No hay pisos de alquiler en Málaga. La oferta es muy escasa. Y carísima. Sin embargo, la demanda crece, lo que produce un cuello de botella en el mercado. Una burbuja que no para de crecer desde hace un año aproximadamente y que hace inaccesibles los alquileres de larga temporada para las familias medias. Hay pisos en el Centro de la capital que, según las inmobiliarias consultadas, se han encarecido casi un 200% desde el mes de noviembre de 2016, aunque este incremento de los precios se sitúa en una media del 25% en el casco histórico, según el Colegio de Administradores de Fincas.

El diagnóstico es compartido: la demanda existe pero los propietarios, animados por tan elevada rentabilidad y los beneficios que les procuran los pisos vacacionales, prefieren retirarlos del mercado y alquilarlos a turistas. Un solo fin de semana puede reportar la mitad de lo que antes recibían durante todo un mes. «En Málaga no hay oferta. Prácticamente no hay nada de media o larga temporada y lo poco que hay está a precios desorbitados», reconoce Fernando Pastor, presidente de los administradores de fincas malagueños.

Esta subida de la demanda turística deja ya también sin opciones a los estudiantes de la UMA, que tienen serias dificultades para encontrar residencia. Quiere esto decir que los males del Centro se están contagiando a otras zonas de la capital, como por ejemplo Teatinos. Y que el boom turístico no solo afecta a los alquileres de larga temporada, también a los de media, como reconoce Pastor.

«Tenemos una demanda brutal de clientes y no hay pisos en oferta de larga duración. Casi todos se han transformado en pisos para alquileres vacacionales. De hecho, hay inversores que todavía están comprando apartamentos en el Centro para dedicarlos a ese uso», explica Juan Carlos Calderón, asesor inmobiliario de Inmobiliaria Martínez.

Un pequeño piso de un dormitorio en el Centro supera ya los 600 euros de renta. Si tiene dos dormitorios, alcanza los 800 euros. «Y si tiene una plaza de aparcamiento, no hay quien lo baje de mil euros», señala este experto.

«Estamos hablando, en muchos casos, de 30 metros cuadrados y no precisamente en la calle Larios», dice por su parte Inmaculada Vega, una de las gerentes de Rentacasa Alquileres. «Dentro del casco histórico hay zonas y zonas», matiza. «Alquilar un piso de tres dormitorios no lo encuentras por menos 900 euros. Y si es en el Centro, cuesta más de 1.300 euros», informa Pastor.

Vega no olvida las dificultades obvias que entraña la convivencia entre residentes habituales e inquilinos vacacionales. «La gente que vive en el Centro está amargada», reconoce. Por este motivo, solicita que en Andalucía se ponga en marcha algún tipo de regulación que impida crear apartamentos vacacionales en bloques de viviendas residenciales, como por ejemplo ya ocurre en las Baleares.

Aquí está de acuerdo con la propuesta de los administradores de fincas para poder cambiar la Ley de Propiedad Horizontal y se pueda vetar en las reuniones la creación de apartamentos turísticos en la comunidad por mayoría simple.

Unos que se van porque no lo pueden soportar. Otros, porque están recibiendo notificaciones por parte de los propietarios de que no van a renovar el contrato de alquiler porque tienen como objetivo transformar la vivienda en alojamiento turístico y sacar más rentabilidad a sus pisos. Y otros, porque, después de varios años sin sufrir subidas en sus rentas, «por el temor de los arrendadores a que decidieran mudarse y cambiar de domicilio», de pronto se les aplican incrementos imposibles que son una clara invitación a que hagan la maleta. «Desde el principio del verano se están revisando todas las rentas», explica Fernando Pastor.

Otro fenómeno recurrente en los alquileres en los últimos meses es la oferta de contratos discontinuos. Es decir, propietarios que ponen en alquiler sus viviendas durante la temporada baja con la condición de que sus inquilinos la desalojen en los meses de junio, julio, agosto y septiembre, con la idea de arrendarlas a turistas. Con todos el trastorno que puede llegar a suponer esto para los arrendatarios.