A pesar de ser un profesor, el joven José Martín Pinto, entonces de 34 años, tuvo que enfrentarse a los prejuicios suizos a la hora de alquilar un piso. «No querían extranjeros, decían que hablábamos muy fuerte, que poníamos la radio y televisión muy altas, que recibíamos muchas visitas... eran muy reacios», recuerda.

De 1970 a 1975 impartió clases de Lengua e Historia de España a los hijos de inmigrantes españoles en tres cantones de Suiza de lengua alemana, gracias a un convenio entre el Ministerio de Educación español y las autoridades helvéticas.

Hoy, recién cumplidos los 80, este licenciado en Filosofía y Letras, Ciencias Políticas y Sociología acaba de publicar el libro La emigración española de los años sesenta y la actual, un libro de divulgación que estudia el pasado y presente de la emigración, coeditado por la Fundación Unicaja y Arguval.

De su experiencia con los emigrantes españoles en la Suiza de los años 70 destaca el ambiente «cerrado y racista» que recibía a los trabajadores españoles, «sobre todo en la zona alemana» y la dureza de las condiciones de vida, «a pesar de que, en cierta manera, era una emigración tutelada porque había agregados laborales en la embajada y a los que iban con un contrato de trabajo, la empresa se comprometía a buscarle alojamiento, aunque no fuera muy bueno».

Como subraya, esta tutela es algo que no se produce en nuestros días, y pese a la libertad de movimiento y trabajo en la UE, el autor de la obra cree que «no todo el monte es orégano» y pone el ejemplo de muchos españoles que en Alemania subsisten con los famosos minijobs, «por 450 euros y pasándolas negras; gente preparada, de 25 a 35 años y con estudios, que a lo mejor en España no harían ese trabajo».

La obra, que incorpora la legislación de la emigración desde los años 50 a la actualidad, incluye el testimonio de emigrantes, uno de ellos, un inmigrante ucraniano en España, Igor Gorupashenko, ingeniero electrónico, que ha terminado creando una empresa de carpas para eventos.

José Martín considera que a muchos españoles se les ha olvidado ya que hemos sido un país de una fuerte emigración y considera buena la llegada de extranjeros a España. «Es algo positivo, sobre todo pensando en el futuro que tenemos de una población envejecida, además de que hay que pensar en las pensiones y en los brazos de trabajo que faltan».

En este sentido, recuerda que en 1992 «se crearon 900.000 puestos de trabajo, de ellos, más de la mitad lo ocuparon los emigrantes y hay estudios económicos que dicen que, en esos años, el 30 por ciento de la riqueza la promovieron ellos, además de que, gracias a ellos, la demografía aumentó en España».

El libro de este malagueño nacido en Osuna (Sevilla) también aborda la política migratoria de los principales países receptores. José Martín aconseja, en caso de tener que salir de España, no hacerlo «a la buena de Dios» y apunta que uno de los países que recibe a «gente preparada» con las mejores condiciones es Australia, con una tasa de desempleo del 4,8 por ciento, un salario mínimo de 1.900 euros y uno medio de 4.200. En 2016, 4.500 españoles probaron suerte en Australia.