Málaga es como una gran barra de bar y una guerra con olor a lúpulo se está librando por el control del territorio. La inauguración de La Fábrica de Cruzcampo en el Soho es el último movimiento sobre un tablero que está claramente definido. Un campo de batalla que va de consumos elevados y altas cuotas de rentabilidad. La provincia, símbolo del turismo, receptora de millones de viajeros, es una pieza apetitosa para las grandes cerveceras y el intento de tomar la ventaja se produce en varios frentes. Cuando las multinacionales se adentran en el juego, la puesta en escena cobra especial relevancia y deja entrever una lucha que se disputan en Málaga, fundamentalmente, tres fabricantes: Mahou San Miguel, Damm (Victoria) y Heineken (Cruzcampo).

De la cerveza como elemento cultural y transversal se ha escrito tanto en los últimos años, que el fenómeno amenaza con devorar a un producto que no hace tanto era una bebida que representaba la musa de la sencillez. Algo genuino que está en la propia historia y se remonta a la antigua Mesopotamia, cuando los primeros hombres empezaron a fermentar el cereal que cultivaban y obtenían un brebaje espumoso que atesoraba efectos embriagadores. ¿Qué tienen que ver estos ancestrales experimentos primitivos con Málaga? Nada y todo a la vez. Sólo hay que recorrer las calles de la capital y de la provincia para darse cuenta que la cerveza forma parte del paisaje como la arena del mar o la sal gorda del espeto.

Hay callejones en la capital donde apenas hay otra cosa que bares. Las mesas de las terrazas que tanto maldicen algunos lugareños forman parte de la estética del Centro Histórico, y en ellas lucen los diferentes logos de las marcas que están implantadas en la provincia. Una recopilación que entronca con el inicio de esta página y explica el empeño de las grandes cerveceras para buscar y crear elementos diferenciadores con respecto a sus competidores. Los publicistas y los departamentos de marketing no perdonan y en su ejercicio de encontrar un valor añadido lo mismo convierten en embajadores a los integrantes del último grupo de música de moda o salen al mercado con una cerveza con sabor a cereza. El haber dotado al producto de estilo es la primera parte de una guerra que se está librando de lleno en la provincia de Málaga.

El otro frente se desarrolla en un ambiente que padece de cualquier glamour, y que va de una lucha, muchas veces tremebunda, entre comerciales y duras negociaciones con los propietarios de los establecimientos. Un amplio muestrario que va desde pujas con las cerveceras como salvavidas hasta el abrazo del oso que se manifiesta a través de una letra pequeña asfixiante. El retrato de una partida de poker en la que nadie quiere darle al rival la más mínima información sobre la mano que lleva. Este periódico le ha solicitado información sobre ventas y cuotas de mercado a las tres cerveceras en cuestión, pero el silencio es la respuesta que predomina y los números se guardan como el Santo Grial. Todos coinciden, eso sí, al señalar a Málaga como una «plaza muy apetecible». Para hacerse una idea del enorme tamaño del pastel que hay en juego, no cabe otra que recurrir a los últimos datos que publica Cerveceros de España, la patronal del sector. El último informe anual facilitado que existe corresponde al 2016 y detalla unas cifras vertiginosas. El consumo en España superó, por primera vez, los 38 millones hectolitros y la cerveza aportó a la economía española unos 7.000 millones de euros.

Como dato de especial relevancia, hay que resaltar que el 64 por ciento del consumo corresponde a la hostelería. O dicho de otra manera, al español le gusta la cerveza, y donde más le gusta es en los bares. Andalucía aparece como la comunidad autónoma con el consumo más elevado en la clasificación nacional.

Guillermo Rubert es el director regional de Hostelería de San Miguel para Málaga y no duda en señalar a la provincia como una de las «más importantes a nivel nacional», tanto por volumen como por imagen.

El consumo en toda la provincia puede llegar los 15 millones de litros al año. Rubert es el único que se atreve a levantar algo las cartas y da cifras sobre el volumen que maneja San Miguel en Málaga capital: «Estamos vendiendo unos cinco millones de litros al año y somos el líder indiscutible del mercado».

La historia de la marca, asegura Rubert, es muy importante y subraya el factor sentimental. «La cerveza es algo muy regional y manda mucho el histórico que tienes», resalta, además, que el contar con un centro de producción en la ciudad resulta clave. Preguntado por la competencia con otras cerveceras en Málaga, admite que es «feroz», aunque apostilla que es «bueno que sea así y nosotros la vivimos desde nuestro liderazgo».

La irrupción más sonada en Málaga fue la de Damm, con una clara apuesta por recuperar a Victoria como marca local. Una aspiración que se culminó el año pasado con la inauguración de la nueva fábrica. Sergio Ragel, responsable de Cerveza Victoria en Málaga, confirma que las nuevas instalaciones simbolizan una «apuesta agresiva» por irrumpir en un mercado que, según él, estaba «adormecido» por la falta de competencia. La fábrica, asegura, es un paso de gigantes y le ha dado a la marca alas para afrontar cualquier negociación.

La ecuación más importante, en el fondo, es muy sencilla. A más negocios de hostelería bajo tu paraguas, más beneficios. «De hace cuatro años hasta ahora, hemos pasado de no estar a ser una primera opción para cualquiera que decida abrir un bar», manifiesta. Ragel señala que su marca ha movido el avispero y no rehuye de la competencia. Su homólogo en San Miguel asegura que todos los movimientos de la competencia se supervisan, pero sin alarmismo: «No estamos preocupados, pero sí ocupados». «Lo que suele ocurrir cuando entra un competidor fuerte a desarrollar el mercado, lo acaba pagando otro más pequeño», resume que en Málaga este podría ser el caso, por ejemplo, de Estrella Galicia.

Era el momento perfecto para un proyecto como La Fábrica en el Soho asegura Borja Manso. Es el director de márketing de Cruzcampo y le pagan por pensar gran parte del día en cerveza y ha constatado un cambio en el consumidor en los últimos años. «La gente tiene mucho interés por probar nuevas cervezas y por experimentar». ¿Por qué Málaga? «Porque podemos», dice Manso. Y para ganar dinero: «Estamos presentes en 5.000 bares, abarcamos el 20 por ciento en Málaga y somos líderes».

La guerra tiene cosas así. Dos rivales que se enfrentan y cada uno cree que va ganando.Fábrica de Cerveza Victoria

Fábrica de Cerveza Victoria

El renacer de una marca de Málaga

Una historia que comenzó a escribirse en blanco y negro, y que regresó el pasado 7 de septiembre de 2017, cuando la marca inauguró su nueva fábrica en la avenida de Velázquez. Una nave de más de 3.000 metros cuadrados, resultado de una inversión de que ascendió a los seis millones de euros. La fábrica, aseguran los responsables en Málaga, ha servido de impulso definitivo para afrontar la reconquista de cuotas de mercado. Fábrica de San Miguel en Málaga

Cincuenta años sirviendo a la provincia

La gran arma de San Miguel en Málaga está en su historia. Un auténtico centro de producción que abastece a todo el país y que se levantó en Málaga en 1966. El grupo Mahou San Miguel es el líder en España y también tiene la mayor cuota de mercado de la provincia. A lo largo de dos décadas, la fábrica se ha podido trabajar una cartera de clientes que elevan el consumo de San Miguel en Málaga y ahora mismo distribuye cinco millones de litros al año.La factoría de Cruz Campo

Siete diferentes tipos de cerveza al alcance de tu mano

El nuevo establecimiento cuenta con una superficie total de 1.100 metros cuadrados. De ellos, 800 estarán dedicados al espacio hostelero y 300 metros a la fábrica cervecera, con capacidad de producción de 950 hl anuales. Alojará una zona de molienda y cocimiento, siete tanques de fermentación vertical, uno de fermentación abierta y diez tanques de guarda.