De generación en generación. El belén sigue siendo una de las más importantes tradiciones de la Navidad. La mayoría de las casas de España monta un nacimiento, aunque sólo sea el misterio. Y el momento de hacerlo es ahora, coincidiendo con el puente de la Inmaculada. Lo marca así el calendario y la costumbre. Más monumentales o más sencillos, el belén es una representación entrañable de los evangelios canónicos y de los apócrifos, que aunque no son reconocidos por la Iglesia Católica, sí que sirven de fuente de inspiración para los belenistas.

Estas personas sienten verdadera pasión y convierten el belén en una filosofía de vida que va mucho más allá de la Navidad. En esta sociedad de la inmediatez, de la cultura de la impaciencia y de la falta de reflexión, aún destacan quienes elevan su actividad al contraste del preciosismo, el rigor y la meticulosidad.

Es una afición, una pasión que llena buena parte del año, y su vida, no sólo las vísperas del Adviento. Bernardo Herrera es uno de esos virtuosos. Presidente de la asociación de belenistas La Alcazaba, desde el pasado mes de mayo, es uno de los creadores del belén que un año más se expone a la admiración de malagueños y visitantes en el trascoro de la Catedral. Este nacimiento es uno de los 61 que figuran en la guía de belenes que este año ha editado el Ayuntamiento, y en la que destacan, aunque solo sea por número, los instalados por las cofradías.

Herrera explica que fue precisamente en mayo cuando se comenzó a trabajar en el belén de la Catedral. Se trata de un misterio rectangular, a cuatro caras, de más de 75 metros cuadrados, que cuenta con 300 figuras y alrededor de 350 animales y enseres. «Todas las construcciones son nuevas y este año es un belén que compagina la tradición cristiana, como no puede ser de otra manera, y escenas representativas y perfectamente reconocibles de Málaga», señala.

Por ejemplo, a la entrada se ve el Teatro Romano con la Alcazaba, al fondo, «una maravilla», destaca. A partir de ahí y conforme el espectador va dando la vuelta, puede contemplar las típicas escenas belenísticas, hasta llegar al pesebre, que este año cuenta con figuras de 35 centímetros, muy grandes, del prestigioso artesano jerezano Joaquín Pérez, que está exponiendo en Milán o Génova.

Entre las escenas costumbristas malagueñas, el belén catedralicio incluye una cerería, «realizada por Miguel Gonzalo, de la cerería Zalo, uno de nuestros socios fundadores junto a Pepe Urbano». Y otra de las novedades más espectaculares, a juicio de Bernardo Herrera, es una simulación de lo que sería «una sinagoga o biblioteca hebrea, donde se ven a los escribas con todos los papiros y libros; unas miniaturas preciosas».

Otra característica del belén se encuentra en la fachada del Mercado de Atarazanas, en cuyo interior figuran puestos árabes «y en algo que ya no existe, pero que existió en su día: la Torregorda, al lado del Mercado». Es decir, que también se hace un homenaje a la Málaga Musulmana en mitad de un belén de tradición cristiana. A su lado hay un barrio de tintes para concluir con la escena de la Sagrada Familia en su Huida a Egipto, en medio de un pareja de dunas de arena y con el templo egipcio, de fondo, ya utilizado el año pasado pero adaptado para la ocasión.

La historia del nacimiento de Jesús y todas los hechos que lo rodearon son escenas que habitualmente se representan en este arte que en Málaga cuenta con destacados representantes del belenismo.

El origen del portal de Belén se sitúa en la Edad Media. En el año 1223, tres años antes de su muerte, con el permiso del papa Honorio III, San Francisco de Asís celebró una misa de Navidad en el pueblo de Greccio, con una imagen del Niño Jesús, el buey y la mula formó un emotivo cuadro que acompañó de canciones y poesías populares. A este acto fueron invitados religiosos de varias partes, así como hombres y mujeres del lugar que asistieron con luces y hachas a aquella Nochebuena.

Esto emocionó a la gente e hizo que la costumbre se extendiera durante los años sucesivos por otros pueblos y ciudades. Los franciscanos fueron quienes comienzan a conmemorar plásticamente el aniversario del Nacimiento de Jesús. E importan esta costumbre a España, donde autores como Martínez Montañés en el siglo XVI y La Roldana en el siglo XVII, contribuyeron con sus esculturas al auge que posteriormente tomaría la instalación de belenes.

Con anterioridad, en el siglo II, se adoptaron escenas del Nacimiento de Cristo y se pueden apreciar algunas muestras de estas representaciones en la Catacumba de Priscila, en la que aparece por primera vez la Virgen con el Niño en brazos y a su lado el profeta Isaías apuntando con el dedo hacia una estrella.

La tradición belenística más importante se encuentra en Murcia, donde existe toda una industria artesana dedicada a la fabricación de piezas. También en Jerez, donde incluso existe un mercado turístico relacionado con el belenismo. En Málaga esta costumbre también está muy arraigada, con belenistas que son muy cotizados aunque la mayoría de las veces lleven a cabo su trabajo de forma altruista y hasta benéfica.

«Lo que nunca debe faltar es paciencia. Tampoco cariño. Todos los belenes, aunque no sean perfectos o espectaculares, son bonitos y entrañables», dice Bernardo Herrera, quien destaca que la llegada al belenismo del porexpan (estruido o no estruido) hace seis años, o de la espuma de poliuretano, han supuesto una revolución.