El sector pesquero goza de muy buena salud en la provincia malagueña. Así lo remarca el presidente de la Federación de Cofradías de Pescadores de Málaga, Miguel Ángel Carmona, al expresar que el volumen de capturas del presente año será parecido al del ejercicio anterior, en base a las cifras públicas del primer semestre de 2017. Pero también se refiere con este análisis a que la flota compuesta por unos 250 barcos tiene garantizada su continuidad.

«No estamos como en el Atlántico, donde ahora hemos visto la orden ministerial que se establece al haberse alcanzado el máximo establecido por cuotas en las pesquerías. En el Mediterráneo no existen esas restricciones, aunque también ha sido significativo este año el paro voluntario que ha realizado la flota de Caleta de Vélez, la más productiva de todo el Mediterráneo andaluz durante estos últimos años», argumenta.

En concreto, la Bahía de Málaga se mantiene como líder en las capturas de «pescado azul, principalmente sardinas, boquerones y jureles». Son los auténticos reyes de la pesca en Málaga. Coyunturalmente se han mantenido los kilogramos facturados de merluza o de gamba, con incluso ligeros repuntes en algunas especies.

Bien diferente es la situación de la sardina este año: «Ha sido verdaderamente raro que haya entrado tan tarde. En el número final, en el recuento del año, puede que afecte al cómputo global, no de manera significativa. Creo que cerraremos prácticamente en los mismos números del año pasado y eso garantizaría la continuidad de la flota actual», señala a este periódico el propio Carmona.

La provincia dispone de unas 150 embarcaciones de artes menores, otras 60 de cerco y 40 más de arrastre. En estas fechas se han abierto ayudas para el desguace de los barcos, en base a determinadas directivas comunitarias. Se sabe que en Málaga habrá algunas familias, con navíos ya antiguos, que opten por acogerse a dichas subvenciones. Pero no serán en un número significativo como para alterar en exceso la configuración o distribución de la flota en Málaga.

«En ocasiones hay analistas, al hacer recuento de kilos o de precios, que expresan datos que llegan a confundir a los ciudadanos. Si hablamos de que durante un mes hay un paro o cualquier circunstancia que impide alcanzar los números en toneladas de otros años, no quiere decir que la facturación se mantenga por un golpe de fortuna, mediante el incremento de los precios en origen. Es una cuestión absolutamente natural, que puede entender cualquiera. Si hay menos pescado, lo normal es que suba el precio y se compense», relata otro pescador, en este caso con barco de cerco en el recinto portuario de Caleta de Vélez. Se refiere a que en base a los datos facilitados por la Federación, con informes de la Junta de Andalucía, durante el primer semestre de este año se comercializaron en las lonjas malagueñas alrededor de 2.800 toneladas de pescado, algo más de 350 toneladas menos que en el mismo periodo de 2016. Sin embargo, la facturación fue superior al ejercicio anterior en 1,1 millones de euros.

En términos de precio por kilo en origen, los precios de los boquerones han oscilado este año entre los tres y siete euros, mientras que la sardina ha llegado a tener un coste de entre uno y cinco euros. Como en años anteriores, en cuanto a los datos oficiales reseñados, el puerto esteponero sigue justo por detrás del puerto veleño, con alrededor de 750 toneladas facturadas frente al millón de kilos de Caleta. Fuengirola ocupa el tercer peldaño del podio provincial, con algo más de 370 toneladas. Y se completa la lista con las 350 toneladas registradas en Marbella y las poco más de 150 de la capital costasoleña.

Por precio medio, como también remarca la propia Federación provincial, el puerto de Fuengirola se situó con 4,2 euros por kilogramo, por delante de Marbella y Málaga. Por especies, a sardinas y jureles le siguieron los boquerones. Pero estos últimos a bastante distancia, puesto que apenas se han capturado en el primer semestre de este año unos 150.000 kilogramos.

Este aspecto también está emparejado con la demanda del consumidor, como argumentan algunos de los patrones de barco consultados en las cinco lonjas de la provincia. El típico producto que se sirve nada más llegar a un chiringuito es el espeto de sardinas, mientras que el boquerón puede que tenga más o menos tirón entre los consumidores «dependiendo del origen de los mismos o del conocimiento que demuestren del mismo», señalan.