­Ni Mustang ni Corvette. Elena Bernárdez se mueve por las calles de Madrid con un coche 100% eléctrico. «Por convicción, no por obligación», precisa. La experta en movilidad eléctrica de Endesa estuvo en Málaga para participar en el II Congreso de Movilidad y Turismo Sostenible que organiza Unicaja. «Niegas el cambio o te adaptas a él», precisa.

¿Cómo delimita el concepto de movilidad eléctrica? A priori, de una amplia envergadura.

Es toda aquella movilidad con un vector de movimiento basado en la electricidad. Desde un tren hasta un autobús, pasando por los drones. La aviación ya está empezando a hacer pruebas con prototipos. Siempre pensamos en el coche porque es lo que más utilizamos, pero no es sólo el coche. Realmente, la movilidad eléctrica es la tendencia a la electrificación en nuestra manera de movernos.

¿Surge por una necesidad de reformular la conciencia medioambiental o por el temor a una escasez de hidrocarburos?

Diría que tiene mucho más de impulso medioambiental. Llevamos décadas diciendo que los hidrocarburos se van a agotar y siempre encontramos nuevos pozos de petróleo para otros 50 años más. La mayoría de emisiones vienen del transporte y éste no se había regulado nunca hasta ahora. Si queremos seguir viviendo en este mundo, hay que cambiar.

¿Estamos asistiendo a un cambio de era en la industria del automóvil y todavía no nos hemos dado cuenta en España?

Estamos metidos en un cambio del todo. No sólo del sector del automóvil. El cambio del paradigma energético también existe. Seguramente, con más empuje en otros países que en España.

¿Cómo se imagina usted las carreteras de nuestras ciudades en 2025?

Con un porcentaje de vehículos eléctricos muy importante. También, depende de cómo serán los planes de incentivos que tengan estas tecnologías frente a la de combustión interna. Intuyo que habrá una necesidad imperiosa de mejorar el aire que respiramos.

Los agoreros siempre aluden a la insuficiente autonomía.

El asunto de la autonomía es un poco la excusa que nos ponemos. Necesitamos hacer pedagogía. Tomar conciencia de cómo nos movemos y ver realmente lo que contaminamos. Así podemos ver las alternativas que tenemos.

El miedo al cambio es algo inherente al ser humano. ¿Ejerce de freno para el avance?

Desde luego. Pero el miedo se combate y los dogmas se rompen con concienciación. Las instituciones tienen un papel fundamental. Hay que crear una infraestructura que dé seguridad. Quizá suene radical, pero necesitamos políticas en favor de la movilidad más sostenible y en contra de aquella que no lo es.

¿El motor de combustión es un producto obsoleto?

Es un producto que existirá en el tiempo. ¿Cuándo se acabará? Pues, no lo sé. No creo que los fabricantes inviertan ya mucho en los motores de combustión.

¿Qué peso tienen las ciudades y los ayuntamientos en el desarrollo de la movilidad eléctrica?

Al final, no es tanto un tema de ciudad. El aire que respiramos no tiene fronteras. Es de ciudades, es de comunidades autónomas, es de ministerios...¿Si las ciudades son importantes? Pues claro que sí, pero quien tiene las competencias, a nivel nacional, son los ministerios.

¿Echa en falta un plan concreto en España que marque hacía dónde se quiere ir?

Sí que lo echo en falta. Hay que ser más concretos. ¿Qué vamos a hacer? ¿A dónde vamos a llegar? ¿Cuándo? Son preguntas a las que tenemos que dar respuestas. Una vez que tengamos ese plan, todos tenemos que ir alineados en la misma dirección.

¿El vehículo eléctrico es un producto elitista?

Los vehículos han sido muy caros. Pero prevemos unas bajadas de precios espectaculares, que se derivan, a su vez, del abaratamiento de las baterías. Creo que en 2019 vamos a tener unos precios parejos a los vehículos con motor de combustión.

¿A la industria del automóvil le ha costado enchufarse al futuro? ¿Ha percibido intentos de retrasar la evolución del vehículo eléctrico?

Si los ha habido, no los han compartido conmigo. Pero lo que sí es cierto, es que cambiar cuesta. Lo que llevamos haciendo hasta ahora es lo fácil. Pero no puedes ir en contra del cambio y los fabricantes se han dado cuenta.

Da la impresión de que todo lo que sea evolucionar en movilidad eléctrica va a ligado a un enorme desembolso económico. ¿Será rentable?

Tiene que serlo. Ahora mismo se está porque se tiene que estar. El cambio climático y la polución es una realidad. No hace falta que venga Al Gore y lo cuente y los vehículos tienen que cambiar. Algún día, habrá una masa lo suficientemente grande para que sea rentable.

Un motor de combustión requiere 30 rodamientos. Uno eléctrico cuatro. ¿Existe el riesgo de poner en juego empleos dentro del sector de la automoción?

Sí, claro. En la revolución industrial estoy convencida de que las personas que hacían las cosas con las manos no querían que entraran en juego las máquinas. No afrontamos algo que sea nuevo para la humanidad. Ante un cambio, puedes hacer dos cosas: negarlo hasta dónde llegas, porque el cambio es imparable, o adaptarte a él.

¿No le asusta la conducción autónoma?

Ciertamente es una sensación extraña al principio, pero el riesgo que existe es como tener el dinero en una cuente corriente online.