Pese a ser el monumento más visitado de España, el malagueño Luis Ruiz Padrón también ha podido dibujar el silencio de la Alhambra de Granada: «Era un día casi de invierno, la luz era horizontal, estaba dibujando la puerta de Bib-Rambla, el recinto estaba vaciado de turistas y en ese bosque otoñal se escuchaban los pasos de alguien y el rumor del agua». Ese momento mágico y otros muchos son los que encierra Cuaderno de la Alhambra, el libro que acaba de publicar la veterana editorial Gustavo Gili.

Se trata del cuarto cuaderno de dibujo que publica el arquitecto malagueño, fundador del colectivo de dibujantes urbanos Urban Sketcher Málaga y corresponsal de Urban Sketcher internacional, que ha dedicado los tres anteriores al Ayuntamiento de Málaga, a su ciudad natal y al Puerto.

«Era una idea que tenía desde hace bastante tiempo y me apetecía mucho el reto», cuenta. Luis Ruiz se lo propuso a la editorial durante un encuentro en la feria del cuaderno de viaje que se celebra todos los años en la ciudad francesa de Clermont-Ferrand. «Estuvieron echando un vistazo a mi trabajo, les dejé caer la idea y con el tiempo aceptaron la propuesta».

Luis Ruiz Padrón,que ha estudiado con los manuales de Arquitectura de la editorial Gustavo Gili, confiesa: «Si me llegan a decir hace veinte años que voy a tener un libro con la GG en el lomo, no me lo hubiera creído. Además, la editorial ha mimado mucho la edición», resalta.

Los más de 40 dibujos que ha hecho de la Alhambra, Patrimonio de la Humanidad, tienen detrás muchas visitas a Granada, en especial «tres visitas de una semana cada una», entre junio de 2016 y enero de este año, «no porque fuera necesario tanto tiempo, sino porque para mí era importante reflejar las distintas estaciones, la textura, la fuerza de los colores del verano y del paisaje humano, que es fascinante en las colas».

Porque el libro de Luis Ruiz Padrón no se limita a mostrar sin más la fascinante arquitectura del lugar sino que sus dibujos y las notas que lo acompañan tienen mucho de cronista, por eso resalta: «Para mí era importante no desvincular la arquitectura del fenómeno humano y el cultural, las tres facetas».

Eso explica, por ejemplo, que a la hora de retratar el archifamoso patio de los leones, el dibujante refleje en el comentario del dibujo una anécdota real: un niño comentó a su padre que los leones le recordaba a Doraemon.

Y claro, también aparecen las multitudes, móvil en ristre, fotografiando todo lo que no se mueve. Como explica el arquitecto, «estar en un sitio dibujando durante 40 minutos te permite notar comportamientos de la gente que de otro modo te pasarían desapercibidos». De esta manera, ha captado, en las maravillosas salas de los Abencerrajes y de las Dos Hermanas la obsesión tecnológica de buena parte del público. «Es un lugar que tiene una espacialidad tan interesante que es imposible percibirla en plano. Tienes que percibir el espacio en todas las dimensiones y ver que la inmensa mayoría de la gente, en una especie de procesión, reduce esa experiencia tridimensional a mirar a través de la pantalla, es algo que desconcierta bastante».

Para él ha sido un reto captar el inolvidable Salón de Embajadores, con esa «abstracción de la boveda celeste», que finalmente resolvió con la técnica del ojo de pez.

Luis Ruiz Padrón cita varias veces a John Berger, para quien dibujar «es mirar», por eso ha querido hacer un libro diferente, en el que se convierte en un visitante más de la Alhambra. «Es la visión de un arquitecto pero también es meterse dentro del pellejo del turista», resalta.

El libro, del que no hay otro parecido en la tienda de la Alhambra, como pudo comprobar el autor, ya se vende en sendas versiones en español e inglés en este espacio, además de en las principales librerías malagueñas y cuenta con el patrocinio de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Cuaderno de la Alhambra: dibujar y mirar.