Los primeros acordes de la guitarra de Antonio ya suenan. Es su día y su compañera de batallas desde hace 40 años está afinada para acompañar las voces de todos los que componen la panda Primera de los Montes. Una guitarra que perteneció al malagueño Manuel Comitre, un referente dentro del flamenco local, y que, por azar de la vida, llegó a sus manos. A sus 62 años reconoce que su ilusión en un día como este es similar a la de un niño que espera a los Reyes Magos. Mira su guitarra y no duda: «Yo creo que me jubilaré con ella».

Cientos de fiesteros disfrutaron ayer de su gran día, la Fiesta Mayor de Verdiales, un reconocimiento a una de las tradiciones más arraigadas de la cultura malagueña: el cante y baile que representaron un total de 26 pandas por los estilos Montes, Almogía y Comares.

Vestidos como manda la tradición, en torno a las 12 de la mañana, las primeras pandas empezaban a hacer sus corrillos y a calentar de cara al concurso anual. Una gran carpa situada en el auditorio del Puerto de la Torre acoge el escenario por el que pasan todas las pandas y cientos de personas disfrutan de este espectáculo ancestral que celebra la edición número 56. María Isabel acaba de llegar. Sin descansar desde la semana pasada para poder pedirse el día, está preparada violín en mano. «Yo empecé bailando y con las castañuelas pero sentía que quería estar dentro del círculo», explica esta joven de 27 años. Fue así como se lanzó un día a coger el que había sido el violín de su abuelo y aprendió de oído a tocarlo. «En dos años me hice. La adaptación fue dura pero lo hice rápido. Había escuchado muchos verdiales desde pequeña», asegura. Ahora está en el lugar que quiere.

«Y entre todas sobresale / tiene Málaga una fiesta / que entre todas sobresale/ no hay ninguna como esta / se llaman verdiales / que es la más antigua y nuestra».

Esa es una de las estrofas que suena en la panda El Manantial y en ella Estela, a sus 14 años, se estrena como abanderada. Sin embargo, el viento parecer ser su mayor enemigo en este día. «Hace mucho viento y la bandera se va», explica a sus compañeras de panda mientras frunce el ceño. Está nerviosa porque quiere que salga bien y aunque baila verdiales desde los cinco años hoy es un día diferente para ella.

Algo similar le sucede a Mari Carmen. A sus 61 años, hace tan solo dos que se animó a entrar en este mundo. Baila en la panda de Teatinos y se unió porque su marido estaba desde hace algunos años en ella. «Yo pensé: algo tengo que hacer así que me uní y de paso hago ejercicio», explica mientras baila momentos previos a subir al escenario con Antonio. Él lleva algunos años más, en concreto, ocho. Amante del baile y con nociones en baile de salón tenía interés por aprender y no dudó en quedarse. «Me gusta mucho. Es un arte», explica este malagueño.

Mientras algunos ensayan, otros aprovechan para comer y beber durante su gran día. Juan lleva 15 años acudiendo a la cita y repartiendo almendras entre visitantes y participantes. «Si no llueve podremos sacar el jornalillo», comenta mientras mira al cielo que se pinta de tonos grises e invita a la incertidumbre.

Entre ensayo y ensayo, Nuria, Vero, Toñi y Paqui saludan a amigos y toman algo en este esperado 28 de diciembre. Algunas han tenido que pedir el día para no perderse una de las grandes citas del año y en la que participan desde hace 15 años, aproximadamente. Integrantes de la panda Primera del Puerto de la Torre son las terceras en participar en el concurso. Para el pequeño Jorge también es un día especial. Toca el pandero desde hace tres o cuatro años, como manda la tradición familiar, pero a sus 12 años hoy se estrena en el concurso. Asegura que no está nervioso y mantiene el tipo mientras llega su momento. José Antonio, platillero desde hace tres años, ya está hecho a los nervios del día y disfruta de la jornada. Pertenece a la panda de Moclinejo y él mismo explica entre risas que le cogieron de platillero. «Yo empecé con el violín pero mientras aprendía me puse con los platillos y aquí me he quedado», comenta.

El día avanza, y las pandas de los tres estilos pasan por el escenario. Un momento único que puntúa un jurado y del que sale el ganador de cada una de las modalidades. Este año, el estilo Montes fue para la panda Primera del Puerto. El primer premio del estilo Almogía acabó en empate entre De Almogía y Raíces de Almogía y, por último, en el estilo Comares, el reconocimiento fue para la panda Primera de Comares. Mientras tanto, el resto de pandas siguen bailando y siguen cantando. El año que viene habrá más.