La festividad del Corpus Christi es una de las denominadas fiestas movibles. Se celebra el jueves sexagésimo día después del Domingo de Pascua de Resurrección. Cada año, pues, la fiesta se celebra un día diferente, siempre en el mes de junio.

Hace unos cincuenta años, al redactar noticias sobre Málaga y provincia, me encontré con una nota que más o menos decía que el 29 de junio se iba a celebrar el Corpus de Arriate. Me llamó la atención porque la fiesta del Corpus Christi ya había pasado.

Como el oficio del periodista es preguntar (hoy, increíble, hay ruedas de prensa en las que no se puede preguntar), pues pregunté. Pregunté al párroco de Arriate al que llamé por teléfono para que me informara o sacara de dudas. El sacerdote, muy amable, me aclaró el origen y el porqué del Corpus de Arriate.

En el mes de junio, la celebración de la fiesta coincidía con la siega; los hombres, a primeras horas de la mañana, se iban al campo portando la comida y bebida -grandes botijos- para pasar la jornada (de sol a sol) en el tajo. Cuando retornaban, la tarde había caído y la procesión del Santísimo ya se había producido. Otros braceros se desplazaban a la provincia de Sevilla donde pasaban todo el periodo de la siega pernoctando en chambaos o rudimentarios alojamientos. Resumiendo: los arriateños varones no podían participar en la ceremonia.

Según me relató el párroco, un papa, creo que Clemente XIII o XIV, hacia el año mil setecientos sesenta y tantos, concedió el privilegio de celebrar la Fiesta del Corpus el 29 de junio, el día de san Pedro.

Desde entonces, hasta el año 1970 por lo menos, Arriate celebraba la fiesta del Corpus dos veces, la primera en el jueves que correspondía según el calendario católico y que las mujeres y viejos participaban en la salida del Santísimo Sacramento, y el día 29 de junio una nueva celebración en la que participaban los hombres que habían regresado de la siega.

Como a mí siempre me ha gustado comprobar los hechos, el 29 de junio de aquel año, con mi mujer y los tres niños que tenía entonces, me trasladé en el SEAT 850 que conducía en esa época, y me planté en Arriate para conocer in situ el llamado Corpus de Arriate. Asistí a la procesión que salió de la iglesia parroquial a los sones del Himno Nacional a cargo de la pequeña banda municipal y viví la jornada como un arriateño más.

Antes de terminar esta rúbrica, cumpliendo con mi costumbre, llamé por teléfono al Ayuntamiento de Arriate para comprobar si en 2017 se respetó o no el singular privilegio del papa Clemente XIII o XIV. Me confirmó que la tradición se sigue cumpliendo. Así, pues, el 29 de junio de 2018, si no surge un problema irresoluble, Arriate volverá a vivir dos veces la celebración de la festividad del Corpus.El pueblecillo

Cariñosamente los antequeranos, al referirse al núcleo, lugar, aldea€ de Villanueva de la Concepción, han recurrido al diminutivo de pueblo: pueblecillo. Hace unos años, tras una larga lucha para desligarse de Antequera y convertirse en pueblo con Ayuntamiento propio, logró su propósito, lo mismo que ha sucedido con Montejaque en la Serranía de Ronda, Torremolinos que se segregó de Málaga y tratan de convertirse en municipios San Pedro de Alcántara, Torre del Mar...y quizás algún núcleo o barriada más. El 17 de marzo de 2007 pasó a ser el pueblo 101 de la provincia de Málaga. El último censo, que data de 2015, arrojaba un total de 3.341 habitantes.

En ese afán de trasladarme a los puntos donde se realizaban actividades más o menos festivas con reclamaciones, pancartas, mítines en la plaza de la Constitución, sueldos dignos, representaciones de los sindicatos más conocidos €, un año, ante la celebración del Primero de Mayo, Fiesta del Trabajo, le pedí al director Radio Nacional, a la sazón Juan Antonio Rando, que me permitiera trasladarme a Villanueva de la Concepción para contar cómo el pueblecillo que llevaba años luchando por la segregación iba a desarrollar un apretado programa de actividades. En lugar de contar cómo se celebraba el Primero de Mayo en la capital, algo que iban a contar todos mi colegas de otros medios de comunicación, me fui al pueblecillo.

Tras circular por carreteras nada recomendables, a primeras horas del día Primero de Mayo -valga la redundancia- arribé a Villanueva de la Concepción con una copia del programa anunciado y un magnetofón para vivir la jornada.

Cuando me presenté en la plaza, la banda de música ya había cumplido el primer número del programa con el tradicional pasacalles, y se estaba disputando la carrera pedestre en la que tomaban parte unos veinte vecinos que llegaron a la meta tras sudar la camiseta.

Mi presencia y las varias entrevistas que hice a los miembros de la organización despertó cierta expectación. Ninguno de aquellos hombres salían de su asombro. Que un periodista hubiera elegido un lugar que ni era pueblo todavía para contar la celebración del Primero de Mayo era algo excepcional. Presencié algunos de los actos programados -con competición hípica incluida- y horas después retorné a la capital. Quizás algún superviviente de aquella jornada lo recuerde. Yo no he vuelto más al pueblecillo, hoy Villanueva de la Concepción, desde que se le concedió la independencia. El número de habitantes, que entonces rondaba el millar, hoy se acerca a los tres mil quinientos.

Huevos en pebetero

En otra ocasión, y también relacionado con las fiestas de un pueblo, hice el propósito de desplazarme a Periana, donde una vez al año -el día de San Isidro Labrador, 15 de mayo- los habitantes del pueblo festejan al patrón del campo arrojando al santo durante la procesión desde las ventanas granos de trigo en cantidades muy estimables. Hablan de 40.000 kilos. Recogido el trigo, una vez que el santo ha seguido su marcha por las vía principales, los vecinos proceden a la venta del grano.

Total, que no fui a Periana por miedo a ser entrigado como los habitantes de Buñol con su famosa tomatina, pero a diferencia del tomate -miles de quilos acaban en el alcantarillado- el trigo de Periana no se pierde. Esa razón, que el trigo me envolviera, y por lo que leí en el programa de fiestas, me aconsejaron no ir a Periana en esa ocasión.

Uno de los eventos que se anunciaba, copio literalmente, era «huevos en pebetero». Por si acaso opté por la ausencia. Pero acudo de vez en cuando al pueblo y a la aldea de Mondrón para comprar melocotones en la corría del melocotón en el primero, y aceite de oliva en la segunda.

Antes de elegir lugares de la provincia sopeso las costumbres para ir o no ir para vivir el jolgorio del vecindario.

Recuerdo que cuando llegó un nuevo párroco a Tolox, pidió encarecidamente a los organizadores que se suspendiera la cohetá o cojetá, que se produce cuando la procesión de San Roque, patrón del pueblo, llega a la plaza principal. La cohetería consiste en el lanzamiento de cohetes por doquier para dar la bienvenida al santo.

Los organizadores escucharon al nuevo párroco y le prometieron prudencia al año siguiente, que no se alarmara. Solo serán cuatro cohetes de nada, padre -le dijeron-, porque la costumbre se remonta a no sé cuántos años. Llegó el día de San Roque€ y ¡hala!, empezó la cojetá a todo trapo, más cohetes de nunca.

Esta anécdota me la contó el jefe de la discoteca de Radio Nacional en Málaga, José María Guadamuro, que era asiduo visitante de Tolox para que su mujer tomara las famosas aguas curativas que hoy siguen tomando muchos malagueños en la temporada estival para mejorar su salud en materia de asma y otros problemas relacionados con la respiración. El actual párroco no sé si es el que quiso acabar con la cojetá u otro. Pero la cohetería se mantiene.