De la necesidad de conseguir un trabajo estable ha nacido un producto único en la provincia. Puente Nuevo: Una cerveza artesanal y ecológica que se ha ganado un lugar entre aquellos que saber apreciar el auténtico sabor del lúpulo y que, tras el éxito de su primera fórmula, una Serrano Pale Ale, lanza una rubia espumosa de las de antaño ­que se ajusta al nombre técnico de Serrana Blond.

Los artífices de esta cerveza cien por cien natural son Jenny Heredia y su marido José Manuel Cózar. Un matrimonio que reside en Arriate pero tiene su fábrica en Ronda. «El nombre real del Tajo es Puente Nuevo, lo más emblemático de Ronda. Le pusimos ese nombre por eso mismo. Lo tenemos patentado desde que comenzamos a investigar», explica Jenny, microbióloga de profesión.

La primera cerveza de Puente Nuevo salió en enero, hace tan solo ocho meses, pero el proyecto se remonta mucho más atrás. La falta de estabilidad económica por parte de Jenny, que hacía cosas sueltas y ayudaba en la bodega de su pareja, hace que tome una determinación hace ocho años y se decanta por elaborar una cerveza artesanal y ecológica junto a su marido, José Manuel Cózar, un reconocido enólogo. Durante estos ocho años la pareja, con dos niños de 10 y 5 años, se ha dedicado a investigar, viajar a los Países Bajos para degustar la auténtica cerveza, según detallan, y ver cuál era la mejor fórmula para dar con el producto que deseaban. «Han sido años de buscar la mejor materia prima y hacernos con la maquinaria necesaria, que era muy costosa», explica Jenny.

En enero de 2017 salieron los primeros 800 litros de este producto tan exclusivo y cuidado al mínimo detalle. «La etiqueta, la botella...Queríamos que todo fuera como las cervezas de verdad. En Bélgica la cerveza artesana está protegida por la Unesco», puntualiza. Sus primeros clientes fueron fáciles de hacer; José Manuel cuenta con una amplia cartera de contactos a través de su negocio de la bodega. El reto era el segundo pedido y se logró sin problema. «Ha tenido muy buena aceptación. Lo que teníamos pensado gastar en un mes se acabó en una semana», recuerda Jenny. Entre sus clientes está algún restaurante con Estrella Michelin e incluso fuera de España, en Suecia, y establecimientos de renombre de Ronda, Málaga provincia, Córdoba, Algeciras o Madrid. El objetivo es ampliar su producción y llegar a más puntos. «Es un proyecto a largo plazo porque lo que estoy ganando lo invierto en la fábrica».

La demanda les ha hecho sacar un nuevo formato que añade a su oferta junto con el botellín de 33 centilitros. El de 75 centilitros, una botella que simula las de champán, con corcho y lacre natural de cera, incluido. «Vamos a comenzar a comercializarla ahora», indica.

Una nueva rubia, al mercado

A pesar del éxito de su «cerveza boutique», a algunos ese sabor amargo no les ha acabado de convencer y para ello han lanzado una nueva cerveza. La Serrana Blond sale en estos días al mercado, una rubia con espuma constante y muy afrutada, tal y como explica su creadora. La producción es pequeña pero lo suficiente para medir su sabor en la calle. Solo 30 cajas con 24 botellines de 33 centilitros y 200 botellas de 75 centilitros.

«En Ronda es el primer sitio en el que la vamos a comercializar y después a nuestros clientes. Hay que mantenerlos» expone. Una cerveza elaborada con las técnicas ancestrales y que consiste en dos fermentaciones; una en el depósito y la segunda en la botella. «Nosotros dejamos ahí la levadura que se va al fondo. Por ello es importante que cuando se enfríe esté de pie, así es como se ve una cerveza limpia y se conserva con calidad», explica Jenny. Y es que la principal diferencia de las cervezas Puente Nuevo y el resto residen en que además de ser artesanal es ecológica, algo aún desconocido en la provincia. «La cerveza industrial no debería llamarse cerveza. Es un sucedáneo». Sin embargo, reconoce que elaborar el producto tiene un coste elevado, con respecto a una artesanal y, por supuesto, a una industrial. El lúpulo puede tener un coste tres veces mayor que el resto de cervezas y la malta, el doble. «Cuando una cerveza artesana no es ecológica lleva químicos o fitosanitarios para que haya más producción pero lo sano es más bueno». Y de eso da fe Jenny que, a pesar de estar inmersa en el mundo de la cerveza desde hace ocho años, es ahora, a raíz de elaborar Puente Nuevo cuando le ha empezado a gustar la cerveza. «No me gustaba ninguna y conozco a mucha gente que está en mi misma situación. Ahora, en cambio, sí les gusta la cerveza pero tiene que ser buena», explica entre risas.

A pesar de estar sin apenas existencias el verano ha sido algo más tranquilo de lo esperado pero miran al futuro con optimismo. Quién puede resistirse a una buena cerveza fría.