El fondo del mar no solo es capaz de ofrecer productos de calidad y sabor, sino también un extra que se suma a los placeres del paladar: algunos de sus productos funcionan como anticancerígenos, neuroprotectores o como antiinflamatorios. Se trata de las algas, un alimento que cada vez está más presente en las alacenas de los hogares españoles desterrando de este modo el mito de la alta cocina, donde empezó todo y comenzó a ganar cuota de poder.

Málaga cuenta con una de las tres empresas que a nivel nacional comercializa kombu, la más conocida de las variedades de alga. Se trata de la firma malagueña Divingmar, especializada en la obtención de proteínas capaces de potenciar el sabor a partir de algas comestibles.

Cultivada en el mar de Rusia, en aguas de Sakhalín, este alga laminaria japónica se recolecta y deshidrata de manera tradicional. El director financiero de la compañía, Juan García, explica que se recoge de manera natural en los fondos rocosos del océano Pacífico. «De todas las algas de la zona sólo extraemos el 3% para no provocar impacto ambiental», agrega.

Aparte de sus componentes nutritivos, este alga contiene compuestos bioactivos ya que, según informa la marca, sus pigmentos naturales tienen efectos antioxidantes que actúan de manera natural como anticancerígenos, antiinflamatorios, además de prevenir la obesidad y la osteoporosis y actuar como neuroprotector.

Aunque hasta hace unos años sólo se consumía en Japón, donde es considerada un elemento fundamental de la dieta, su elevada concentración de minerales, como calcio de fácil asimilación, magnesio, hierro, fósforo y yodo ha hecho que empiece a incorporarse a la cocina española. Ejemplo de ello es que la firma malagueña ya tenga un acuerdo con la marca Verdifresh, que vende su variedad de ensaladas con alga kombu en cuatrocientos Mercadona de todo el país. Además de poder encontrarse en supermercados también la emplean en su cocina chefs de la productora de Karlos Arguiñano, que en uno de sus programas televisivos sobre cocina saludable la ha empleado en alguna ocasión. «Se puede utilizar de muchas formas, como para el caldo de un arroz», asegura García, que explica que el recetario es amplio, ya que se puede incorporar a mermeladas, quesos untables o consumirla como una verdura más, además de formar parte de la harina, de galletas o de panes.

La empresa, que vende en su web y en Amazon, ofrece tres formar de consumo del kombu: en hoja, en juliana y en copos y en dos elaboraciones que pueden ser utilizadas como sazonadores, llamadas furikake y umami. De hecho, los productos que requieren de molienda se molturan en Fuente de Piedra.

El próximo reto del equipo de seis personas que forman parte de la empresa es el extracto de kombu con la idea de convertirla en una alternativa natural al uso de potenciadores de sabor.

El pasado mes de junio la empresa quedó finalista del programa sobre nutrición de Pepsico, que becó a Divingmar con 25.000 euros y le ofreció la posibilidad de colaborar con la multinacional. «Ahora están estudiando la posibilidad de utilizarlo como edulcorante, reductor de sal y conservante natural en sus bebidas y snacks», señala Juan García, que informa de que en los próximos meses se trasladarán a una nueva sede en el PTA, donde esperan formalizar la firma de colaboración con más empresas del sector de la alimentación e incluso farmacéuticas que se han interesado por su kombu.