La firma en noviembre de 1977 del gobernador civil, Enrique Riverola Pelayo, daba por buena «la licitud y determinación de los fines» de la Asociación de Vecinos La Unidad, de Nueva Málaga. El pasado 23 de noviembre, los vecinos del barrio conmemoraron en el centro ciudadano Antonio Sánchez los 40 años de la asociación.

Por cierto que desde hace cinco años, el centro ciudadano lleva el nombre de Antonio Sánchez, el hombre que fundó el colectivo y lo lideró durante 27 años. Fallecido en 2012, fue un auténtico alcalde de barrio, una persona que, como esta semana recordaba su hija Maribel, «a las tres de la tarde venía de trabajar en la Coca Cola, se echaba una cabezadita y a las cinco ya estaba en la asociación de vecinos».

Había mucho por hacer en esos años en Nueva Málaga. Antonio Sánchez fue uno de los primeros vecinos en llegar, en 1969; de hecho, ocupó el primer bloque construido.

Poco antes, el barrio se topó con la quiebra fraudulenta de la constructora Nueva Esperanza, que dejó en la estacada a más de 10.000 personas y en el aire la construcción de 330 viviendas en la zona de Gamarra junto al Arroyo del Cuarto. La constitución en 1969 de la Cooperativa de Viviendas Ciudad Nueva Málaga salvó la situación y el barrio dedicó sendas calles al magistrado Salvador Barberá, el fiscal Enrique Beltrán y el Ministerio de la Vivienda, que encarrilaron la situación tras el desfalco de 700 millones de pesetas.

«Ni los taxis entraban»

Como en 2008 recordaba a este diario el propio Antonio Sánchez, «ni los taxis entraban» al barrio, por la falta de carreteras asfaltadas. En esos inicios, el autobús más cercano, el 9, dejaba a los vecinos delante del Colegio de Gamarra «y desde ahí teníamos que llegar a Nueva Málaga, porque no había parada en el barrio, así que en verano había que tragar polvo y en invierno, teníamos que andar entre escombros porque los coches pasaban y te llenaban de barro», recuerda Maribel Sánchez.

Y luego estaba el problema del Arroyo del Cuarto, una auténtica cloaca de la ciudad que repartía por el entorno mosquitos y mal olor. Por eso, Antonio Sánchez se propuso, como primer objetivo de la asociación, lograr el embovedado y también un colegio para el barrio, que solo contaba con aulas prefabricadas.

Todo lo fue consiguiendo gracias a su tesón y un trabajo «a piñón fijo», una de sus expresiones favoritas. Como recuerda su hija, «si a él le negaban una cosa, empezaba a pensar cómo podía conseguirla de otra manera». De esta forma, la hija de Antonio comenta que, al fallecer su padre, el alcalde, Francisco de la Torre, resaltó de él su talante «constructivo».

José del Castillo, de 32 años, y desde marzo, presidente de la asociación de vecinos, recuerda que el fundador de la asociación negoció con el Obispado para que la futura iglesia del barrio no se construyera donde hoy está el patio del Colegio Ramón Simonet, sino en un descampado, en lo alto del barrio. La construcción de la parroquia de Santa Ana y San Joaquín en esa otra parcela permitió al colegio contar con más espacio.

En la misma línea, una de las primeras cosas que hizo La Unidad fue fundar una asociación deportiva con los jóvenes del barrio y lograr un acuerdo con la Caja de Ahorros de Ronda para que Nueva Málaga contara con biblioteca y hogar del jubilado.

Mariluz Guerrero, tesorera de la asociación de vecinos, cuenta que «cuando nos vinimos a vivir al Camino de los Castillejos no teníamos un salón para que la comunidad pudiera reunirse, Antonio nos prestó el local de la asociación y allí hicimos unas cuantas reuniones».

Ese primer local se encontraba en la calle Juan Cortés Cortés, una calle que recuerda al presidente de la Cooperativa de Viviendas Ciudad Nueva Málaga.

Durante la presidencia de Antonio Sánchez llegaron nuevos centros educativos, su ansiado centro de salud -por el que peleó porque había barrios vecinos que también lo pretendían- y no solo el embovedado del Arroyo del Cuarto sino su conversión en zona verde, el Parque del Norte, después de rechazar que llevara su nombre, una propuesta de los vecinos.

Con el Parque del Norte el presidente vecinal batalló hasta el final para conseguir mejoras, pues el diseño no convenció y sigue sin convencer. «Elvira Quijano, la anterior presidenta, lo llamaba el parque desnortado», explica José del Castillo, en alusión a los requiebros que deben darse en algunos tramos para pasear. «Esperábamos una cosa más moderna, con más espacio; más parecido al Parque del Oeste», cuenta Natalia Machuca, secretaria de la asociación de vecinos.

Por su parte Maribel Sánchez recuerda que, incluso jubilado de la asociación de vecinos, siendo presidente de honor y con la salud ya decaída, «a mi padre lo sacábamos en silla de ruedas y desde que salía del bloque estaba preguntando si habían regado en un sitio o en otro. Los jardineros del parque le conocían todos».

Tras Antonio Sánchez, se pusieron al frente de la asociación Esteban Fernández, recientemente fallecido; Carmen Flores y Elvira Quijano. El actual presidente señala que, entre las mejoras que todavía necesita Nueva Málaga se encuentra el diseño del Parque del Norte, «que es un laberinto, se me escapa la cría y no la encuentras» y aspectos como la recogida de muebles, que necesita mejorar mucho y la limpieza, cuya deficiencia ha sido una queja constante de La Unidad.

El 23 de noviembre, la asociación aprovechó la conmemoración del 40 aniversario para entregar placas a los vecinos que más se han significado con el apoyo al colectivo y al barrio y proyectó un vídeo sobre la historia de Nueva Málaga y los logros vecinales.

«Mi padre estaría contentísimo de saber que esto sigue adelante», confiesa la hija del inolvidable Antonio Sánchez.