Los bancos han cerrado ya casi 600 sucursales en Málaga desde que arrancó la crisis dentro de su constante proceso de reducción de costes y ajuste de estructuras, lo que representa el 42% de las que llegó a haber operativas en el año 2008, fecha que marcó el techo histórico de la red financiera. Según los últimos datos publicados esta pasada semana por del Banco de España, y correspondientes a junio de 2017, en la provincia quedan ahora 811 oficinas operativas, con lo que la cifra de sucursales ha vuelto a los niveles que se manejaban en 1996. En los últimos doce meses se han clausurado en concreto casi 70 sucursales y la tónica de reducción tiene todas las papeletas de seguir prolongándose durante los próximos años, según opinan en el sector.

Las causas de esta espiral de cierres son diversas. El motivo principal es la necesidad que ha tenido la banca de ajustar al máximo sus costes a partir del estallido de la crisis, algo que se aceleró a raíz de las múltiples fusiones de entidades que se produjeron en el sector. Fuentes financieras también vienen insistiendo desde hace tiempo en el imparable avance y uso de las nuevas tecnologías, que originan que sean cada vez más los clientes de banca que realizan su gestiones directamente desde el ordenador o con el móvil y que ya no acuden a las sucursales salvo en contadas ocasiones. Así, los bancos han ido clausurando las sucursales de su red en los que observan menores índices de rentabilidad.

Málaga figura además entre las provincias españolas donde se han realizado cierres de oficinas desde que comenzó la recesión económica, debido también sin duda a que, dado su nivel económico y poblacional, es también una de la zonas que tiene una mayor red de sucursales. La provincia malagueña se sitúa sexta en el apartado de clausuras en un listado que encabeza Barcelona, con 3.137 cierres que dejan su parque actual en 2.786 oficinas. Madrid, por su parte, ha suprimido 2.621 y se queda con 3.471. En Valencia se han cerrado 1.171 sucursales (quedan ahora 1.470), en Alicante 785 (permanecen 985) y en Sevilla 599 (ahora tiene 929).

Echando la vista atrás, se comprueba que el parque de oficinas bancarias en Málaga experimentó una gran subida entre los años 2000 y 2008, periodo de gran aceleración económica y que tuvo al sector constructor como uno de sus grandes protagonistas. Los bancos y las antiguas cajas de ahorro aumentaron en esa etapa un 53% su red de oficinas en Málaga, gracias también al desembarco de muchas entidades de otras regiones que acudían a competir por una porción del goloso pastel de créditos hipotecarios que se generó en torno al sector promotor e inmobiliario. El estallido de esa burbuja y el advenimiento de la crisis acabó con el ciclo expansivo.Una tendencia con recorrido

El proceso de clausuras en la banca puede tener aún bastante recorrido, según apuntan los economistas y reconoce el propio sector. Las entidades financieras continuarán así aplicando criterios de máxima rentabilidad para el ajuste de su red de oficinas. Tampoco es descartable que pueda producirse en un futuro una nueva oleada de fusiones, lo que podía originar el solapamiento en una misma zona de sucursales que actualmente son de bancos distintos.

El Colegio de Economistas de Málaga ha afirmado en varias ocasiones que la tendencia a la contracción del parque de oficinas es «imparable». De hecho, la aplicación de los criterios de rentabilidad ha provocado que en Málaga haya ya 17 pequeños municipios (un 16,5% del total de 103 que integran la provincia) que se han quedado sin sucursales bancarias, lo que obliga a los vecinos a desplazarse a otros pueblos para realizar alguna gestión en la que quieran ser atendidos de forma presencial. Se trata de municipios de pequeña población y situados en la Serranía de Ronda y en la Axarquía.

Según comentan fuentes conocedoras del sector, los bancos están tratando de paliar la ausencia de oficinas en estos enclaves con la introducción de la figura del agente financiero o de la corresponsalía, puestos en ambos casos desempeñados por personas que trabajan como autónomos y que se encargan de asesorar a los clientes sobre los servicios y productos de la entidad.

El futuro parece caminar en esta dirección en el caso los municipios de menor población, donde la afluencia de clientes a las oficinas para realizar operaciones que hasta ahora eran habituales es menor. Algunas voces indican que la estrategia de las entidades en localidades de menos de 2.000 habitantes es transformar el servicio de oficinas en una estructura de agentes financieros allí donde resulte viable y cerrar donde eso tampoco sea posible porque el negocio se vea insuficiente. Y alegan también en este contexto que los clientes, especialmente los más jóvenes, «no demandan ya oficinas sino tecnología». «Uno de cada cuatro clientes opera ya habitualmente en banca electrónica y banca móvil», comentan.