­La ironía lo quiso así. Justo al tercer día después de la comparecencia de Puigdemont en el Parlament tocaba celebrar el Día de la Hispanidad. Cuando en el país se debate si hubo o no una declaración de independencia, Montero responde con un no rotundo. A corto plazo, asegura que la solución no puede pasar en ningún momento por la aplicación del artículo 155.

¿Qué lectura hace de lo ocurrido el martes en el Parlament?

Hubo un intento inteligente de evitar la aplicación del artículo 155 y, al mismo tiempo, tender la posibilidad de abrir la puerta a una solución dialogada y negociada.

¿Puigdemont declaró la independencia?

No. Rotundamente, no. Puigdemont no tiene la potestad para declarar la independencia. Tendría que hacerlo el Parlament a través de una votación.

Al finalizar el pleno, Puigdemont se fue a firmar la independencia en un reservado, a espaldas de los representantes de la oposición. ¿No deja en entredicho esa voluntad de diálogo?

En política, las ofertas al diálogo siempre van acompañadas de determinada escenografía. Hay un recorrido hasta que te sientes a dialogar y tratas de sentarte en la mesa en la mejor de las condiciones posible. Ambas partes han llevado la situación al límite, hasta que dar un paso más hubiera provocado un escenario de muy difícil solución. Hay que discernir muy bien lo que son los hechos de toda la parafernalia que les rodea. No hay que olvidar que ambas partes tienen por detrás una presión y a un electorado.

¿Qué cree que debe responder Puigdemont al requerimiento que le ha hecho el Gobierno central para que aclare si hubo o no una declaración de independencia?

Lo lógico sería que dejara claro que lo que se produjo durante el pleno no respondía a la propia Ley del referéndum. Con eso el Gobierno sabe distinguir perfectamente lo que hubo y lo que no.

Si la respuesta no es un no nítido, ¿Podemos apoyaría la aplicación del artículo 155 para tomar el control de Cataluña?

No, seguro que no. Lo que hay detrás de este requerimiento es muy simple. Rajoy quiere forzar a Puigdemont a que responda con un sí y romper así al independentismo en dos. La finalidad es más política que jurídica.

¿En qué caso vería justificada la aplicación del 155?

En ningún caso. El trasfondo de todo esto es que el problema se tiene que resolver desde la política. El planteamiento que está haciendo el Gobierno es resolver el problema desde la legalidad. Eso no soluciona el conflicto. En algún momento nos tendremos que sentar porque lo que se está discutiendo en estos momentos trasciende a Cataluña. El reparto del poder territorial hay que resolverlo con la reforma de la Constitución. Y eso implica hablar de cuál es el encaje de las distintas naciones históricas y comunidades autónomas en el Estado.

¿Podemos defiende que la soberanía es troceable?

La soberanía no es troceable pero sí compartible. España no tiene soberanía sobre la política monetaria y nadie cuestiona la legitimidad del BCE. En el siglo XXI, la soberanía no es territorial y se circunscribe a un territorio que puede ser una nación histórica.

Volviendo a Puigdemont, ¿cree que sigue siendo un actor válido para solucionar el conflicto?

Ya no es un actor válido para solucionar el conflicto. Está siendo cuestionado por los propios independentistas. Está al frente de un tripartito, donde la CUP ya ha dicho que no quiere saber nada. Además, está siendo cuestionado por el propio PDeCAT, que no mantiene la línea de tensión permanente que él ha impuesto. Deberían encontrar a un actor con más legitimidad política.

¿Convocar elecciones autonómicas sería una solución al problema?

Unas elecciones autonómicas forman parte de la solución. Pero cambiar el actor en una sociedad con una división social tan importante no termina de resolver el problema de fondo.

¿Por qué se agarra Podemos al referéndum pactado?

El nivel de tensión es ya muy alto y la sociedad está fracturada, por lo que es necesario que la gente decida cómo quiere vivir. Siendo conscientes de que la mayoría del pueblo catalán quiere seguir siendo español.

La Generalitat rechaza la legislación actual. ¿Por qué Unidos Podemos no es capaz de alinearse con el bloque constitucionalista, es decir PP, PSOE y Ciudadanos?

Porque esa aglutinación de partidos no se produce en torno a la legitimidad de la Constitución sino en torno a la inmovilidad de la misma. Es decir, esto es lo que hay y no puede ser de otra manera. Por lo tanto, no nos podemos poner a buscar soluciones que impliquen modificar el marco en el que nos movemos.

Ciudadanos insiste en que la solución inmediata pasa por la aplicación del artículo 155.

Encaja perfectamente en un contexto de polarización, donde están los que Cataluña sea independiente y los que quieren que sea invadida. Ciudadanos se ha colocado en la extrema derecha.

¿Podemos se siente más cómodo con Ada Colau que con su propio líder en Cataluña, Albano Dante Fachin?

Albano no ha respetado la línea política del partido y ha tomado decisiones contrarias a dicha línea. Por lo tanto, es lógico que haya cierto distanciamiento.

¿Ada Colau se mueve en una calculada ambigüedad?

Yo creo que intenta atender posiciones lo menos polarizadas posibles. En algún momento, las posiciones que ocupa Colau van a ser el centro sobre el cual se va a estar hablando sobre Cataluña. En el corto plazo puede que parezcan ambiguas, pero en el medio plazo van a constituir el centro del debate: ¿cuál es el encaje que se le da a Cataluña dentro de este país?

¿Cuántas naciones tiene España?

Tiene cuatro naciones históricas, que son Andalucía, Cataluña, País Vasco y Galicia. Luego, probablemente, habrá que incluir aquí a los Países Valencianos.