Que exista una relación estrecha entre el tutor y los padres de los escolares es fundamental para mejorar el clima de convivencia en los centros y reducir los episodios de violencia, sobre todo aquellos que puedan existir entre padres y profesores. Y también para detectar a tiempo estos posibles casos. ¿Cómo darse cuenta de que un alumno puede estar sufriendo acoso escolar si guarda silencio? ¿Cómo se manifiesta? Existen numerosas conductas indicadoras de victimización que pueden ser advertidas por todas las personas que están en contacto con los menores, sobre todo por las familias.

Conductas de ansiedad y trastornos emocionales o afectivos, por ejemplo. También se pueden presentar conductas problemáticas fuera de lo habitual o comportamientos agresivos con los miembros de la familia. Hasta llegar a ignorar los derechos de los demás.

Cuando surge un caso de acoso o conflictividad se trata de solucionar en primera instancia en el propio centro a través del equipo directivo y los recursos de los que disponen. Sin embargo, hay casos en los que no se logra. Lo ideal sería que las familias identificasen pronto estas situaciones de violencia, antes de que se consoliden como acoso tanto en las víctimas, en quienes agreden y en quienes lo observan.

Sin embargo, la realidad es que los casos se detectan cuando el proceso de acoso está ya muy avanzado. «La vivencia de las familias entonces puede ser un elemento más de tensión que incremente la violencia (especialmente cuando se pone en funcionamiento la culpabilización), o por el contrario un punto de toma de consciencia y de vuelta a una situación de protección para todas las partes implicada», señala el estudio de Injuve. Por todo esto, los padres y las madres, y los adultos de la familia en general, pueden seguir ciertas pautas para la recuperación del equilibrio.

En Andalucía, el acoso se trabaja de una manera integral y transversal a todas las asignaturas, con los alumnos y desarrollando las habilidades sociales: empatía, asertividad, escucha activa, inteligencia emocional, la resolución dialogada de conflictos o la educación en valores. Cada colegio o instituto lo lleva a cabo de manera particular y lo adecúa a sus características.

Además existe la Red Escuela Espacio de Paz y otras estrategias para la resolución de conflictos como aulas de convivencia, tutorías compartidas o la figura del alumno ayudante, que se encarga de mediar entre iguales.

Pero la familia es clave, ya que suele descubrir estos problemas cuando se produce una situación extrema que revela que el proceso llevaba ya cierto tiempo, y que el nivel de ocultación ante los adultos se había mantenido durante un periodo prolongado. Hay que evitar la culpabilización y trabajar desde la responsabilidad.

El niño también tiene que aprender a pedir ayuda a buscar un referente de protección y seguridad cercano. Así que la prevención también es fundamental. Hay que enseñarles a no callarse.