En el norte de Europa y las regiones rusas más alejadas del gesto adusto de Putin las temperaturas bajo cero son el pan nuestro de cada día en el último tramo del otoño y por supuesto, en invierno. Eso explica que algunos turistas paseen por nuestra ciudad como si estuvieran a punto de zambullirse en el mar o de desmelenarse en la Feria de Agosto. El veroño, esa mezcla entre el verano y el otoño que tantos resfriados produce, tiene como daño colateral algunos turistas descamisados. Sin embargo, visto en perspectiva, las ventajas superan a los inconvenientes.