Las terapias y fármacos actuales han hecho que el cáncer de mama esté cada vez más cerca de ser una enfermedad crónica. Sin embargo, las secuelas tras superar esta dolencia y la incorporación de nuevos hábitos es una asignatura aún pendiente para la recuperación a nivel emocional, social y profesional de las mujeres. Ante esta situación, la Unidad de Intercentros de Oncología Médica de los hospitales públicos de Málaga presentó este martes un programa pionero que apuesta por una rehabilitación integral.

La iniciativa comenzó en mayo y, desde entonces, 70 mujeres se han beneficiado de este programa con una duración de tres meses - dos sesiones por semana- que se basa en tres pilares: el ejercicio físico en sesiones grupales pero adaptado a las necesidades de cada una, el aprendizaje de nuevos hábitos alimenticios y una evaluación cognitiva, según expuso la responsable médico del proyecto, Bella Pajares, que toma el nombre del Club de Salud de las Mujeres Operadas de Cáncer de Mama.

«Le damos armas terapéuticas y es un tratamiento indefinido», indicó Pajares. Un programa que cuenta con la colaboración de la Universidad de Málaga (UMA), Novartis y la Asociación de Mujeres Operadas de Cáncer de Mama de Málaga (Asamma), que ha financiado el proyecto en este primer año con 5.000 euros. La iniciativa está asegurada de cara al año que viene durante el cual se beneficiarán, al menos, 70 mujeres, como explicó el director de la Unidad Intercentros de Oncología Médica de Málaga, Emilio Alba.

El programa, destinado a mujeres en fase de seguimiento tras superar la enfermedad, cuenta con una fase previa relacionada con pruebas de fuerza y de motivación, según informó el profesor del departamento de Fisioterapia de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UMA, Antonio Cuesta. Y es que, son muchas las que no saben qué tipo de ejercicio pueden hacer por falta de información y, sobre todo, miedo. Aun así, todos los ponentes insistieron en que la práctica de ejercicio, que han desarrollado en el gimnasio de rehabilitación cardiaca del Clínico, es uno de los principales hábitos que conforman la prevención secundaria. Un programa del que se ha beneficiado la paciente Ana Flores, quien destacó el reporte emocional que le ha supuesto asistir a clase con sus compañeras.

La alimentación, basada en la dieta mediterránea, es otro de los aspectos que aborda este programa a través de «píldoras informativas». Una asignatura pendiente para muchas de las participantes, tal y como expuso la técnica en dietética María José de los Ríos, que reconoció que las pacientes presentaban muchas dudas al respecto. «Casi ninguna practicaba la dieta mediterránea al principio,en cambio, al final aprobaron los test con el máximo de nota», informó. El consumo de bollería, azúcar y el exceso de carne son los principales hábitos no saludables que practicaban las pacientes. Un tándem (alimentación sana y ejercicio) que está comprobado que aumenta la supervivencia de aquellas personas que han superado un cáncer de mama, según indicaron durante la presentación del programa. A la jornada también asistieron la delegada de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, Ana Isabel González, y los gerentes de los Hospitales Regional y Virgen de la Victoria, Emiliano Nuevo y José Antonio Medina, respectivamente.

Por último, en el apartado cognitivo, el responsable de Oncología Emilio Alba indicó que son muchas las que han expuesto a lo largo de estos años que tienen dificultades para llevar a cabo algunas tareas complejas. Tras someterse al tratamiento oncológico algunos aspectos ligados a la concentración, el lenguaje y la memoria se ven afectados y, por ello, han incluido una evaluación cognitiva detallada. Apartados que trabajan durante un periodo de tres meses que generan nuevos hábitos de vida y con una eficacia «como la de los mejores fármacos», según informó Alba.