Una feria exitosa. Con mucho tirón económico. Y los únicos borrones del botellón -un clásico- y, sobre todo, de la huelga de taxis, que durante la primera parte de las fiestas mantuvo en vilo a visitantes y profesionales. Aunque todavía falta por conocer las cifras definitivas, los primeros indicios, refrendados por el balance del Ayuntamiento, apuntan a un comportamiento turístico similar al del año pasado. Sobre todo, para los gremios de los hoteles y de la hostelería, dos de los que más se juegan tradicionalmente en esta semana de agosto.

La lectura que hacen los responsables de ambos sectores en la ciudad, Francisco Moro y Jesús Sánchez, coincide en poner de manifiesto los excelentes resultados cosechados en cuanto a afluencia y facturación. Con una zona Centro visiblemente menos masificada que en ediciones anteriores, los alojamientos lograron una ocupación estable superior al 90 por ciento, lo que en la práctica significa funcionar bajo unas cifras difícilmente mejorables, dando continuidad al crecimiento experimentado en 2016, el del verano turístico de los récord.

Moro insiste además en la evolución positiva de los clientes, que, sin embargo, han tenido que arrostrar el imprevisto del parón y las protestas del sector del taxi. Una incomodidad traducida, según cuenta, en molestias e, incluso, en pérdidas de noches de hotel, ya que algunos viajeros preferían trasladarse antes al entorno del aeropuerto por miedo a no encontrar alternativa y perder el vuelo. En el caso de los bares y restaurantes, las ventas han estado en el mismo nivel que en la pasada edición. Aunque, eso sí, con un diez por ciento más de establecimientos. Jesús Sánchez cree que, en cualquier caso, las sensaciones son buenas. Incluso, en lo que se refiere a novedades como l a música en directo en el centro histórico, que, en su opinión, «ha estado bastante bien, amansando a las fieras», reseñó.

La buena marcha turística de la feria, todavía en pleno recuento, ha contado con un estímulo añadido, el carácter festivo del sábado 18, en el último fin de semana, que ha servido para estirar la presencia de consumidores y de viajeros.

En el apartado de los aspectos a mejorar, además del conflicto de los taxis, figuran los problemas de convivencia con los vecinos, que un año más han gravitado en torno a la suciedad y el ruido. Para el presidente de Mahos se trata de una situación que no ha sido creada por los hosteleros. Y en la que considera que este año han fallado los cuerpos de seguridad. «Con el control de la feria, la amenaza terrorista y la huelga de taxis, los efectivos faltaban», puntualizó.

Sánchez se quejó en este sentido de la existencia del botellón, tanto en la zona Centro como en el recinto ferial del Cortijo de Torres. A su juicio se trata de una de las cuestiones ineludibles y a abordar en el debate sobre el modelo de las fiestas y su evolución. «Tenemos que conseguir que se empiece a pensar que en Feria se bebe en la calle hasta las 18.00 horas, pero no se viene con bolsas a pillar una borrachera del tirón», abundó.

De acuerdo con el Ayuntamiento, las fiestas han generado en la ciudad un impacto económico de más de sesenta millones de euros, entre ventas directas e indirectas.