­La provincia de Málaga ha recuperado ya los niveles de producción previos a la crisis tras el repunte de actividad de los últimos años, con el sector servicios como segmento cada vez más hegemónico. Los datos del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA), que este año han ofrecido por primera vez cifras a nivel provincial, revelan que el Producto Interior Bruto (PIB) de Málaga a precios corrientes alcanzó a cierre de 2016 los 31.270 millones de euros. La cifra es la más alta de toda la serie histórica disponible en el IECA, que arranca en el 2008, precisamente el primero de la recesión, lo que indica que la producción se mueve ya en valores cuando menos cercanos a los del boom económico. Este hecho no ha permitido, por contra, que el mercado de trabajo carbure al mismo ritmo. De hecho, actualmente Málaga tiene 153.764 parados, un 74% más que antes de la crisis.

El PIB de Málaga hace diez años era de 30.982 millones de euros y con el efecto de la crisis fue paulatinamente descendiendo hasta situarse en el entorno de los 27.800 millones en el ejercicio de 2013, que marcó la etapa más dura de la crisis. A partir de ese momento empezó a experimentar un incremento que en 2016 ha permitido, al menos en cifras estadísticas de producción, neutralizar lo perdido durante la crisis. El PIB a precios de mercado incluye la inflación, por lo que técnicamente puede que la producción real no sea todavía exactamente la misma que antaño. No obstante, fuentes financieras recuerdan que en estos años la evolución de los precios han sido muy moderada e incluso en alguna ocasión negativa, por lo que las cifras del IECA sí pueden tomarse como un indicativo real de que Málaga está recuperando, en términos de producción, el pistón de antaño.

El cuadro andaluz permite observar el predominio económico a nivel provincial de Sevilla y Málaga. En concreto, la provincia hispalense lidera el ranking y presenta un PIB a precios de mercado de 38.266 millones de euros a cierre del pasado año. La producción andaluza superó los 153.000 millones por lo que se desprende que la economía sevillana aporta el 25% de PIB de la región y la malagueña otro 20,4%.

Las cifras oficiales no restan ápice al apelativo de «motor económico» de la comunidad que Málaga se ha forjado desde hace tiempo ya que las fuentes consultadas afirman que Sevilla cuenta con una mayor aportación del segmento público a sus cifras de producción global y con el intangible de ser la capital política e institucional de Andalucía, lo que provoca un efecto tractor para las grandes corporaciones. «En Málaga , en cambio, el sector privado muestra siempre un gran dinamismo, lo que se refleja también en que las tasas de crecimiento del PIB están siempre entre las primeras de la comunidad», comentan.

Los datos del IECA vienen a complementar a las del Instituto Nacional de Estadística (INE), de las que difieren algo en su contabilidad pero que muestran la misma tendencia, anque en su caso los datos sólo están disponibles hsata 2014. Lo interesante de estas estadísticas radica también en el escenario productivo que dibujan para Málaga. Así, el sector servicios mantiene su hegemonía mientras que la construcción gana algo de peso y la industria y la agricultura, aunque con aportaciones valiosas, siguen bastante arrinconadas, según los datos recogidos por el Servicio Estatal Público de Empleo (SEPE) en su último informe anual del mercado de trabajo. La foto fija de la economía malagueña refleja que los servicios aglutinan el 85,4% del total de los 570.100 ocupados registrados en la provincia por la EPA a cierre de 2016. El porcentaje sobre el empleo total es ligeramente inferior al de 2015 (86,7%) pero ratifica el poderío del segmento terciario en Málaga, que engloba al turismo, el comercio, el transporte o los servicios a empresas.

El informe apunta además, con los últimos datos disponibles del INE, que el sector servicios reúne casi el 84% del PIB provincial excluyendo impuestos netos (lo que se conoce como Valor Añadido Bruto). Hace algunos años esa tasa no llegaba al 80% pero ha ido subiendo, constatando que la riqueza de Málaga se escora cada vez más hacia el sector terciario. En España, el peso de los servicios es del 74,2%, casi diez puntos por debajo de la provincia malagueña.

La construcción sigue siendo el sector más castigado por la recesión pero los datos parecen confirmar que su momento más bajo ya ha quedado atrás. En los años de la burbuja inmobiliaria, su peso en la riqueza de la provincia fue de casi el 20%, un porcentaje que con la crisis bajó hasta el 7% y que, según e INE, ahora ha remontado ligeramente al 7,3%. La caída en su contribución al empleo es también significativa. Hasta 2007, Málaga llegó a emplear más de 100.000 trabajadores en sus tajos de obra, tanto para la edificación de viviendas como para la ejecución de obras de infraestructuras. A cierre de 2016, la cifra es de 39.400 personas y sólo representa el 7% de los ocupados de la provincia aunque mejora los casi 35.000 del año anterior.

La radiografía económica se completa con las aportaciones de la industria y la agricultura a la riqueza de la provincia, segmentos con una representatividad limitada y que se mueven desde hace años en porcentajes de algo más del 6% y el 2% respectivamente. El empleo del sector industrial, eso sí, ha mejorado pasando de los 22.700 de cierre de 2015 a los 32.300 de 2016, aunque esta cifra sólo supone el 5,6% del total de ocupados. En el caso de la agricultura, el empleo cerró 2016 con 11.600 ocupados en Málaga, por debajo del año anterior.

El enorme peso del sector servicios en la economía malagueña es objeto de debate desde hace años. Muchas voces reclaman una apuesta por la diversificación del modelo productivo provincial.