La Torre del Puerto va a ser un edificio de energía «casi nula». Según explicó ayer Manuel Gallardo, director de Ingho, la empresa que ha efectuado la planificación energética del rascacielos proyectado por el arquitecto José Seguí en el dique de Levante, «va a producir lo mismo que consume», casi al 80%. La huella ecológica será casi nula.

Ayer se desarrolló en la Escuela de Ingenierías Industriales de la Universidad de Málaga una jornada en la que se analizó el perfil energético del rascacielos del dique de Levante, aún en trámite. Gallardo señaló que la Torre del Puerto va a ser un edificio educativo y divulgativo cuyos consumos van a poder ser auditados, con un diseño optimizado, «un ejemplo para el sector hotelero andaluz en el uso e investigación de nuevos materiales, queremos que sea un aprendizaje para el sector hotelero».

La prioridad es el agua. De hecho, la intención es que cumpla con todos los requisitos de la exigente certificación LEED. Los grifos, por ejemplo, van a usar de un 60 a un 70% menos de agua que la grifería normal, se van a recuperar las aguas pluviales y a aprovechar el mar. «¿Dónde está el hotel? En el mar. Vamos a usar el agua condensada para lograr el confort dentro de las habitaciones. El hotel debe ser ejemplo en la reutilización del agua, por ejemplo para lavandería y limpieza». Habrá sistemas de desalinización, como ocurre en muchos hoteles canarios, «que producen su propia agua».

Además, es vital relacionar el hotel con su entorno. ¿Cómo? Con el coche eléctrico, de forma que el edificio tendrá numerosos puntos de recarga rápida y se optimizará el uso de la bicicleta. Se pretende que los trabajadores acudan al trabajo con coches compartidos gracias a las aplicaciones móviles, habrá lanzaderas eléctricas y los ascensores también aprovecharán la propia energía de su frenado.

En cuanto a residuos, las certificaciones se conceden según se usen las aguas pluviales. «Se puede usar, por ejemplo, un saneamiento seco, a través del vacío, sin agua como el de los aviones», declaró. En cuanto a las energías renovables, el centro del edificio se va a usar como una gran chimenea que usará las corrientes de aire y, para la climatización, «el enfriamiento y el calentamiento del aire se hará a través de la energía del mar». Los materiales usados también tendrán que decir en este aspecto.

Habrá un control inteligente, centrado en si hay más o menos gente en el hotel. «Vamos a captar la energía del mar y a devolverla», precisó, así como también se va a distribuir esa energía en las tres partes del inmueble, de 135 metros, con técnicas de ventilación natural, y con el uso de la biomasa así como bombas de calor. La iluminación será natural, de forma que habrá concentradores de luz y esta se distribuirá con fibra óptica, así como placas solares y calderas de biomasa.

El 90% de las habitaciones tendrán aporte de luz natural y se usarán materiales reciclables y altamente ecológicos; de hecho, se van a usar un tercio de los materiales que se aplicarían en la construcción de una triple fachada. Los materiales serán autóctonos, no derivados del petróleo y los vidrios cambiarán de color en función de las necesidades del edificio. Además, todos los productos tendrán certificaciones ambientales.

José Seguí, por su parte, explicó que los inversores cataríes del proyecto pidieron la consecución de la triple A, la máxima certificación energética según los estándares de la UE. La sostenibilidad, dijo, es hoy casi «un acto cultural» y destacó que se usan elementos cóncavos para bregar con los aires y otros valores ambientales que soportará el rascacielos, así como también que los materiales van a ser parecidos «a la piel humana, respiran, transpiran». Mucha de esta tecnología, ha reconocido, habrá de ser renovada a los 25 o 30 años, coincidiendo casi con el periodo de concesión otorgado a la empresa que explotará el hotel tras el concurso de concurrencia competitiva.

El presidente de Aehcos, Luis Callejón, señaló que la sostenibilidad de la industria hotelera es básica. «Tenemos que transformar los edificios en sostenibles», aclaró. En 2014, al 14% de los usuarios que reservaron a través de Booking les preocupaba que los hoteles cumplieran los estándares ambientales y fueran sostenibles; en 2015, el porcentaje subió al 52% y en 2016 al 60%, subrayó. «Si no nos transformamos, morimos», señaló el presidente de los hoteleros.