Ante los sucesivos y catastróficos años hidráulicos con lluvias insuficientes para mantener los embalses a un nivel, digamos, tranquilizador para asegurar el abastecimiento humano y los regadíos en la provincia de Málaga, cada vez que se encienden las luces rojas o de alerta con el fantasma de posibles restricciones, surgen voces reclamando soluciones urgentes para evitar los males de la sequía.

Me sorprende que estas voces o llamadas angustiosas de los sectores afectados -todos, porque todos dependemos del agua- solo se oigan cuando los niveles de los pantanos están a un nivel inferior al deseado. Si históricamente se producen años de sequía y ahora, quizá por los efectos negativos del cambio climático, esos periodos se suceden con más frecuencia, ¿por qué no se adoptan medidas antes de que nos pille el toro, y perdón por la expresión propia del mundo de la tauromaquia?

El de los pantanos

De vez en cuando, algunos de edad avanzada, se acuerdan de los chistes o mofas relacionadas con el jefe del Estado en el largo periodo comprendido entre 1939 y 1975. Quizás algún lector recuerde aquello de Paco, el de los pantanos, epítome aplicado a Francisco Franco, que durante los años de la dictadura inauguró no sé exactamente cuántos pantanos en España.

Ciñéndome a Málaga, durante ese periodo de tiempo, se construyeron los embalses del Guadalhorce-Guadalteba, La Concepción sobre el río Verde en Istán-Marbella, La Viñuela en la Axarquía, Iznájar (con el vaso en Cuevas de San Marcos) y El Limonero en el término municipal de Málaga. Después… Creo que solo el de Casasola sobre el río Grande.

Las necesidades de una población cada día más numerosa y exigente, un turismo ascendente con millones de pernoctaciones en hoteles y apartamentos de la capital, Costa del Sol, casas rurales, plantaciones de aguacates y mangos, granjas para la cría de ganado vacuno y porcino… y la modernización de los hogares, todos ellos dotados de agua corriente domiciliaria, exigen más agua.

Está claro que los embalses citados son insuficientes para atender la demanda cada día mayor. Hay que poner en práctica un nueva política en un tema tan trascendental como es el agua potable.

La única iniciativa que recuerdo haber leído en esta materia es la necesidad de recrecer la presa de La Concepción, que permitiría aumentar su capacidad en no sé cuántos hectómetros cúbicos. Pues ni eso se ha abordado en estos últimos años. Y es precisamente el embalse que cada año tiene que abrir las compuertas o aliviaderos porque es incapaz de almacenar todo el torrente que le llega en la temporada de lluvias.

De otros posibles embalses, uno de ellos ha sido descartado por la oposición clara y justificada de los pueblos de la vega del Genal, porque afecta a uno de los paisajes más deslumbrantes de la provincia de Málaga donde están ubicadas pequeñas localidades que viven precisamente de lo que les provee la naturaleza. Atajate, Alpandeire, Cartajima, Faraján, Igualeja, Pujerra, Júzcar… Sería un atentado ecológico, según expertos, construir una presa sobre el Genal.

Se contempla -lo he leído en alguna parte- actuar sobre el río Chíllar, en Nerja. No tengo información sobre este proyecto. Desconozco las posibilidades de otros aprovechamientos porque no todos los terrenos son favorables.

Hace muchísimos años -no puedo precisar la fecha- se iniciaron las obras de construcción de una presa sobre el río Fuengirola y hubo que abandonarlas por problemas de asentamiento o pérdidas de agua imposibles de resolver entonces. Eso es lo que me contaron hace casi setenta años.

Quizá con las técnicas y procedimientos de hoy el problema de las filtraciones o pérdidas se pueda solventar. Como hace muchos años que no deambulo por el cauce del río citado no se si quedan restos de la inacaba obra.

Sobre el agua que discurre por los ríos de nuestra provincia tengo una curiosa historia que me relató el que fuera técnico del servicio de abastecimiento de agua de Málaga, don Manuel Gorría, que por cierto tiene una calle con su nombre en la zona de Olletas.

El señor Gorría, al finalizar sus estudios -creo que era Ayudante de Obras Públicas- y entrar a trabajar en la administración, el primer encargo que le hicieron fue el de aforar las aguas del río Verde, que desemboca en el término municipal de Marbella.

Me contó que cuando se enfrentó con el trabajo pensó que «aquel riachuelo» no pasaba de ser eso, un aprendiz de río. A medida que iba avanzando en su trabajo descubrió que de riachuelo nada, que iban al mar muchos metros cúbicos de agua de excelente calidad. Estos estudios sirvieron años después para la redacción del proyecto y construcción de la presa de La Concepción, proyecto y dirección que firmó el ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, Santiago Serrano.

El río Guadalhorce

No todas las aguas de los ríos son aptas para el consumo y el riego. En nuestra provincia tenemos un caso que obliga a tomar precauciones para su uso. Me refiero al Guadalhorce.

Hasta muchos años después de la construcción de la presa de El Chorro, sobre el río Turón (aguas de gran calidad), no se acometió la culminación del proyecto, que consistía en levantar dos presas sobre los ríos Guadalhorce y Guadalteba. Se dio en llamar a la zona la de los tres lagos, como así es.

El problema estribaba en la mala calidad del agua del Guadalhorce, con una salinidad muy alta, que no la hacía apta ni para el consumo ni para el riego. La solución era, y es, mezclar las dos aguas -Guadalhorce y Guadalteba- y obtener una apta para los fines apuntados.

Cuando se estaban construyendo las dos presas, un ayudante de obras públicas o perito de minas, me visitó en la redacción de Ideal para expresarme sus dudas sobre la calidad de las aguas del Guadalhorce porque en uno de los arroyos o afluentes había una salina que si no se actuaba sobre la misma el agua sería imbebible.

Según me contó, nadie de la Confederación Hidrográfica y otras autoridades le hicieron el menor caso… y las obras siguieron su curso. Años después, cuando la presa se terminó y empezó a almacenar agua, se detectó que efectivamente la calidad no era la deseada. Desde entonces, para poder utilizarlas, se mezclan con las del Guadalteba y una desaladora creo que en la zona de El Atabal. El problema de la salina no se abordó entonces y no sé si es factible ahora.

Como creí que el tema era interesante, con los datos que me facilitó aquel técnico, escribí dos crónicas, una para el periódico Ideal y la segunda para La Vanguardia, de cuya publicación barcelonesa era corresponsal en Málaga. Días después de su aparición en La Vanguardia, se publicó en el mismo periódico una carta firmada por el ingeniero jefe de la Confederación Hidrográfica del Sur de España, con sede en Málaga, don Enrique Carrasco Gadea, desmintiendo mi pesimismo sobre el futuro de las aguas del nuevo embalse. Como La Vanguardia ha digitalizado todo lo publicado a lo largo de su existencia no es difícil hallar mi crónica y la carta aclaratoria. Las hemerotecas están vivas, y más desde que muchas editoras han digitalizado todos los números publicados.Pago de las expropiaciones

Cuando muchos meses después, en el pueblo de Peñarrubia, condenado a desaparecer bajo las aguas del Guadalteba, se iban a pagar las indemnizaciones a los vecinos afectados (propietarios de viviendas y terrenos de cultivo) me trasladé al lugar donde se iban a formalizar los pagos para informar sobre el punto final de la historia. Para respetar los deseos de los vecinos se había procedido a preservar a los enterrados en el cementerio con una gran plancha de cemento sobre todas las tumbas, plancha de cemento que con el paso del tiempo se fue cubriendo de agua hasta hacerla invisible.

La funcionaria que se encargó de abonar las indemnizaciones era doña Carmen Domínguez, abogada adscrita a la Confederación o a Hacienda. La conocía y se sorprendió verme allí. Le aclaré que no estaba en la lista de las personas a indemnizar sino que quería ser testigo de la muerte de un pueblo.

Gran parte de los peñarrubieros, unos mil ochocientos vecinos, se asentaron en unos núcleos de población que se denominaron Cerralba, ampliación de Cártama y Villafranco del Guadalhorce… y digo «denominaron» porque con la ley de la Memoria Histórica lo de «franco» habrá sido eliminado ¿o no?

A lo que iba y justifica mi colaboración de hoy: ni se ha construido una nueva presa desde años ha, ni se ha recrecido la presa de La Concepción, ni se ha encontrado una solución satisfactoria para mejorar las aguas del Gudalhorce, ni han prosperado las iniciativas para trasvases de unos otros envases, ni ninguna fuerza política de las que van a salvar España ha tomado en serio una situación que, por ejemplo, preocupa a la Anarquía y a la comarca antequerana.

Mientras tanto, a cada dos por tres, acusaciones, precampañas, promesas, campañas…