Un fiero león rampante sobresale del escudo, con yelmo incluido, del linaje flamenco de los Sweerts, procedentes de Amberes. Esta poderosa familia, afincada en Málaga desde el siglo XVII, tenía capilla y enterramiento en la iglesia de San Agustín y emparentó con la familia de los condes de Buenavista. En el callejero de Málaga nos ha quedado la adaptación fonética del apellido Sweerts a un apellido más pronunciable para el malagueño, así que detrás del Camino de Suárez y la Granja de Suárez, se encuentran en realidad los Sweerts.

En cuanto al precioso escudo, datado en el siglo XVII, se encontraba en la finca de La Cónsula, en Churriana, pero hoy está desaparecido. Nos queda, eso sí, una foto tomada seguramente en los años 40 del siglo pasado por el propio Juan Temboury para su valioso archivo, en su mayoría del patrimonio histórico-artístico de Málaga. Fallecido don Juan en 1965, en 1978 la familia Temboury cedió en depósito por 50 años a la Diputación de Málaga el llamado Legado Temboury.

Con motivo del próximo 40 aniversario de la cesión, los investigadores Antonio Lara Villodres y Jesús Moreno Guerrero acaban de publicar con el Cedma Los escudos y emblemas heráldicos en el Legado Temboury, un estudio que ahonda en la historia detrás de los cerca de 40 escudos datados y fotografiados para Juan Temboury de Málaga capital.Las notas de Juan Temboury

Y para hablar del libro con los autores, el mejor sitio es el Legado Temboury, en una de las salas de la Biblioteca Cánovas del Castillo, en el Centro Cultural de la calle Ollerías. Jesús Moreno, que lleva 22 años trabajando en la biblioteca, extrae de un cajón varias notas manuscritas del investigador malagueño. «Juan Temboury partió de cero, fue un autodidacta y se convirtió en una autoridad. Iba por cada pueblo y tomaba notas del patrimonio artístico que había, haciendo fotos o encargándolas», explica el coautor de la obra.

De todos esos tesoros artísticos -recopilados sobre todo en los años 40, aunque hay alguno datado en los años 30- Juan Temboury fotografió o mandó fotografiar los escudos de piedra, presentes en iglesias, conventos y casa particulares, entre otras. Y precisamente, el excepcional contexto histórico de los años 30, de la II República, ha sido el motor del libro, aclara Antonio Lara: «En el archivo aparecieron dos hojas mecanografiadas con un índice de casas de Málaga en las que existían escudos heráldicos y emblemas religiosos. Era un documento de 1932 y en el año 31 hubo disposiciones en contra de los emblemas religiosos y monárquicos. Para que se cumpliera hubo un bando de la alcaldía republicana diciendo que si no se retiraban, los obreros municipales irían y los quitarían».

Pero en esa época no todos se retiraron hasta que soplaran otros vientos. Como destaca Antonio Lara, un escudo que Juan Temboury no pudo fotografiar, porque permaneció oculto hasta hace cerca de una década, fue localizado en una vivienda a la mediación de la calle Madre de Dios. Hasta entonces estuvo tapado por una mampostería.

«Es un escudo de piedra, hoy restaurado, de finales del XVIII o principios del XIX», calcula Antonio Lara. Este escudo de Madre de Dios sí aparece en el anterior libro de este investigador malagueño, Escudos de Málaga: Su heráldica y genealogía (Ediciones del Genal), una ambiciosa obra que tiene detrás nueve años de trabajo.El escudo del conventico

Mucha historia tiene también detrás uno de los escudos del Legado Temboury, especialmente ligado a don Juan, y que fue fotografiado en fecha desconocida en su emplazamiento actual: la Alcazaba.

Se trata de un escudo del siglo XVII de la orden de los Trinitarios Descalzos, que en Málaga contaron con un convento que fue popularmente conocido como el conventico, en la calle Liborio García. Demolido en 1836, Marín García compró diez años más tarde los terrenos para edificar un inmueble de tres plantas para actividades comerciales.

La familia Temboury adquirió el edificio pero ardió en un incendio en 1901, cuando Juan Temboury era un niño de dos años. «Temboury encontró el escudo durante las obras de cimentación del inmueble reservado para el Banco Central, lo depositó en la Alcazaba y lo juntó con una tina neoclásica de mármol que perteneció a los Loring, al ajuar de La Concepción», explica Antonio Lara. Así que hoy, la pareja formada por la tina de los Loring y el escudo de los Trinitarios Descalzos, que ocuparon un convento hoy desaparecido, se encuentran en la fortaleza árabe, restaurada por el propio Temboury. Todo cuadra.

Todos estos datos dan una idea del enorme trabajo realizado por los autores, porque las fotos de Temboury se encuentran datadas pero la información histórica y heráldica que acompaña los textos del libro ha partido de ellos.

La obra está encabezada por los dos blasones reales presentes en el archivo fotográfico. En primer lugar, el de Felipe IV, del siglo XVII, alojado en un monumento de piedra junto a las armas de la ciudad y las propias del corregidor de entonces, Fernando Carrillo, marqués de Villafiel y que se encuentra frente al edificio de la Autoridad Portuaria. Lo curioso es que no se erigió en tiempos de Felipe IV sino en los de su hijo, Carlos II el Hechizado. En concreto en 1673, para recordar la visita que a las obras del Puerto de Málaga realizó su padre en 1624.

El segundo de ellos, de Carlos III, es una fotografía tomada por el propio Juan Temboury en 1935. El escudo, del XVIII, se encuentra en la fachada del antiguo Colegio Naval de San Telmo, hoy el edificio que acoge el Ateneo de Málaga y la Escuela de Prácticas Número 1.

El siguiente bloque de escudos los dedica a los blasones con título nobiliario. Uno de los más fastuosos, por desgracia desaparecido, está documentado gracias a la foto tomada en 1946 por Fernández Casamayor. Era un escudo del XIX que se encontraba en los números 3 y 5 de la calle Álamos y correspondía al marquesado de Guirior, cuyo primer titular fue el navarro Manuel de Guirior y del Portal, virrey gobernador y capitán general del Reino de Granada, Santa Fe y el Perú, nacido en Aoiz en 1708.

La quinta marquesa con este título, la también navarra María Dolores de Guirior y Mencos contrajo matrimonio con el ingeniero agrónomo Leopoldo Salas en 1913 y al poco tiempo se trasladaron a vivir a Málaga. Uno de sus hijos, por cierto, fue el periodista de ABC José Salas Guirior. Las armas del escudo se combinan con la cruz de la Orden de San Juan de Jerusalén, de la que formó parte el primer marqués.

Blasones de obispos, de entidades religiosas, de linajes familiares, diversos y desconocidos completan la obra. Los dos autores, que preparan la biografía de un importante malagueño republicano, no cierran la puerta a un apéndice para los escudos de la provincia que se encuentran en el incomparable Legado Temboury.