A partir de ahora, en cuatro capítulos, vamos a relatar la historia del Parque de Málaga y de los elementos que lo integran: Empezaremos por sus orígenes.

Desde mediados del siglo XIX, los balnearios malagueños se encontraban dentro del Puerto, en la playa situada delante de la Cortina del Muelle o en sus proximidades: Diana desde 1843, La Estrella en 1859, y los Baños de Apolo a partir del año 1879; sobre unas plataformas a las que se accedía por pasarelas desde tierra, y que se situaban en la mar, con esteras la parte de las mujeres, a cubierto de las miradas de los curiosos, se construía un tinglado de madera, que albergaba las distintas dependencias y clases de baños, y formaban albercas de aguas marinas a las que se llegaban por escaleras preparadas al efecto. Pero cuando la dársena se fue deteriorando para la navegación, se resintieron también estas instalaciones, tanto por el poco fondo de las aguas como por el relativo estancamiento de las mismas.

Así tuvo que pensarse en otro lugar que de manera adecuada pudiera recibir dichas instalaciones, cuya importancia era mucho mayor de la que nos creemos para la sociedad malagueña de aquella época, experimentando, incluso, en años posteriores un espectacular desarrollo; y el otro lugar en que se pensó fue precisamente La Malagueta. Allí fueron trasladados en 1897; debido, en su conjunto, a las obras del Puerto, y al proyecto del Parque; aunque también influyó, como decíamos, la dudosa salubridad de las playas situadas delante del Puerto.

Diana, más modesto, no llegó al siglo XX al no poder competir con el empuje y desarrollo de los otros; La Estrella perduró hasta 1938, y Apolo continuó hasta 1943.

Al construirse el dique, drenarse las aguas y terraplenarse el terreno, aparecerían los nuevos muelles de Guadiaro, Cánovas y Heredia, prolongándose los espigones de Levante y Poniente. Este desplazamiento de los muelles originó la creación del Parque.

Por una R. O. de 8 de septiembre de 1896, Cánovas -en su alternancia de poder, como presidente del Gobierno desde 1895 hasta su muerte por asesinato en agosto de 1897-, cedía a la ciudad una parte de aquellos terrenos que se habían ganado al mar, para la instalación de un Parque.

Cuatro proyectos para el futuro Parque

La Casa Larios presentó el primer proyecto firmado por Eduardo Strachan Viana Cárdenas en 1896, quien había llevado a cabo la construcción de la calle Larios.

El 25 de febrero de 1897 se recibió en el Ayuntamiento -trasladada por el gobernador-, la orden del Gobierno de la Nación firmada por A. Cánovas, dándole el plazo de dos meses para la presentación de un proyecto para la realización del Parque. El arquitecto municipal, Manuel Rivera Valentín se comprometió a entregar el proyecto cinco días antes de que finalizara el plazo. Y así lo hizo en abril de 1897. Pero, parece ser que no hubo tiempo suficiente para un detenido examen por los miembros de la Corporación, y esto ocasionó algunos errores de apreciación, lo que propició la dimisión del arquitecto, puesto que había diferencias técnicas entre el proyecto de Rivera y el de Strachan Viana Cárdenas presentado por la Casa Larios.

La vacante dejada por Rivera fue ocupada por Tomás Briosso y Mapelli. El 18 de mayo de 1897 se presentó la adecuación del plano de Rivera al de Strachan, realizado por el arquitecto Joaquín de Rucoba. Por último, el 3 de junio de dicho año, Tomás Briosso presentó su proyecto que fue el que finalmente se llevó a cabo, y también quien dirigió la ejecución de las obras del mencionado Parque.

Además, de los cuatro proyectos anteriores, existe un quinto realizado por Emilio de la Cerda de 1896, quien por iniciativa propia lo presentó a la Corporación municipal.

Con el Parque se transformó radicalmente el centro de la ciudad, concentrándose en la zona, años después, edificios emblemáticos que realzaron notablemente el paseo: Ayuntamiento, Banco de España, Correos y la Casa del Jardinero Mayor.

La R.O. de 10 de julio de 1897 determinó el comienzo de las obras, que se alargaron durante casi treinta años, financiadas por un arbitrio municipal creado a ese efecto, y la ayuda de un Legado del filántropo malagueño, Marín García, y la Casa Larios.

A partir de 1899 se realizaron las obras de relleno de la zona con tierras del Guadalhorce y la playa de San Andrés. En 1900 se aprueban las obras del paseo central y zonas laterales, y se colocan tuberías y bocas de riego. Entre 1900 y 1901 se sitúan las farolas y se encargan los bancos de hierro. Por estas fechas se realizaron las primeras plantaciones. Ya en 1902 hay jardineros, guardas y horarios de visitas. Esto último suscitó el desagrado de parte de la población y de algunos miembros de la Corporación.Visita a Málaga de Alfonso XIII en 1904

En 1904, después de muchos trámites entre los militares y el Ayuntamiento -ya que para terminar el Parque era necesario demoler el Cuartel de Levante, el cual se encontraba situado en las faldas de la ya desaparecida Coracha, ocupando parte de los actuales jardines de Pedro Luis Alonso-, se llegó a un acuerdo con el ramo de Guerra, mediante el cual, el Ayuntamiento debía de abonar la cantidad de 478.211´45 pesetas por la cesión de estos edificios militares. Aprovechando la venida a nuestra ciudad de Alfonso XIII, el 28 de abril de 1904, éste con una piocha de plata dio un fuerte golpe al muro que había que derribar; iniciando así, de forma simbólica, la demolición del Cuartel y sus anejos. Sin embargo, todavía hubo de pasar dos años más para que se produjera su demolición total.

En 1914 se asfaltó el paseo central, con el fin de facilitar el tránsito de vehículos.

Hacia 1926 no se termina y consolida definitivamente dicho Parque, ya que fueron muchos los problemas a resolver hasta su finalización. Sin embargo, la unión del Parque con la Alameda, incluidos en el Plan de Grandes Reformas, fue aprobada por el Ministerio de Gobernación el 30 de noviembre de 1929.

Se puede afirmar con rotundidad que el Parque de Málaga es la mejor colección, junto con la Concepción, de flora tropical y subtropical al aire libre de la Península Ibérica.