El día de Año Nuevo amaneció ayer espléndido en Málaga, con un sol que asemejaba más al de un cálido día de primavera que al que cabría esperar de estas fechas navideñas. Pero es que los rigores del General Invierno, ésos de los que tanto nos hablaban nuestros abuelos, parecen estar pasando definitivamente a mejor vida, superados por los efectos del cambio climático. La buena temperatura se agradece, por supuesto, pero es que es invierno, caramba, y lo lógico es que los abrigos y las bufandas fueran estos días el atuendo imprescindible para todo aquel que se echa a la calle. Pues este año ni frío ni por supuesto lluvia, y eso es todavía más preocupante, ya que nuestros embalses continúan en niveles mínimos. El caso es que la soleada jornada animó a muchísimos malagueños (sobre todo a los que no apuraron la fiesta de la noche anterior hasta horas intempestivas) a salir a pasear, rompiendo en parte con la clásica estampa de un 1 de enero presidido por calles semivacías. Tampoco faltaron a la cita los aficionados al running o los que, simplemente, se han tomado en serio eso de cumplir con los buenos deseos del nuevo año y salieron a correr para empezar a quemar las calorías de estos traicioneros días de comilonas. Las principales vías del Centro, la plaza de la Marina, el Parque y, sobre todo, los paseos marítimos de la capital mostraban así un animado aspecto, que fue ganando todavía más colorido conforme llegaba la tarde.

Fue también una jornada en la que algunos, pese al atracón de Nochevieja, aún tenían pendiente en sus casas alguna comida con amigos o familiares (ideales son para estos casos las sobras del banquete de Fin de Año), lo que hizo que aparcar en muchas barriadas siguiera siendo una tarea mucho más ardua de lo habitual. Lo cierto es que en los días navideños impera la barra libre. El primer turno le corresponde a la Nochebuena y al día de Navidad, luego vienen la Nochevieja y el Año Nuevo y el ciclo lo cierra el Día de Reyes. Son jornadas en los que la masiva afluencia de invitados a las casas de familiares o amigos obliga a pelear por hasta el último centímetro cuadrado de aparcamiento disponible. Y en caso de que no queden plazas libres tampoco hay demasiado problema: se ven coches en doble, triple y hasta cuádruple fila (suponemos que con la precaución de estar atentos por si alguien quiere salir). También es frecuente contemplar a muchos vehículos (incluidos todoterrenos) montados en las aceras o cuidadosamente aparcados en las puertas de los garajes, dejando el sitio justo para que los vecinos puedan salir del parking. Eso por no mencionar a los que ocupan con sus coches el carril de la vía que está pegado a las medianas de las calles, estrangulando la circulación. Afortunadamente para todos esos conductores, la Policía Local afronta esas jornadas con bastante comprensión al respecto y, salvo casos flagrantes de coches que impidan la circulación, no parece cebarse a multas con los masivos infractores.