De la heroína a la cocaína y de una persona de perfil desestructurado al de un trabajador, con familia y vida social. Son las principales diferencias percibidas por los trabajadores de Proyecto Hombre en Málaga en los últimos 30 años, de donde sacan una conclusión clara: el consumo de drogas se ha normalizado y el usuario no lo ve como un problema hasta que pasa una década.

Hoy se ha presentado la Memoria de Resultados de esta entidad benéfica, que el año pasado atendió a más de 11.000 personas, la mayoría de ellos del programa "Entre todos, juego de llaves", con el que prevenir el consumo de sustancias estupefacientes en niños menores de entre 10 y 16 años.

La directora de la entidad en Málaga, Belén Pardo, ha señalado en la rueda de prensa que en las últimas décadas el consumo se ha invisibilizado pues, mientras hace años las personas que se drogaban eran de un perfil muy determinado y fácilmente de identificar, hoy no lo son tanto y pueden ser padres de familia o personas insertadas en la sociedad que a priori no parezcan consumidoras de drogas. "Con el consumo de heroína el deterioro familiar era mayor y la gente no era capaz de compaginar su vida con el abuso de sustancias", apunta.

De hecho, Pardo ha señalado que mientras a finales de los 80 la drogadicción era la segunda preocupación de los españoles, ahora supera el número 20, lo que hace una idea de que ha pasado a un segundo plano."Hay una invisibilidad social, se trata de gente que vive dentro de nuestro entorno laboral y social", ha agregado la directora de Proyecto Hombre en Málaga, que reconoce que cuando el toxicómano acude a la entidad lo hace por voluntad propia tras haber vivido in momento complicado, ya sea en el seno familiar -amenazas de la pareja con dejar la relación- o en el trabajo. "Hay gente que acude porque no puede más, pero otros lo hacen porque hay un quiebro en torno a ellos y quieren evitarlo", ha subrayado.

Dato llamativo es la situación laboral de las personas que acuden a Proyecto Hombre. Si hace años el 80% de estas personas era de situación de desempleo, en la actualidad en dato se ha invertido, con solo un 20% de paro en estos consumidores.

De este modo, ha señalado que el perfil de consumidores es de varones de unos 34 años con familia, estabilidad laboral y consumo dual, normalmente de cocaína y alcohol o alcohol y cannabis. Aunque la edad de inicio en el consumo de la sustancia principal sigue girando en torno a los 15-17 años, sí hay una franja mayor de personas que se inician entre los 12 y los 14 años en estos últimos años. Además, la edad media con la que solicitan ayuda ha pasado de estar en el intervalo de 22-25 años a situarse por encima de los 30. "Esto se correlaciona con el promedio de años e consumo y con la cocaína, que está entre los 7 y media y los ocho años. Con el alcohol, los años de comsumo se disparan entre los 12 y medio y los 13 y medio. Esto nos puede dar lectura de cómo la percepción que se tiene respecto de la droga que se usa, al igual que en el sentimieno de problema respecto a ella, se minimiza, lo que hace que el consumo se prolongue en el tiempo", han señalado en la presentación.

En lo que se refiere a perfil, el consumidor sigue siendo mayoritariamente hombre, copando un 85% de los tratamiendos por adicciones, si bien en el global de atenciones el cómputo de mujeres tratadas es del 30% por atenderse otro tipo de problemáticas, como la afectiva, lo que aumenta la media de féminas atendidas. De hecho, el programa "Estima" que se dedica a problemas de relaciones o afecciones tiene en mujeres un 93% de atenciones de mujeres.

Por sustancias, hace tres décadas un 98% consumía heroína pero hoy la tarta se reparte más: un 42% consume cocaína, pero un 20% es adicto al alcohol y un 16% al cannabis.

Proyecto Hombre atendió en 2016 a 1.200 personas. Para ello necesitó de unos ingresos de 1.155.000 euros, si bien cerró el año con déficit de presupuesto, en concreto con 26.000 euros. El responsable económico de la entidad, Juan Serrano, ha señalado que se ha debido a la caída de donativos de las familias, más castigadas por la crisis, y por el descenso de una subvención de la Diputación de Málaga, que en 2016 se redujo de 50.000 a 14.000 euros.