No es que hayan vuelto, es que da la impresión de que los vertidos al Guadalmedina nunca se han marchado y permanecen, al menos desde hace tres lustros, aportando su dudoso contenido al cauce del río, llueve, truene o arrecie la sequía.

Como la mancha de sangre que nunca se borra del cuento de Oscar Wilde El fantasma de Canterville, los vecinos de La Virreina Alta tienen la sensación de denunciar un problema sin solución que reaparece al menor descuido.

En 2014, Daniel Montesinos, presidente de la asociación de vecinos de La Concepción ya denunciaba en La Opinión un vertido de aguas fecales a pocos metros del puente del Conservatorio, en la calle Joaquín Gaztambide.

Tres años más tarde el vertido sigue en plena forma. Sólo hay que asomarse y, desgraciadamente, aspirar. En todo caso, el presidente vecinal calculaba en este periódico en 2011 que el problema de los vertidos lo padecían «desde 2002 o 2003».

«Esto lleva una pila de tiempo, muchos años porque se ha ido modificando. No sé si viene de algún saliente de los bloques», apuntaba la semana pasada el dirigente vecinal, que lamentaba que, sobre todo en verano, haya «muy mal olor». Y si los efluvios no son recomendables, tampoco las vistas, que muestran un enorme charco de aguas negras en el cauce.

Pero es que en agosto de hace justo una década, los vecinos del barrio de la Sagrada Familia, al otro lado del puente, ya denunciaban en este periódico un vertido al río de la parte de la Virreina Alta, por la misma zona. «Emasa nos dijo hace un mes que se iba a resolver pero aquí seguimos teniendo mosquitos y mal olor» comentaba entonces el presidente vecinal Ramón Artacho.

Aguas fecales

La mayor movilización por este veterano problema tuvo lugar en la primavera de 2009. El otoño anterior, Emasa detectó un error de conexión en la red de saneamiento por parte de una promotora, en concreto, en el número 13 de la avenida Jane Bowles. Aunque la promotora, en principio, solucionó la avería, el vertido, que formaba una charca de unos 30 metros cuadrados, continuaba y movilizó a los vecinos.

En un encuentro con La Opinión en el puente de la Concepción, el entonces concejal de Izquierda Unida Antonio Serrano dio a conocer los análisis realizados por el Colegio de Farmacéuticos de Málaga de una muestra de los vertidos.

Las prueban señalaban que las aguas contenían «una gran contaminación bacteriana» con un contenido propio «de aguas residuales fecales». También se encontró una pequeña contaminación por amonio.

El presidente vecinal Daniel Montesinos cree que este último vertido de Joaquín Gaztambide se debe, una vez más, a la diferencia de altura entre la red de saneamiento general y la que sale de uno de los bloques y ha reclamado al Ayuntamiento de Málaga que actúe cuanto antes.