Un tanque de tormentas es, según explica la Universidad de Málaga, una infraestructura de alcantarillado consistente en un depósito dedicado a capturar y retener el agua de lluvia transportada hasta él a través de colectores, sobre todo en caso de lluvias intensas, que trata de evitar inundaciones. Es una infraestructura costosa que se está desarrollando en ciudades como Sevilla o Barcelona. El subdirector general de Dominio Público Hidráulico de la Demarcación de las Cuencas Mediterráneas Andaluzas (Junta de Andalucía), Fernando Ferragut, afirmó ayer que el problema del río Guadalmedina, una vez que la presa del Limonero se ha demostrado muy funcional y eficaz, son los arroyos tributarios (hay 24), y, además de la reforestación de los montes que rodean la capital, para luchar contra las lluvias torrenciales sería ideal poner tanques de tormenta en cada arroyo con el fin de luchar contra las inundaciones que periódicamente azotan Málaga.

Así lo dijo ayer durante su ponencia en el foro «Inundabilidad y lluvias torrenciales en Málaga. Influencias de la edificación: propuestas y soluciones», que inauguró el alcalde, Francisco de la Torre.Actuar sobre los arroyos

En Málaga hay 90 arroyos, 24 de ellos tributarios del Guadalmedina, un río cuyas crecidas han provocado buena parte de las devastadoras inundaciones que suele sufrir la ciudad cada diez años, periodo salpicado por temporales, lluvias torrenciales y gotas frías. El río, en su opinión, no se puede desviar, como se hizo en Valencia con el Turia, porque Teatinos impediría llevar el agua de este río al Guadalhorce; tampoco se puede embovedar, porque sería como «meter una tubería a presión, una olla a presión sin salida». Sólo actuando sobre los arroyos tributarios hay posibilidades de éxito y eso podría hacerse, entre otras cosas, con tanques de tormenta. El problema es el dinero. Los planes directores prevén cuatro en la capital: uno en Repsol, otro en los solares que hay junto a Tabacalera (2,5 y tres millones y medio de euros, respectivamente), un tercero en el arroyo del Cuarto (cerca del parque del Norte) y uno en el puerto, en una zona que ahora ocupan aparcamientos en superficie, que costaría 15 millones de euros porque incluye actuaciones en las dos estaciones de bombeo que allí existen. «Lo difícil es encontrar un espacio que coincida con un arroyo y que se pueda construir allí porque está disponible», explicó el edil de Sostenibilidad Medioambiental, Raúl Jiménez, quien destacó que estos tanques son muy costosos.

Ferragut, por su parte, propone más medidas: dejar de construir en las zonas inundables (el 60% de las zonas inundables de la ciudad están construidas); reforestar los montes que rodean la capital (un problema que hunde sus raíces en la conquista por los Reyes Católicos, dado que se usó la madera para hacer barcos y casas, separar las redes pluviales y residuales, más colectores y hacer obras de defensa en el suelo ya consolidado, así como tratar de que los paseos marítimos no actúen como presas, sino que liberen el agua.

Juan Rabaneda, ex alto cargo de Urbanismo, dijo que el problema de los grandes colectores y los tanques de tormenta es que «cuestan un riñón» y que hay dos previstos: uno en la lonja del puerto y otro en el arroyo del Cuarto.

Antonio Talón, responsable de Proyectos de Saneamiento de Emasa, aseguró que la red de saneamiento de Málaga funciona de forma aceptable con las lluvias normales, pero con las torrenciales no sucede eso. «Las infraestructuras son insuficientes. Falla el tema de las embocaduras de los arroyos y el agua pluvial se desborda por los viales», aclaró. Para luchar contra las inundaciones, se está separando la red de aguas pluviales y residuales (Málaga tiene la mitad de su red en esta situación, mucho más que el resto de ciudades del país), y además se están haciendo planes directores: los de la margen derecha e izquierda del Guadalmedina prevén obras por 150 millones de euros. También destacó que un plan recoge la idea de desviar el arroyo El Calvario, pasando por calle la Victoria, bajo la Alcazaba y desembocando en La Malagueta. El actual embovedado, que pasa por Carretería, es del siglo XVIII y ya ha habido varios hundimientos. Esta actuación costaría 4,8 millones de euros.