Un malagueño, bueno, un madrileño que se hizo malagueño, comentando con el que firma este trabajo lo que el turismo ha significado para Málaga y la Costa del Sol, me dijo algo que me sonrojó: ¡Qué pocos malagueños han hecho la Costa del Sol!

Callé unos segundos€ y tuve que darle la razón porque cuando empezamos a enumerar las grandes inversiones llevadas a cabo en los municipios de Torremolinos, Benalmádena, Mijas, Fuengirola, Marbella, Benahavis, Estepona, Casares y Manilva apenas si aparecían nombres de malagueños o empresas constituidas por malagueños para tal fin.

Han pasado varios meses desde aquella charla. No quiero revelar su nombre porque no estoy autorizado para ello, y más teniendo en cuenta que mi interlocutor vino a la zona cuando el turismo estaba en sus comienzos, cuando apenas había hoteles, una agencia de viajes y un par de locales de ocio. Hoy, jubilado, sigue en Málaga donde viven sus hijos y nietos y es respetado y admirado por cuanto ha hecho por la zona. Debe de estar en posesión del más valioso archivo para escribir la historia de la Costa del Sol con detalles, anécdotas, lances€ totalmente desconocidos.

Aquella charla informal en la que recordamos hechos y acontecimientos registrados en la Costa del Sol, me incitó a escribir sobre el tema, relatando solo lo que yo he vivido e informado y a veces omitido durante mi etapa de periodista en activo.Primero, los ingleses

Dejo pasar, por ser de sobra conocido, los comienzos de la Costa del Sol cuando todavía no se llamaba así y tímidamente se barajaba el calificativo de Costabella. Los pioneros o primeros inversores fueron los ingleses y casi un siglo después continúan siendo los que más eligen la Costa del Sol para vivir o pasar sus vacaciones, prolongando su campo de acción a pueblos del interior, tanto de la Serranía de Ronda como de la Axarquía y el Valle del Guadalhorce.

Hecha esta salvedad, el primer malagueño (en este caso malagueña) que invirtió en la zona fue doña Carlota Alessandri que en 1934 convirtió un antiguo cortijo en el Parador de Montemar, en Torremolinos. El segundo malagueño que invirtió en la zona de Torremolinos fue Enrique Bolín Bidwel con la construcción del Hotel La Roca. Curiosamente los dos primeros inversores malagueños llevaban apellidos extranjeros.

A partir de entonces, y cada día pisando el acelerador con más fuerza, empezaron a llegar inversores españoles y extranjeros conscientes de las posibilidades de negocio no solo en Torremolinos, que entonces dependía de Málaga, sino de otros puntos, especialmente Marbella.

Sin orden alguno me permito citar algunos de los foráneos que pusieron en marcha todos los complejos turísticos con inversiones millonarias. Sobresalen o destacan nombres como los de José Meliá (varios hoteles, entre ellos el Don Pepe), José Banús (Nueva Andalucía y el puerto que lleva su nombre), Fermín Aguirre (complejo Alay), Mato y Alberola (Pez Espada), Bent K. Olsen (Tívoli), Alfonso José de Hohenlohe (Marbella Club), Ignacio Coca (Los Monteros), José Luque (El Fuerte)€ y muchos más cuyos nombres y sociedades escapan de mi memoria pero que llevaron a cabo obras a todo lo largo de la costa, pasando a compartir con Torremolinos todo el litoral occidental de Málaga, convirtiéndolo en la zona turística de mayor implantación en el sur de Europa. Los nombres de Marbella, Mijas, Fuengirola, Benalmádena, Estepona, Manilva, San Pedro de Alcántara, Ojén, Benahavís€se barajan constantemente. Ya no es solo Torremolinos como abanderado de la Costa del Sol. Todos bailan alrededor de la mágica denominación Costa del Sol.

Los inversores malagueños

Si uno empieza a indagar en la nómina de empresas e inversores que han creado la Costa del Sol con proyectos tan arriesgados como los citados en líneas anteriores y busca empresas malagueñas o malagueños que a título personal hayan participado en los mismos exponiendo su capital, se lleva la sorpresa o desengaño de no encontrarlos, salvo algunos casos muy concretos.

Me vienen a la mente Gálvez del Postigo, que levantó el primer hotel que lució el nombre de Costa del Sol; Ignacio López, promotor del Carihuela Palace: Juan Jiménez Lopera que construyó y explotó el Hotel El Pinar a la entrada de Torremolinos; Manuel Utrera Molina, con la agencia Viajes Málaga; José María Rosado, promotor de Calaceite, en la costa oriental; José Luis Martín Lorca, con varios hoteles como Torremora y Marymar. € y sobre todos, Cristóbal Peñarroya, con el complejo de hoteles y apartamentos en Benalmádena, complejo en constante desarrollo.

No inversores, pero malagueños comprometidos con el desarrollo de la Costa del Sol desde diferentes ángulos, tengo bien presente personas ya jubiladas que lo dieron todo por la Costa del Sol como Rafael de la Fuente, Francisco Calzado, Enrique Van Dulken y su hermano Gerardo, Antonio Andrade, Francisco Fernández García, Feliciano Pérez€ y otros que de alguna manera han contribuido al engrandecimiento y desarrollo de la Costa del Sol con pequeñas o grandes aportaciones que hay que reconocer. No fueron inversores pero sí personas que se desvivieron por colaborar en las empresas acometidas y dejando huellas de buen hacer.

Hoy, cuando la Costa del Sol es lo que es -sobran los adjetivos- muchos no malagueños que vislumbraron sus posibilidades y se incorporaron a los mil y un trabajos relacionados con el turismo, ya jubilados, son malagueños, no de adopción, sino de pleno derecho porque fueron brazos ejecutores de la gran empresa. De esos tengo en la memoria a Luis Callejón, fallecido recientemente; Antonio García del Valle, Enrique Cibantos y muchos otros ya desaparecidos pero que se quedaron en zona porque se consideran malagueños o costasoleños.

P.D. Pido disculpas por las seguras omisiones u olvidos que he cometido a lo largo de este capítulo de las Memorias de Málaga.