La Policía Nacional se enfrenta diariamente a diversas situaciones muy complicadas. Se dice que ellos "velan por nuestra seguridad", pero no siempre se considera cuál es el alcance de esta seguridad, que en ocasiones, se extiende hasta situaciones tales como la que vivieron tres policías malagueños la pasada mañana del miércoles 18, cuando recibieron el aviso de unos vecinos de la barriada de la Palmilla que alertaban de la situación de un joven de 21 años que se encontraba en la azotea de un edificio tratando de precipitarse al vacío.

"Nada más llegar vimos a esta persona asomada a la azotea, con medio cuerpo fuera", explica Alejandro Ruíz, uno de los policías que atendió al joven. "Estamos acostumbrados a llamadas de todo tipo, pero ninguno había estado en una situación tan extrema", indica Emilio Jiménez, otro policía presente durante el altercado. "Recibimos la llamada a las diez menos diez de la mañana, calculamos que estuvimos con él unos 20 minutos", afirma Alejandro.

Los agentes explican que se dirigieron "muy rápido hacia la azotea para estar con él lo antes posible". "Una vez allí hay que mantener la calma y transmitirle tranquilidad", incide Alejandro que además señala que "estamos ahí para ayudarle y él debe percibir eso, teníamos que saber qué le ocurría".

Para ello, los tres policías mantuvieron una conversación en la que poco a poco, se acercaron al joven, manteniendo un diálogo abierto e incluso sentándose en la cornisa junto a él. "Nos sentamos en la cornisa, el estaba de pie y le dijimos que se sentara junto a nosotros, siempre a una distancia prudente de él para no sorprenderlo", explica Emilio.

Asimismo, durante esta conversación, el joven les comentó los motivos por los que quería quitarse la vida. "Nos dijo que estaba solo, que era huérfano y que había tenido problemas de pareja. No es de Málaga, lleva poco tiempo aquí, vive en una casa de acogida, pero sobretodo repetía mucho que se sentía solo", apunta Cristian Cejudo, un tercer policía que también estuvo presente durante los hechos.

El joven, que según explican los agentes, "tenía la mirada perdida y no quería mantener una conversación directa desde un primer momento", comenzó a tomar confianza con los policías, lo que hizo que "se relajara un poco" y "en un despiste, pudiéramos apartarlo de la cornisa", añade Emilio. Los tres policías coinciden en que "antes de apartarlo, puso la mirada al vacío, estaba consternado".

Por otro lado, tras poner al joven a salvo, éste les explicó detenidamente la situación en la que se encontraba y además, destacó que no era la primera vez que intentaba quitarse la vida. "Nos dijo que el día anterior lo había intentado también tomando pastillas, pero que no había ocurrido nada y pensó en algo más drástico", explica Cristian.

La preparación policial para atender este tipo de situaciones es esencial, pero los agentes coinciden en que "no solo la preparación, sino que además, esto, va con la experiencia, cada día se aprende algo nuevo". "Siempre estas nervioso, no sabes que te vas a encontrar, pero cada día recibimos llamadas de todo tipo, debemos estar preparados", expresa Alejandro.

Con esta experiencia, los agentes dicen estar muy contentos con el resultado, "esperando poder realizar nuestro trabajo lo mejor posible, ahora los que deben actuar son los médicos, para atenderlo lo mejor posible", explica Cristian. Ahora, el joven está en el Hospital Civil y está siendo atendido por especialistas.