­El malagueño Javier González de Lara preside desde hace cuatro años la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) y la semana pasada anunció que se presentará a la reelección el próximo mes de marzo para afrontar un segundo mandato al frente de la organización. González de Lara, que también preside la Confederación de Empresarios de Málaga, (CEM), ha recibido el respaldo unánime a su candidatura de los órganos de gobierno de la CEA y numerosos apoyos de distintos sectores, territorios y ámbitos empresariales. Afirma que su intención es «continuar con el intenso proceso de modernización» iniciado en la CEA y con la «recuperación de su reputación y viabilidad económica». Además, incide en la necesidad de continuar con la implantación de un modelo organizativo «más transparente, participativo y eficiente». La CEA tiene más de 215.000 afiliados en toda Andalucía entre empresarios y autónomos.

¿Le ha costado mucho decidirse a repetir o lo tenía claro desde hace tiempo?

Ha sido una decisión difícil de tomar, han sido cuatro años muy duros, pero se está en esta responsabilidad por vocación de servicio. Aparte, no es sólo el deseo personal sino la recepción por parte de los demás. En este sentido, ha sido muy importante el apoyo unánime recibido el pasado 14 de diciembre del comité y de la junta directiva de la CEA. Ha sido un reconocimiento a la labor desempeñada en el primer mandato. Eso ayuda a decidirse, ver que hay buen clima, buen ambiente. Se trata de estar al servicio de la organización, no al revés. Por eso me ha generado mucha satisfacción ver que hay confianza en el proyecto por parte de todos los sectores e interés de que continúe.

¿Descartamos entonces posibles candidaturas alternativas?

No lo sé. Formalmente se ha anunciado mi candidatura pero el proceso electoral no se abre hasta febrero. Quien tenga capacidad y avales suficientes está en su derecho aunque es verdad que el propio respaldo del comité y la junta directiva de la CEA a mi candidatura hace, obviamente, que en principio no se espere otra. Pero hay que ser prudente.

¿Qué balance hace de estos cuatro primeros años en la CEA?

Me encontré una organización con enormes dificultades desde el punto de vista económico, reputacional y de estructuración. Hemos tomado decisiones valientes y construido una nueva CEA, que ha consolidado y mejorado su reputación y su situación financiera, aunque todavía hay tarea por hacer. Esto no se puede resolver en un mandato. Seguramente al término del próximo la situación será distinta. Había serias dificultades de subsistencia, de mantenimiento, siendo una organización con una enorme trayectoria y una labor importantísima de servicio al empresariado. Hemos recuperado no sólo el fuste sino que estamos con fuerza. Somos quizá la patronal española con más integrantes aunque sí es verdad que no tenemos tantas compañías de gran tamaño como quisiéramos. La base asociativa es muy fuerte y seguiremos haciendo un modelo nuevo, de renovación, mas transparente, participativo y eficiente.

La CEA que heredó tenía, efectivamente, una gran deuda ¿Se han encarrilado los pagos?

Cada año presenta sus problemas y retos. El resultado de este 2017, y todavía tenemos que ver el cierre de ejercicio, va a ser bastante favorable. Mi previsión es que se va a consolidar la tendencia de sostenibilidad y equilibrio económico-financiero de la CEA. Por supuesto, estamos haciendo todas las amortizaciones de deudas históricas atrasadas, cumpliendo religiosamente con los proveedores. Cuando te encuentras un pasivo, la solvencia está en que sepas responder en tiempo y forma. Hay que dar la cara ante los proveedores y eso se ha hecho. La organización tenía este tema francamente desestructurado. Yo creo que el gran valor de este equipo directivo ha sido identificar el problema para hacerle frente. Mi expectativa es que las cuentas sean este año esperanzadoras e ilusionantes de cara al futuro.

Antes hablaba de un modelo más transparente, ¿a qué se refería?

Me refiero al funcionamiento interno y externo. Cuando llegué lo primero que hice fue una reforma de estatutos, integral y absoluta, para que hubiera más participación de las asociaciones y empresas y para que tuvieran un canal directo de interlocución en la CEA. Eso se ha hecho a través de un código de buen gobierno que hemos aprobado en este mandato. No juzgo el pasado, hablo de los tiempos que me han tocado vivir, que requieren de mayor fluidez, conectividad e interlocución con la sociedad, con las administraciones, con los sindicatos... No juzgo si antes se hacía así o no. Conmigo se hace de otra forma y creo que hay gratitud por ello.

¿Cree que la imagen de la CEA, que estaba algo deteriorada tras anteriores etapas, ha mejorado?

Ha mejorado un ciento por ciento. El cambio ha sido radical. Es otro modelo, más participativo, abierto y próximo. Somos de otra forma. Intentamos hacer con rigor nuestro trabajo. No entramos en controversias inútiles y absurdas contra nadie, defendemos los intereses empresariales de todos y aparcamos los intereses particulares. Ese es el modelo que he intentado trasladar a la CEA desde Málaga. Habrá que perfeccionarlo pero creo que es un modelo que agradecen las propias empresas y los empresarios.

Su llegada a la presidencia de la CEA supuso una cierta reivindicación del papel económico de Málaga como motor andaluz. También tenía como objetivo descentralizar el modelo, muy volcado hasta entonces en Sevilla ¿Ha habido resistencias?

No he encontrado ninguna resistencia en absoluto. Ha habido plena confianza hacia la labor que quería hacer y respeto, quizá por la valentía de haber dado el paso hace cuatro años en un momento tan complejo. Ese respeto es el que me ha permitido actuar. No he tenido ninguna hipoteca en forma de presión, primero porque no lo hubiera consentido. No ha habido intromisiones y eso dice mucho del entorno de Sevilla. Nada más lejos de la realidad que haber sentido rechazo por ser malagueño. Me han aceptado magníficamente. He intentado ser muy respetuoso con un entorno empresarial muy importante como es el de Sevilla.

Ha estado recorriendo constantemente la geografía andaluza en este tiempo.

Es verdad que he intentado generar un modelo de CEA más descentralizado, donde todas las provincias juegan la partida de igual a igual. El espíritu de la CEA cuando se fundó, hace 38 años, era ése. El mismo peso para todas, sin dejar de reconocer por supuesto que la capital política y administrativa de Andalucía es Sevilla y que la sede central de la CEA está allí. Eso es básico pero le puedo decir que los casi 300.000 kilómetros que me he recorrido estos cuatro años por toda Andalucía no han sido baladíes. Es un modelo más abierto, más aperturista, de más proximidad personal e institucional. No sé si lo he logrado pero estoy en ello. Y quiero consolidar este formato, que ha sido bien recibido.

¿Se han superado ya entonces los recelos entre Málaga y Sevilla de tiempos anteriores?

Yo he sido recibido con los brazos abiertos con respeto y aceptación, sabiendo también que uno debe ser tremendamente respetuoso con las estructuras y ámbitos empresariales de Sevilla, que son muy sólidos. Aprovecho para decir que en Sevilla se valora mucho a Málaga. Es algo que rompe muchos moldes y estereotipos sobre rivalidades. Creo que ya se ha superado todo eso y el que no lo haya hecho se ha quedado en un modelo del siglo pasado. Vivimos en una globalización enorme, pues imagínese en el caso de dos provincias hermanas como Sevilla y Málaga. Ahora mismo ese eje es una realidad, cada vez más potente, entre intereses de ambas provincias y de toda Andalucía. Sevilla y Málaga representan casi el 50% del empresariado de la comunidad. Hay un sentido de respeto y de vinculación que quizá antes no se había cultivado, es posible, pero hoy en día todo eso está superado y espero que en los próximos años se consolide. La normalización en este tipo de relaciones es absoluta porque además los propios empresarios tienen un sentido práctico: los negocios no entienden de rivalidades. No hay nada más dañino para un buen negocio que una rivalidad.

Hablando ahora en clave externa, ¿cómo observa el actual panorama económico? ¿Estamos saliendo de la crisis?

Nuestra sociedad y nuestra economía han demostrado una gran fortaleza pero una cosa es decir que después de diez años estamos en la senda de la recuperación y otra que digamos que todo ha pasado y que podamos certificar la defunción de la crisis. Esto va por sectores y por territorios. Hay un 40% de pequeñas y medianas empresas que siguen emitiendo bases imponibles negativas en el Impuesto de Sociedades. Están vivas y sobreviven, pero no tienen beneficios. Por eso no podemos decir que la crisis haya finalizado. Pero es cierto que en 2017 la economía española y andaluza ha crecido un 3% y eso es muy importante, porque es un crecimiento equilibrado y sin desfases. Este año es para recordar y debe marcar un cambio de tendencia después de una época tan larga de crisis, de sufrimiento, de desaparición de empresas, de sacrificio de trabajadores.

Las cifras de paro siguen siendo inadmisibles, ¿cómo se resuelve este problema?

Necesitamos todavía tiempo, que las empresas puedan contratar con normalidad y se rompan aún factores de incertidumbre. Ha habido una destrucción de empleo enorme pero hay que recodar que hemos estado con más de un 30% de tasa de paro y ahora estamos con algo más del 20%. Todo esto no se resuelve de golpe, harán falta todavía dos o tres años como mínimo. Hay que quedarse también con lo positivo. En el último año se han creado en Andalucía 108.000 empleos. Venimos de una crisis insólita y queda mucho por hacer, la tasa de paro aún es muy elevada pero se estabiliza la caída del desempleo. Yo he dicho ya varias veces que si fuéramos capaces de crear 100.000 empresas en Andalucía en los próximos cinco años se generarían casi 500.000 empleos. No es algo imposible, de hecho, este 2017 se han creado 18.000 empresas.

¿No toca ya que el empleo que se genera sea mas estable? El mercado actual es altamente precario.

Es lo recomendable y deseable. El problema es que no todas las empresas pueden hacerlo, todo depende también del sector. En Málaga dependemos mucho de la hostelería y el turismo, por eso lo importante es romper la estacionalidad y que haya actividad todo el año. Qué duda cabe de que la estabilidad en el empleo es un reto pero hay segmentos que son temporales, por ejemplo el campo y sus cosechas. En todo caso, pienso que el debate ahora mismo no debe ser si hay mayor o menor empleo temporal sino si hay empleo. Estamos creciendo y eso es importante. Ojalá en el futuro pueda haber más indefinidos.

¿Y no es momento también de que los salarios empiecen a subir ahora que los beneficios empresariales aumentan?

Ya se están produciendo a nivel global incrementos medios del 1,5%, hay que ver caso a caso y circunstancia a circunstancia. A nosotros nos parecía muy interesante constituir una mesa nacional con los sindicatos para establecer suelos y gastos y propusimos subidas de hasta el 2,5%, con un parte vinculada a la productividad, pero no pudo ser. Creo que el concepto de productividad (si la empresa o el sector va o no mejor) debe ir introduciéndose porque lo de las subidas de sueldo completamente lineales es muy discutible.

Pero la realidad es que los actuales sueldos son, en general bajos, y que no se ha recuperado lo perdido en la crisis.

Sí, pero eso es algo que tampoco se resuelve en un momento. Las cosas irán recuperándose progresivamente. Las empresas no pueden subir indiscriminadamente los salarios porque muchas, como he dicho antes, tienen todavía pérdidas. Recuerdo también que en España tenemos también las cotizaciones sociales un 30% más altas que la media europea. Es un verdadero impuesto al empleo que nos hace menos competitivos. Eso no quiere decir que los empresarios no queramos subir los sueldos pero hay que hacerlo progresivamente y en mayor medida en aquellos segmentos donde haya posibilidades de hacerlo.