¿Un barco? Algo sólo al alcance de millonarios. Un deseo inalcanzable, reservado para la gente pudiente. Cenas de verano con los amigos del club en la cubierta. Agostos en blanco y azul. Fondear con vistas a Marbella y sorber champán. Al pasear por Puerto Banús puede que todos estos prejuicios sean hasta verdad. Princess 30, Eiling E6 o Navetta 52 son algunos de los yates que ejercen de reclamo en los principales salones náuticos y que tendrían perfecta cabida entre la jet-set de la Costa del Sol. Sus precios, dependiendo del modelo, oscilan entre1,1 y 8 millones de euros.

Pero el sueño del barco propio no es algo que sólo esté al alcance de las grandes fortunas. Hablar de megayates es como hablar de Ferraris en el parque automovilístico. Constituyen la ínfima parte del total. El Boletín Oficial del Estado (BOE) desmonta el mito en el apartado que dedica a reflejar el precio medio de las embarcaciones a motor y vela en 2017. Un amplio desglose de los modelos disponibles en España que ofrece barcos con una eslora de más de seis metros por menos de 20.000 euros. Los mismo que vale una moto de alta cilindrada. El negocio de las embarcaciones en Málaga llegó a ser muy rentable. En 2008, el número de nuevas matriculaciones registradas en la provincia fue de 610 y abarcó una cuota del total del 5,92% del mercado nacional.

La crisis económica ya estaba haciendo su entrada en el puerto, pero el faro de la construcción deslumbraba todavía con fuerza y nublaba la capacidad de previsión.

Un mes en la obra y un sueldo de 4.000 euros no era algo descabellado en la Costa del Sol. Los trabajadores que se movían alrededor del ladrillo entraron en el mundo de la náutica a golpe de billetera y compraron unas embarcaciones de recreo que se vieron obligados a vender al poco tiempo.

El secretario general de la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (Anen), Carlos Sanlorenzo, recuerda los años 2007 y 2008 como una época dorada que nunca volverá. «Fue el boom de la náutica en España. Pero había más esnobismo que afición». Sanlorenzo recuerda como electricistas, fontaneros, notarios y pequeños constructores contribuyeron a inflar la burbuja de la náutica.

La economía se iría a pique un año más tarde y las matriculaciones registradas en 2009 cayeron en picado. De 610 matriculaciones se pasó a 307. Un desplome del 50% en menos de un año. «Estábamos viviendo una burbuja en todos los sentidos. Llegó la hecatombe en 2008 y, prácticamente, desapareció la venta de embarcaciones. Con una caída de hasta el 50% y 60%», explica Sanlorenzo.

Del agujero negro a la modesta recuperación pasaron unos años hasta alcanzar de nuevo un crecimiento moderado. Lejos de las cifras de esplendor, la Costa del Sol comenzó a estabilizarse en 2014 con un número de matriculaciones que se ha consolidado hasta ahora por encima de las 250. Málaga, incluso, llegó a liderar las matriculaciones de embarcaciones de recreo para uso particular en 2014 y se situó por encima de la media nacional.

«Lo bueno de este crecimiento es que el que compra lo hace porque le interesa realmente la náutica. Los clientes miran muchas embarcaciones y observan el mercado antes de comprar. El 85% de las embarcaciones que se adquieren son de menos de ocho metros de eslora. Los megayates sólo suponen un 1% del mercado», detalla el secretario general de Anen.

Sanlorenzo también quiere romper con el mito del barco en propiedad como una utopía. «Por unos 20.000 euros hay barcos con menos de ocho metros de eslora. Esto es lo que puede costar una moto o un coche familiar de tamaño medio», detalla. Con estos baremos, se intuye una inversión asumible para los interesados en adquirir una embarcación.

Comprar un barco supone un esfuerzo puntual, pero mantenerlo ya es otra cosa. Amarre y costes de manutención se pueden disparar y convertir la pasión por la náutica en un roto para la cuenta corriente. No es lo mismo un puerto de renombre que un amarre en un club náutico más humilde. «También hay cierto mito en torno al mantenimiento del barco. Una amarre en Málaga puede costar lo mismo que el alquiler de una cochera en pleno centro. Por 300 euros o incluso menos», asegura.

Tarifas en la provincia

El alquiler anual de un amarre se situaba el pasado año en Andalucía en un promedio de 92,26 euros por metro cuadrado, por debajo de la media española (114,8 €). Por norma general, según la Anen, el principal motivo de demanda es la residencia más que el precio. El propietario no quiere tener su barco lejos si puede tenerlo en un puerto próximo a su domicilio. ¿Cómo está el panorama en la provincia? Para la embarcación más común, con eslora de entre seis y ocho metros, un amarre anual en el Real Club El Candado cuesta 1.266 euros para socios y 2.682 euros para no socios.

En Marbella, como es de esperar, se incrementa el precio. Comparado con Málaga capital, el precio para un amarre casi se multiplica por cuatro. Para una embarcación con una eslora de ocho metros, la tarifa para un amarre anual es de 4.189 euros. Pero, al contrario de lo que se pudiera esperar, Marbella no es el puerto más caro de la provincia. Puerto Marina, en Benalmádena, figura entre los puertos más caros. La tarifa para un amarre, en temporada alta-de junio a octubre-, cuesta para un barco de ocho metros de eslora 10, 18 euros al día.