En casa de los España Badía las sonrisas son a medias. Desde el día que diagnosticaron al pequeño, que entonces tenía sólo unos meses, en esta casa de Miraflores de los Ángeles nunca han terminado de sonreír, viendo su futuro como incierto y lleno de complicaciones.

Hace unos meses que la historia de esta familia salió en La Opinión de Málaga porque su madre, Ana Badía, temía la llegada de mayo: con su cumpleaños número 21 Juan Carlos dejaba de ser susceptible de ser alumno de un centro especial y debía volver al hogar, donde su familia no sabía cómo iba a manejar la situación dada su discapacidad, del 89%. Sin embargo, el viernes 23, cuando lo acababan de recoger del centro Nuestra Señora de la Esperanza de Guadix para dar la bienvenida al verano y a su nueva vida, una llamada les dio la noticia que llevaban meses esperando: la Junta había concertado una plaza para él en San Juan de Dios. «Por fin va a estar bien atendido», contaba ayer su madre, que mostraba su alegría por la noticia aunque se lamentaba por no poder atenderle en casa. Durante meses, esta madre luchadora se ha dirigido a la Delegación de Políticas Sociales con la intención de reclamar una plaza para Juan Carlos, catalogado como gran dependiente, que pesa más de 100 kilos y que cuando sufre algún dolor o frustración tiene crisis de agresividad que paga con los más cercanos, normalmente sus padres. «Él no puede explicarse, por eso cuando tiene algún dolor de cabeza u oído entra en crisis, porque no sabe cómo explicarlo y hasta que lo averiguamos pasa un buen rato», contaba su madre a este periódico en enero. Por eso, tenían la esperanza de que la Junta de Andalucía les concediese una plaza a partir de junio en una residencia, porque la convivencia es «imposible» con él. «Queremos a nuestro hijo, pero no podemos vivir con él», lamentaba entonces su madre, que admitía que había tardado en asumir que no pueden convivir con su hijo a pesar de desearlo, pues rompe objetos y en varias ocasiones les ha agredido.

«Bastante tiene con lo que tiene, está encerrado dentro de su cuerpo, y también aquí, porque no lo podemos sacar a pasear más que en coche», contaba su madre, cuando al Año Nuevo le pedía a 2017 una llamada de teléfono, aquella en la que le informaran de que su hijo puede estar atendido por profesionales y en un lugar adaptado a sus necesidades. Deseo concedido.