Comenzó a aprender idiomas a los 14 años, cuando enseñaba Ávila a los turistas. En 1975, el Instituto Cultural de Dublín que dirigía, antecesor del Instituto Cervantes, ya ofrecía clases de catalán, gallego y euskera a los alumnos.

Su estancia en Irlanda durante más de tres décadas, donde fue corresponsal del diario Informaciones, le han convertido en un defensor de la riqueza idiomática de España y eso pese al momento político actual, en plena revuelo independentista en Cataluña.

Como señala con ironía, y tiene varias cartas de presidentes de la Generalitat, los políticos nacionalistas catalanes que antes veían con simpatías sus desvelos porque se pudiera estudiar catalán en el mayor número de rincones de España, contemplan ahora esa meta con recelo. Es el repliegue identitario.

«Es que son lenguas reconocidas por la Constitución Española, y el catalán es tan español como el castellano, pero también el vasco y el gallego. Todas son lenguas cooficiales», recalca.

En el piso de José Antonio, con vistas al mar de Alborán, una montaña de documentos refleja las ingentes gestiones que ha realizado para llegar a esta meta, incluida la Casa Real.

Como informó La Opinión en 2015, realizó gestiones con todos los partidos políticos, incluidas las nuevas formaciones, Ciudadanos y Podemos. Fruto de ese trabajo fue la proposición no de ley admitida en el Parlamento de Andalucía, que presentó el parlamentario de Ciudadanos José Antonio Funes, para fomentar el estudio de las lenguas cooficiales en Andalucía.

«Creemos que las lenguas son una riqueza del país y la protección de las mismas, una exigencia de la Constitución», explicaba hace unos días a este diario José Antonio Funes. Sin embargo, casi dos años después esta proposición no de ley no se ha sustanciado. Como destaca el parlamentario andaluz de Ciudadanos, el motivo de que no haya supuesto ningún avance se debe a la negociación en la subcomisión del Congreso de los Diputados, «con el objetivo de alcanzar un pacto educativo que nos permita avanzar juntos, a la espera de alcanzar consensos amplios en cuestiones fundamentales».

En la actualidad, la lengua cooficial más extendida, el catalán, en Andalucía sólo se puede estudiar en una universidad, la de Granada y en siete más de toda España, fuera de Cataluña, Valencia y Baleares.

Triple ventaja

Para José Antonio Sierra, la ventaja de poder estudiar en una ciudad como Málaga catalán, vasco o gallego sería triple. «En el plano laboral, supone que si un señor está trabajando en una fábrica y le destinan a Cataluña, por ejemplo, si en la Escuela Oficial de Idiomas se puede estudiar catalán, antes de trasladarse ya está preparado». Además, desde el punto de vista educativo, «para los niños es fundamental estar preparados antes de incorporarse al sistema educativo de allí, y luego está el tercer aspecto, el social, el de la integración».

José Antonio Sierra lamenta que, en el caso de Málaga, la Escuela Oficial de Idiomas no oferte ninguna lengua cooficial de España. «La Escuela Oficial de Idiomas dice que no hay demanda, pero lo primero es incluir estas lenguas en el programa y ver si hay. Es muy fácil decir que en esta escuela se impartirán cursos de todos los idiomas cooficiales, siempre que haya un mínimo de tantas personas que quieran estudiar».

José Antonio Sierra recuerda cómo, hace 12 años, la Junta de Andalucía ya anunció que se podría estudiar catalán, euskera y gallego en nuestra comunidad autónoma, proyecto que sigue sin cumplirse, porque, a su juicio, «existe una falta de voluntad política».

«El artículo 3.3 de la Constitución dice que las lenguas de España son un patrimonio cultural que será objeto de especial protección», recuerda, y se pregunta si para algunos políticos, esa protección consiste «en que metamos esas lenguas en un museo». José Antonio Sierra seguirá luchando porque se conozca en toda España este tesoro cultural de todos.