­El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, visitó ayer, acompañado de los ediles Gemma del Corral y Francisco Pomares, el yacimiento fenicio del Cerro del Villar, en el que ahora se están realizando trabajos arqueológicos previos a la creación del futuro parque.

Así, se están llevando a cabo pruebas geomagnéticas en una extensión de 40.000 metros cuadrados y, en algunos sectores, para mayor precisión, se han realizado pruebas con georradar. Antes, se desbrozó la vegetación. Ahora, se está en fase de tratamiento digital de los datos geomagnéticos obtenidos y reuniendo los datos preliminares, que habrá que cribar.

El Ayuntamiento ha creado un equipo técnico, de forma que junto a los arqueólogos municipales se ha contratado al director del Instituto Andaluz de Geofísica, José Suárez Padilla, para que redacte el anteproyecto de viabilidad de la creación de un parque arqueológico en el yacimiento. También se solicitó la colaboración a diversas administraciones, de forma que han designado interlocutores la Junta, la Diputación y la UMA.

Para que este trabajo ofrezca propuestas ajustadas, se hacía imprescindible el conocimiento del estado actual del yacimiento y su delimitación. Sólo ha sido excavado parcialmente. Así, se ha optado por realizar una actividad arqueológica consistente en la obtención de datos del subsuelo por métodos geofísicos con magnetómetro y georradar. De esta labor se han encargado la Universidad de Granada y Alcaparain SL.

También se pidió a la Junta autorización para los trabajos. Suárez es asesorado técnicamente por María Eugenia Aubet Semler, directora de las anteriores excavaciones en Cerro del Villar.

Este es considerado uno de los yacimientos fenicios más importantes del Mediterráneo occidental por sus dimensiones, estado de conservación y cronología, que abarca desde el siglo VIII al IV A. C. Desde este asentamiento, se gestaría la creación de la propia ciudad de Málaga. El poblado se ubicó sobre una antigua isla en pleno estuario del Guadalhorce, con una extensión de 10 hectáreas.

En 1998, fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC), incoado por resolución de 14 de mayo de 1996 y aprobado por decreto 108/1998. Está inscrito en el número 19 en el Catálogo de Protección Arqueológica del vigente PGOU.