­­Son las 11.55 horas y el vestíbulo del Museo Ruso comienza a despejarse. Siete guardaespaldas se reparten en círculo alrededor del hall. Después de cuatro minutos de espera en silencio -interrumpidos únicamente por el grito de uno de los encargados de la seguridad: «¡En diagonal y hacia atrás!», ordena a los fotógrafos- entra en el museo Su Majestad la Reina Letizia. Irrumpe con un vestido de cóctel rojo pasión de Nina Ricci, sandalias de tacón a conjunto, aunque con una tonalidad más cercana al rojo cereza, y una media melena con sutiles ondas al agua.

Va acompañada del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis; el director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet; el presidente de la Diputación de Málaga, Elías Bendodo; y la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. Esta última, a su izquierda, también de rojo. Las similitudes en el corte y el color del vestido hacen que se rompa el silencio que había imperado hasta entonces: los murmullos en la sala no tardan en aparecer «parece que no se han llamado por teléfono para tratar el estilismo», bromea alguno. Ambas han querido hacer un guiño al color corporativo del Instituto Cervantes, cuya reunión anual motiva la presencia real en Málaga. Aunque al menos el color del vestido de la presidenta de la Junta era un rojo anaranjado que hacía que se las diferenciase. Entre otras cosas.

Tras la protocolaria línea de saludo por la que pasan los directivos del Instituto Cervantes en España y en todo el mundo, acceden al salón de actos para dar comienzo oficialmente al encuentro anual de directores del Instituto Cervantes que inaugura doña Letizia con su presencia, ya que no toma la palabra. Allí ya se encontraban las autoridades que habían ido entrando a la sala antes de la llegada de la reina, haciendo el mismo recorrido que ella, aunque en un ambiente más distendido y una media hora antes. Entre ellos Julio Andrade, María del Mar Martín Rojo, José Luis Ruiz Espejo, Juan Cassá o Marisa Bustinduy iban accediendo al Museo Ruso de San Petersburgo ubicado en la antigua Tabacalera.

«A Málaga estas reuniones le aporta proyección nacional e internacional». Así comenzaba su discurso Francisco de la Torre contando que, cuando le propusieron realizar el encuentro del Instituto Cervantes en Málaga dio todas las facilidades posibles para que se llevara a cabo. Ya que es un evento que convierte a la ciudad, durante los tres días que dura, en el epicentro de la lengua española y la cultura en español. En su intervención, el alcalde agradeció la asistencia a «todos los que habéis venido desde Estocolmo, Varsovia, Moscú, Roma, Nápoles, Milán...» y así nombró de memoria todas las ciudades en las que hay un Instituto Cervantes provocando durante su enumeración el aplauso de los asistentes, así como las risas minutos después cuando continuaba haciendo alusión a todas y cada unas de las ciudades desde las que habían acudido los 70 directivos de la institución.

Ciudad de museos

El director del Instituto Cervantes, José Manuel Bonet, afirmando que Málaga «es hoy más que nunca una ciudad de la cultura» se ha referido al encuentro de este año como «la reunión de los museos» debido al crecimiento de la oferta museística de la provincia. Museos como el centro Pompidou, el museo de Málaga, Picasso o Museo Ruso que, aprovechando esta jornada que va desde el 24 al 27 de julio, recibirán la visita o acogerán alguna reunión.

El Instituto Cervantes, que se encarga de promover la cultura y lengua españolas por todo el mundo, ha optado por Málaga como sede de la reunión también por tratarse de «uno de los principales destinos de turismo idiomático que recibe nuestro país», según afirma Bonet.

A este respecto, en la rueda de prensa ofrecida antes de la llegada de la reina y la inauguración oficial, Bendodo cifraba en más de 30.000 alumnos los que pasaron por la provincia de Málaga «para aprender español o mejorar sus conocimientos sobre nuestra lengua». Unos datos corroborados y ampliados por el delegado de Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, quien establecía que de los «49 centros acreditados por el Instituto Cervantes en Andalucía, 21 están en Málaga», lo que prueba la importancia del turismo idiomático que promueve Málaga.

Además, en cuanto a la prueba de conocimiento institucional y sociocultural que realiza el Instituto para otorgar la nacionalidad española, «de las 4.652 pruebas que se realizaron durante 2016 en Andalucía, 1977 fueron solicitadas en Málaga» algo que, para Sanz da valor, fuerza y justificación a la realización del encuentro en la provincia costasoleña.

En esta presentación previa, en la que se percibía un ambiente mucho más serio por parte de las autoridades que el que se respiraba más tarde en el acto inaugural, también se mencionó la financiación destinada al Instituto Cervantes. Rafael Rodríguez, su secretario general, explicaba que aunque es una organización financiada por el Estado también cuentan con una procedente de sus propias actividades y que, por tanto, en 2016 han contado con un presupuesto total de 120 millones de euros, de los que 64 millones proceden del Gobierno. Un presupuesto del que el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, ha hablado dos horas después en la inauguración oficial tras decir que «cada uno de los institutos Cervantes repartidos por el mundo es un hogar para los hispanohablantes y bajo su techo descansa el mayor tesoro que poseemos y compartimos, un tesoro por cierto cada vez más se debe compartir». Y así reconocer que para que el impulso a la lengua se materialice se necesita un desembolso de recursos y que, por tanto, promete hacer todo lo posible por «conseguir un aumento de las transferencias del Ministerio a la Institución». Unas palabras que han provocado la ovación de un salón de actos repleto de directivos del Instituto Cervantes al que ha respondido, entre risas, diciendo que «probablemente ese aumento no responda a las expectativas» que se podían intuir en la efusividad del aplauso.

En la puerta de entrada, custodiada por seis policías, varios curiosos esperan: unos con la bandera de España y otros con la sombrilla de la playa -ya que les ha tomado por sorpresa- a que salga la reina para saludarla. Algo que, minutos más tarde, hace doña Letizia por la ventanilla del coche tras finalizar una breve visita.