El cielo de Málaga amenaza con irrumpir a las bravas para romper el idilio del verano a principios de la semana que viene. Una gota fría que se está cocinado en estos momentos en el suroeste de Francia y se encuentra camino a la Península Ibérica podría descargar el lunes y martes en Málaga, provocando lluvias torrenciales en puntos muy concretos de la provincia. Según Fausto Polvorinos, jefe del grupo de avisos de la Agencia Española de Meteorología (Aemet) para Andalucía, la situación actual es de "absoluta incertidumbre" ya que todo depende del desplazamiento final de esta gota fría, y si este fenómeno climatológico acaba rozando a la provincia. En el imaginario popular la gota fría representa lluvia sin reparos, pero para entender de lo que realmente se trata, Polvorinos asegura que basta con imaginarse el comportamiento y el movimiento incontrolado de una pelota de ping pong cuando es lanzada contra la pared en un cuarto cerrado. Nadie es capaz de adivinar con exactitud donde va a caer.

Esa es también la razón por la cual la Aemet todavía no ha lanzado una situación de aviso. Ante un fenómeno incontrolado que puede cambiar de ubicación por horas, ahora mismo hay abiertos dos posibles escenarios: Descartada la lluvia para el fin de semana, la ausencia de precipitaciones se puede prolongar o, de lo contrario, Málaga podría ser sacudida por lluvias torrenciales en puntos muy concretos. Polvorinos recuerda, en este sentido, el aguacero del mes de agosto de 1987, cuando cayeron 70 litros por metro cuadrado. Las magnitudes que podría dejar el temporal serán compartidas en su vertiente más conocida cada vez que llueve en Málaga. "Agosto es un mes en el que no suele haber precipitaciones, pero ya sabemos como llueve en Málaga si llueve", recuerda Polvorinos.

En referencia a la temperatura, los termómetros aflojarán de manera generalizada a principios de semana. Sobre todo en el interior, que ahora mismo se encuentra en la temida situación de aviso naranja. Fácilmente, el desplome será de unos cuatro o cinco grados para refrescar el ambiente y asemejarse a la tónica del litoral, donde, según Polvorinos, se ha registrado hasta el momento uno de los mejores veranos desde 2003, sin fuertes embestidas de calor.