PISA se convierte, una vez más, en un juez inapelable que atasca la maquinaria divulgativa de los éxitos de la Junta en materia de educación. Es indudable que Andalucía ya no solo progresa adecuadamente en clase, sino que en su evolución destaca sobre el resto de comunidades autónomas, recortando distancias que hasta no hace mucho eran infinitas y logrando objetivos que a medio plazo parecían inalcanzables. Sin embargo, a la hora de verdad, los datos objetivos vuelven a situar a la educación en Andalucía a la cola de España, lógico teniendo en cuenta el punto de partida. Incluso a la hora de resolver problemas en grupo.

La OCDE efectuó el último informe PISA en 2015 pero hasta ayer no ha difundido los resultados de los tests desarrollados para evaluar la capacidad de los estudiantes a la hora de trabajar en equipo. Y en Andalucía no saben, según se refleja en el documento. España tampoco sale bien parada en la comparativa con el resto de países. De hecho, está por debajo de la media. Y saca incluso peores notas que en otras evaluaciones educativas realizadas por la OCDE, las individuales en ciencias, matemáticas y comprensión lectora.

Los países asiáticos lideran la clasificación de alumnos que mejor saben trabajar en grupo y ser responsables con las tareas asignadas. Son más disciplinados también en este sentido. Velan por el colectivo y el interés general y no son tan individuales como en otras zonas.

Singapur (561), Japón (552), Hong Kong (541) y Corea (538) son los que obtienen mejores resultados. España suma 496 puntos, cuatro por debajo de la media del conjunto de la OCDE, que incluye en su evaluación a 32 países miembros y otras 19 naciones y economías asociadas. Los últimos de la tabla son Túnez (382), Brasil (412), Montenegro (416) y Perú (418).

En España, los escolares de Madrid (519), Castilla y León (517), Navarra (505) y Cataluña (505), son los que mejor saben trabajar en equipo. Estas cuatro comunidades son las únicas que se sitúan por encima de la media. Sin embargo, Andalucía (483) y Extremadura (474), se sitúan a la cola. Llama la atención que el País Vasco, a la cabeza en otros aspectos educativos, ocupe las últimas posiciones (484) a la hora de evaluar la resolución de problemas en grupo.

Entre los actores que influyen, adquiere un peso importante la implicación de los padres en la escuela y en casa y la relación del estudiante con sus profesores y el resto de alumnos. El analista de PISA Alfonso Echazarra explica que el sistema educativo español se beneficia de que el alumno atraviesa menos cambios de centro a lo largo de su educación, por lo que los vínculos mencionados son mayores. A cambio, le falta conseguir que ese entorno personal positivo se vea reflejado en una mejor capacidad de los estudiantes para trabajar en grupo.

La educación española, según Echazarra, fomenta más la memorización, una interacción «bidireccional» entre profesor y alumno y una distribución de las clases en las que cada uno está en su propia mesa. «Hay que perderle el miedo a trabajar en equipo», recalca el experto.

La OCDE refleja que aunque los chicos son más eficientes al completar una tarea y encontrar la información necesaria cuanto antes, las chicas muestran un comportamiento más cooperativo y mayor entusiasmo.

España sigue además la tendencia general de que los hijos de inmigrantes obtengan peor nota que sus compañeros nativos.

Si los españoles sacan 502 puntos, tres más que la media de la OCDE, los inmigrantes bajan a 473, cuatro más.

Entre los factores evaluados en total se incluye la actividad física. La organización apunta que aunque quienes hacen deporte dos o más días a la semana superan en unos 20 puntos a los que no, cuando pasan de cuatro días su resultado empeora.

Pero, ante todo, la OCDE se ha prestado a este ejercicio colectivo ante la evidencia de que en un mundo que cambia cada vez más rápido, hay que saber dotar a los alumnos de las herramientas para trabajar en grupo.