No hace mucho tiempo -el 30 de noviembre del pasado año- me enteré por L. O. que Málaga, según el portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Málaga, don Juan Cassá, «tiene que ir caminando para ser una ciudad Pet Friendly». Me puse contentísimo, incluso me atreví a cantar -con lo mal que canto- el Asturias, patria querida y de pasado la oda a la Alegría, de la Novena de Beethoven. Estaba esperando el ansiado día que la Málaga de mis amores se convirtiera en una ciudad Pet Friendly. Lo malo es que cuando leí esa gran noticia del líder del partido naranja en Málaga no supe en qué consiste esa posible conquista. ¡Cazi ná, chicui, ya zemos Pet no se cuántos!

Me puse a pensar en esa próxima conquista de mi ciudad, que está entre las mejores del mundo, en pleno desarrollo turístico, con un equipo de fútbol que aspira a jugar la Champions League, con un metro en marcha y se calcula que las obras cercanas a El Corte Inglés, Hacienda y el puente de Tetuán finalizarán antes del siglo XXII, con más museos que urinarios públicos, con un Ayuntamiento que paga sus facturas en 26 días€ y separada por el río seco más importante de España, el Guadalmedina, que hay que irrigar de vez en cuando para merecer el calificativo de río. Málaga está de moda, dicen las encuestas.

Quizás alcanzar el Pet Friendly suponga disponer de un servicio limpieza perfecto y que las calles estén impolutas, o que desaparezcan los ruidos de las motos, o que los habitantes no pintorreen las fachadas, o que desaparezcan los cafres que lo destrozan todo o lo quemen para rematar la faena, o que los jóvenes encuentren trabajo remunerado y no celebren botellones los viernes, sábados, domingos y fiestas de guardar€ o ¿qué? Porque todavía no me han contado qué es eso del Pet Friendly. Debo de ser un ignorante, un indeseable súbdito malagueño que no entiende algo tan diáfano con el Pet Friendly.

Walk through

Después del Pet me he enterado que en Málaga ha abierto o está a punto de levantar los cierres metálicos una tienda de la cadena alemana TEDi, que cuenta con más de mil quinientos establecimientos repartidos por Europa.

Se trata, según la noticia, de un walk-through. En el diccionario bilingüe Pocket, walk significa paseo o caminata, y through, abrevadero o comedero. Como un abrevadero es un «estanque, pilón o paraje del río, arroyo o manantial a propósito para dar beber al ganado», pues la verdad es que no me apetece visitar un lugar que parece destinado a que las bestias -el ganado- calmen la sed. Si el rótulo o llamamiento para captar clientes no me explica en qué consiste el establecimiento no entraré. Por suerte, cuando tengo sed, no tengo que acudir a un abrevadero como una vaca o una oveja para satisfacer la necesidad de beber agua.

La fusionfresh

Cuando todavía no había asimilado lo del abrevadero me encuentro con la noticia fechada en Alhaurín de la Torre -antes familiarmente conocido por Alhaurinejo, Alhaurín el Chico o Alhaurín de Peralta por el poderío de la familia Peralta en el municipio- de un encuentro promovido por tres empresas bajo el lema FusiónFresh. Las tres empresas promotoras del encuentro «van a mostrar cómo sacar rendimiento a sus productos a través de diferentes showcookings».

¡Ya está salvada la economía los alhaurinejos -los alhaurinos son los naturales de Alhaurín el Grande-. Quizá, y hago votos para que lo logren, y no añoren las tres industrias que hace más de medio siglo daban vida y trabajo, sobre todo al personal femenino. Seguramente algún lector recuerde lo que supuso la empresa Punto Industrial, la factoría de capital alemán que preparaba el ajo para su exportación (creo que se llamaba Ajosol), y estaba ubicada en el mismo centro de la ciudad y los laboratorios fotográficos Casa Ros.

Ahora, con el showcooking todo va a ir perita.

¡A la playa!

Entre los cientos de acontecimientos musicales, gastronómicos y festivales que ya se han celebrado o que se celebrarán antes que termine el verano, me encontré uno ya pasado: el Weekend Beach, en Vélez Málaga. Perdí unos segundos de mi tiempo para saber qué se encerraba en las dos palabras. Weekend significa fin de semana, y beach, playa. Total, Fin de Semana en la Playa, una fiesta con músicos y sus músicas magnificada por el anglicismo. Supongo que el ayuntamiento citado tendrá un asesor que domine el inglés para darle lustre a las manifestaciones culturales o festivas.

Yo no estoy ni a favor ni en contra de la construcción de la torre que se pretende construir en el dique de levante del puerto de Málaga. Hay varios colectivos y profesionales que se oponen porque afecta al skyline de la ciudad. Esta vez me niego a recurrir al diccionario y me quedo sin saber qué es eso del skyline. Ya estoy harto de sobar el diccionario.

¡Que yo me entere!

Reconozco, más que mi ignorancia, mi rechazo total y absoluto a la moda de los extranjerismos (preferentemente el inglés) para denominar cualquier actividad cultural, festiva, industrial, política, deportiva€ Parece como si los españoles tuviéramos complejo de inferioridad y nos inclinemos por otras lenguas porque somos pobres, de segunda división en términos deportivos.

No tenemos que inventar palabras para manifestar que la economía mejora, las exportaciones crecen, los jóvenes emprendedores luchan para superar la precariedad de los puestos de trabajo que ofrecen los empresarios y que nuestros deportistas triunfen en su especialidad, mejoren marcas, hagan gimnasia con espalderas y otros artilugios que facilitan la puesta en forma, participen en carreras urbanas€ Todo lo pueden hacer y ejercer sin recurrir ni a una sola palabra no española.

Cada vez que leo o veo en televisión una frase tópica como for you me digo, «por si acaso, los tuyos», y me quedo más pancho como si me hubiera zampado dos huevos fritos con patatas, un plato tan sencillo como suculento y que inglés, potato aparte, algunos cursis piden al camarero fried egg o hard-boiled egg, en el caso de lo prefiera duro.

El Brexit

Ahora, con el Brexit, las cosas puedan cambiar a mejor; los residentes en la Gran Bretaña se salen de Europa para, quizá, crear uno nuevo continente con absoluta independencia y sus libras esterlinas. Los ingleses, los que vienen a España a pasar las vacaciones, a instalarse definitivamente para pasar los últimos años de su vida tomando el sol, bronceándose en las playas, pidiendo paella y chocolate con churros, serán bienvenidos aunque para acceder a nuestro país tengan que recurrir al pasaporte de toda la vida, que ha desaparecido en veintitantos países de la Unión Europea de la quieren salir. Si tienen que mostrar el pasaporte para entrar en España, nuestras autoridades podrán adoptar las medidas pertinentes para no dejar pasar a los cafres que hoy se cuelan con toda impunidad para asistir a un partido de fútbol, invadir zonas turísticas determinadas con concentraciones etílicas y acciones vituperables.

Y lo que son las cosas: en ningún diccionario inglés-español he encontrado la palabra Brexit. Por uno de mis hijos, que dicho sea de paso habla cinco idiomas y medio, me aclaró que Brexit es un palabro inglés, compuesto por BR (Gran Bretaña) y Exit (salida).