta de Málaga Acoge