No cabía un alfiler en el Centro. No sólo había miles de personas comprando los regalos de última hora, sino que la cabalgata de los Reyes Magos hizo que el corazón de la ciudad volviera a llenarse de caras repletas de ilusión en la antesala de la noche más larga, la que va del 5 al 6 de enero. Los niños y niñas de Málaga decían a este periódico que habían sido buenos y que esperaban que les trajeran lo que habían pedido en sus cartas. Alguno, incluso, no la había mandado todavía. «Ahora iremos», decían los padres. Sonrisas, abrazos y hasta algún baile fueron la tónica predominante de una tarde en la que, pese a las malas previsiones de lluvia y viento, finalmente no hubo precipitaciones, ya que estas estaban previstas a partir de la medianoche de hoy. Tampoco hubo mucho viento.

A las cinco de la tarde, Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente salieron de la Alcazaba y se dirigieron hacia el Ayuntamiento, junto a sus pajes y guardias. En ese momento, muchos niños querían una foto y la estrella de la tarde fue Baltasar. Los niños y niñas se hicieron fotos con los tres reyes. «¿Te has portado bien?», preguntó Gaspar a una niña, que asentía ante la atenta mirada de su madre. Baltasar, incluso, tuvo que grabar un mensaje de voz para una madre que debía tener intención de mandársela a la hija.

En el Ayuntamiento los recibió el alcalde, Francisco de la Torre, que, junto al resto de la corporación, los esperaba en las puertas del Consistorio. Ya dentro del edificio consistorial, los Reyes Saludaron desde el balcón y Jesús Miguel Pérez Amezcua, un jovencito de once años que en 2017 ganó el Pregón Infantil de la Semana Santa, leyó su carga a los reyes en representación de los niños malagueños. La Banda Municipal de Música interpretó varias piezas para amenizar una tarde en la que el griterío infantil motivado por la ilusión era de órdago.

La comitiva inició su largo peregrinar a las seis de la tarde y recorrió, durante varias horas, un itinerario que le llevó a rodear el casco antiguo, pasando por el Paseo del Parque, la Alameda, Atarazanas, el Pasillo de Santa Isabel y Carretería, entre otras calles. Una vez en la Plaza de la Merced, los Reyes de Oriente y su cortejo discurrieron por Alcazabilla y Cister hasta la Catedral. Así, hicieron una ofrenda al niño Jesús en la fachada principal de la Plaza del Obispo con la actuación de la Escolanía del Orfeón Universitario.

Antes, los niños pudieron disfrutar con sus personajes de dibujos y animación preferidos: muchos de ellos, a hombros de sus padres, recibían los caramelos con gran alegría y otros, los más valientes, se acercaban a saludar a sus personajes preferidos: los diferentes protagonistas del Rey León, carroza que abría el cortejo; los miembros del pasacalles del grupo de patinaje artístico Club Deportivo Maristas, los Osos Amorosos, 101 Dálmatas o Scooby Doo. Como siempre, participó en la elaboración de la cabalgata la Agrupación de Cofradías de Semana Santa. De hecho, la hermandad de la Salutación se encargó de la carroza de la Natividad, el Huerto de la que llevaba a los pastores y el Monte Calvario, la de los ángeles.

En total, 14 carrozas compusieron el cortejo, las tres reales y 11 de acompañamiento. Este año, se sumó una nueva carroza, la de la Fundación Andrés Olivares, que abre el desfile junto a los patinadores de Maristas. Las tres bandas de cornetas y tambores que acompañaron a Melchor, Gaspar y Baltasar fueron las de Bomberos, Paso y Esperanza y Fusionadas, que interpretaron distintas piezas de un repertorio muy navideño.

La cabalgata se ordenó en tres bloques: fantasía, Natividad y Cortejo Real. En total, se repartieron 12.000 kilos de caramelos sin gluten, lo que supone alrededor de cuatro millones de piezas. La primera carroza, la del Rey León, repartió 400 kilos de caramelos sin gluten. En total, hubo más de 20 pasacalles y grupos de música muy variados, que hicieron las delicias de los más pequeños de la casa. Alguno, de hecho, lloró al ver el espectáculo de luz y música, pero la mayoría disfrutó mucho y miraban asombrados a sus héroes.

La ilusión y los aplausos, claro está, se desbordaron con las carrozas de los Tres Reyes Magos de Oriente, que no pararon de saludar y sonreír a lo largo de todo el recorrido. Algún pequeño, y sus padres, se llevó un caramelazo más fuerte de la cuenta, pero las ganas de divertirse y pasarlo bien no decayeron en toda la tarde. Hubo algún comentario sobre la posibilidad de que lloviera, pero la tarde, sólo un poco desapacible, despejó la incógnita, ya que el agua se esperaba desde las 00.00 horas de hoy y, con más virulencia, a partir de las cuatro de la madrugada. Eso sí, hizo algo de viento, no tan fuerte como se preveía, y una pizca de frío, pero nada que no pudieran soportar los miles de niños y niñas malagueños que aguardaban con ilusión el paso de Sus Majestades por las calles de su ciudad. Por supuesto, al ser preguntados, todos decían haber sido muy buenos a lo largo de todo el año, aunque ese comportamiento había sido aún mejor, qué casualidad, en las semanas previas a la Navidad, lo que sin duda habrán premiado esta noche Melchor, Gaspar y Baltasar en una dura jornada de trabajo en la que han contado con toda la ayuda que les han podido ofrecer los pajes reales y los miembros de la guardia.

En total, 1.600 personas participaron en el cortejo, ello sin contar con los efectivos de la Policía Local, Bomberos y Protección Civil que velaron por que nada ocurriera a lo largo de todo el recorrido de la cabalgata, cuyas bateas, por cierto, contaron con fuertes medidas de seguridad para evitar desgracias como la acaecida en 2013.