La historia se repite un curso más, en lo que se ha convertido prácticamente en la trilogía de una desafortunada gestión por parte de la Junta de Andalucía. Todavía, un mes y medio después del comienzo del año escolar, hay niños en la provincia que no reciben sus bolsas de la merienda previstas en el plan SYGA, una acción destinada a los alumnos escolarizados en centros situados en zonas de exclusión social. Un desajuste que nadie entiende y que aumenta las diferencias entre unos y otros. Y que ni siquiera es reconocido por la Delegación Territorial de Educación, que asegura que no tiene constancia de esta situación.

Pero el Plan de Solidaridad y Garantía Alimentaria (SYGA) se está aplicando de forma desigual en la provincia. En la Palma-Palmilla, sin ir más lejos. Este barrio de la capital, posiblemente uno de los más pobres de España, los alumnos del CEIP Gálvez Moll todavía no reciben sus meriendas, mientras que sus compañeros del CEIP Cerro Coronado, situado a dos calles y separado por escasos 500 metros del primero, sí que cuentan con sus bolsas desde la semana pasada.

Alberto Rivera, director de los Servicios Sociales de este distrito, entidad que se engarga de tramitar ante Educación y expedir los informes de vulnerabilidad social para que los niños puedan recibir este servicio, asegura que toda la documentación salió «bastante antes» del 30 de septiembre, cuando expiraba el plazo. «Desde el Ayuntamiento solo tenemos competencias sobre la tramitación. Nosotros somos los que evaluamos la situación de las familias. Todo lo demás depende de la Junta. Remitimos a la Delegación de Educación los informes con el listado de los niños que bien continúan del año pasado con el servicio o son nuevos», explica.

Según los datos de los Servicios Sociales, el año pasado fueron atendidos por el SYGA un total de 547 niños en situación de riesgo de exclusión social que residen en la Palma-Palmilla. Este año son más y además, las solicitudes no paran de llegar. La escolarización de este alumnado se produce a lo largo del curso, entre otras cosas, porque hay muchos cambios de domicilio. También porque hay familias que piden sumarse al plan cuando ven los resultados en los vecinos.

«Me apuntan que este desajuste puede deberse a problemas con algunos de los proveedores o temas de contratación con las empresas de catering», insistió Rivera, que subrayó que «no se trata de un tema de gestión porque los informes sociales han partido todos a la vez».

Sin embargo, en el Gálvez Moll o en el Manuel Altolaguirre, también en el barrio, las meriendas no llegan. «Y en Educación solo saben decirme que ya me avisarán», dice la directora del primer centro, Virginia Arjona. «Estas meriendas son muy necesarias para nuestro alumnado. Prácticamente las necesita el cien por cien. Estamos en situación social extrema. Las meriendas del plan SYGA son en realidad la cena para muchas familias, ya que comparten los productos que vienen en las bolsas», señala.

El colegio intenta compensar esta falta de meriendas entregando a estos alumnos la fruta que sobra del servicio de comedor escolar, que gestiona el centro, como indicó Arjona.

Las bolsas suelen llevar un bollo pequeño de pan, una pieza de fruta, un brick de zumo, galletas y pequeños envases con paté, sobrasada, nocilla, aceite o tomate. También embutidos. Arjona critica la baja calidad de algunos productos el año pasado, así como el calibre «irrisorio» de algunas piezas de fruta.

La Delegación de Educación informó ayer de que en total 5.126 alumnos son atendidos en 260 centros de la provincia, matizando que «los criterios de selección de los beneficiarios no son competencia de la Consejería de Educación, que solo se encarga de la prestación del servicio». Sin embargo, señaló que «no tiene notificación de que se haya producido ningún desajuste en el suministro de las bolsas de merienda».

Por su parte, en el colegio María de la O, en los Asperones, otro centro de difícil desempeño, los niños sí reciben la merienda desde la semana pasada, según señaló el secretario general, Javier Pérez.