Ha caído la primera nevada de la temporada. Ha durado solo unas horas, pero, al fin y al cabo era nieve. Y ha cuajado, cambiando totalmente el paisaje que veíamos a diario. La caída de la temperatura estos últimos días, acompañada por vientos de más de 40 kilómetros por hora, han llevado a que la sensación térmica baje hasta los 15 grados bajo cero. El cielo está encapotado casi todo el tiempo, apenas hemos visto el Sol un par de días; ayer, por ejemplo, había una niebla tan densa que el avión no pudo venir desde Longyearbyen, de manera que los científicos que habían terminado su estancia aquí no pudieron viajar de vuelta al continente. Esto no es algo banal, ya que si no estás en Longyearbyen para tomar el vuelo regular de vuelta a Noruega, tendrás que comprar nuevos billetes para el próximo vuelo disponible (que en algunos casos puede ser dentro de 2 ó 3 días). Aparte, la pérdida de la reserva de hotel para el viaje de vuelta (en nuestro caso en esta ocasión será en Estocolmo), y tener que pernoctar varias noches en Longyearbyen. Todo ello implica un coste muy elevado. Mi consejo, para quien vaya a viajar al Ártico, es que siempre contrate seguros de cancelación, ya que por pocos euros te puedes ahorrar una factura de varios miles si no llegas a tomar tu vuelo programado. Algunos científicos del Instituto Polar Noruego llegaron aquí en un vuelo chárter en helicóptero por la tarde, ya que tenían que unirse a una expedición de un buque oceanográfico que estaba aquí atracado a la espera de su llegada.

Aparte de este barco noruego, también recibimos la visita de uno de los buques oceanográficos del Instituto Alfred Wegener de Alemania, el Heincke, y del barco del Gobernador de Svalbard, el Polarsyssel. Fuimos invitados a visitar el Heincke, y a conocer a su tripulación y a los científicos que participan en la campaña oceanográfica, así como a compartir una barbacoa. Al aire libre, en la popa de un barco, a unos 0 grados y con ropa de invierno, la verdad es que no disfrutamos mucho ? En total son 24 personas a bordo, repartidas de forma igualitaria entre tripulación y científicos. Realizan una campaña por la costa occidental de Svalbard, tomando muestras de agua en varios fiordos, de manera que podrán determinar cuales de ellos siguen manteniendo características "árticas" o "boreales", y cuales, por influencia del cambio climático, están sufriendo un proceso de "atlantificación". Ya iban de vuelta hacia Alemania, y nos confirmaron que, como se preveía, sólo algunos fiordos de la costa occidental del Norte del archipiélago mantienen características claramente árticas.

Este cambio en los fiordos, aparte de en las algas que estudiamos, por cambios en las características del agua y del plancton, de los peces, los osos polares, etc., se observa también en las aves. Hace unos días impartió aquí una charla informal un profesor holandés que lleva 27 años trabajando con aves de Svalbard. En este tiempo ha comprobado que se ha producido un cambio sustancial en las poblaciones de las aves principales de esta zona, entre ellas la barnacla cariblanca (una especie de ganso) y el charrán (una pequeña gaviota de climas fríos). El charrán ártico es un animal muy singular, ya que migra todos los años desde el Ártico hasta la Antártida, y vuelta. Cuando se aproxima el otoño ártico, comienzan una migración de casi 20.000 km que les lleva hasta las costas de la Antártida; y regresan al Ártico, volando otros 20.000 km, al llegar el otoño al hemisferio sur. Es el animal con la migración regular más larga de todos los animales conocidos. Por medio de geolocalizadores, nuestros compañeros holandeses han controlado charranes que han llegado a volar 80.000 kilómetros al año. La desaparición del hielo y la nieve en la zona en la que anidan estas aves se ha adelantado alrededor de 0,4 días por año, lo que ha llevado a que la fecha de puesta de los huevos se ha adelantado unos 11 días en estos 25 años. En este tiempo, igualmente, el número medio de huevos por nido ha disminuido de 5 a 3,3 en las barnaclas, y muchos de ellos son consumidos por los zorros y los osos polares. Hasta hace unos años no se tenían evidencias de que los osos polares se alimentaran de huevos de barnaclas; sin embargo, la disminución de las poblaciones de focas hace que los osos busquen fuentes alternativas de alimento. Otro devorador de huevos y de crías de las aves, como he mencionado anteriormente, es el zorro ártico. Se trata de un zorro pequeño, en comparación con el de latitudes más templadas, cuyo pelaje cambia de coloración a lo largo del año, siendo blanco en invierno y marrón en verano. Es un método muy efectivo de camuflaje, siendo difícil de detectar su presencia por sus presas.

Respecto a nuestro trabajo, decir que marcha estupendamente, las algas parece que se "apiadan" de nosotros y vamos completando los experimentos programados. Aún tenemos pendientes algunas salidas al mar y a la tundra, pero en este momento el tiempo no lo permite. Esperamos que pueda haber una mejoría en los próximos días. ¡Saludos árticos a todos!