Han pasado ya 27 años desde que un grupo de empresarios malagueños del sector de la moda infantil se lanzara a fundar una nueva empresa que, además de fabricar su propio diseño de ropa, introducía como novedad la comercialización directa de sus productos con una red propia de tiendas y un sistema franquiciador pionero en este segmento. Las antiguas instalaciones del polígono de Santa Teresa dieron paso en 2005 a una gigantesca planta de más de 28.000 metros cuadrados situada en el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA), en Campanillas, por la que pasan cada año millones de prendas que son automáticamente clasificadas, etiquetadas y embaladas con destino a las más de 220 tiendas que el grupo tiene actualmente operativas en distintos países. Charanga ha vivido durante su trayectoria etapas de negocio boyante y otras más dificultosas (en 2013 tuvo que afrontar un concurso de acreedores que, eso sí, superó en menos de un año) pero el futuro actual es ciertamente halagüeño.

La compañía está inmersa actualmente en un plan de expansión internacional con el que ha accedido en los últimos años con tiendas a mercados como Emiratos Árabes, Arabia Saudí o Italia, que complementan así su habitual negocio en España y Portugal, y vende también on line en Francia, Alemania y Reino Unido. La firma ha abierto 30 nuevas tiendas en todos sus mercados en 2017 (10 de ellas propias y 20 franquiciadas) e inaugurará otras 20 este año, lo que la situará ya con alrededor de 250, según explica a este periódico el director de Expansión de Charanga, Luciano Faga. Más del 80% del negocio y de las tiendas de la firma se concentra aún en España y el resto es internacional, aunque la previsión es que la diversificación de mercados (se seguirá apostando por Oriente Medio y se buscarán además algunos nuevos destinos) haga que este parámetro tienda a un mayor equilibrio. En la provincia de Málaga, por cierto, Charanga tiene 20 tiendas.

«Cada mes estamos abriendo del orden de dos a tres nuevas tiendas. Estamos basando el plan de expansión en acuerdos con grupos del segmento retail de cada país que nos ayuden a desarrollar la marca. En Emiratos Árabes, por ejemplo, la idea es poder abrir unas 50 tiendas, de las que ya llevamos unas 15. En Italia ya hemos abierto cuatro en pocos meses. Son grupos que se dedican a la distribución y de gran dimensión, con solvencia y experiencia en el mundo textil», comenta. Si se suman todas las personas que trabajan en los establecimientos, el empleo generado por la compañía malagueña alcanza las 500 personas.

El crecimiento en tiendas de Charanga en estos últimos ejercicios ha ido parejo al de la facturación del grupo. El pasado año las ventas aumentaron un 16% y se superaron los 35 millones de euros brutos, nuevo récord del grupo . La previsión para este 2018 es superar los 40 millones, lo que supondría otra subida del 12%.

Una enorme central

La factoría del PTA cuenta con casi un centenar de trabajadores entre personal de diseño, responsables de compra, escaparatistas, almacenistas, empleados logísticos e incluso carpinteros. Y es que hay hasta un departamento que se encarga de retocar los muebles de diseño corporativo (armarios y estanterías) que luego son enviados a las tiendas para colocar y exhibir la ropa. También se dispone de un servicio de imprenta para fabricar los carteles con las periódicas campañas de promociones y descuentos, que son enviados a todas las tiendas (traducidas a su idioma en el caso de estar en el extranjero). «Nuestra filosofía es ser autosuficientes al máximo», señala Faga que destaca, por ejemplo, que las diseñadoras viajan a todas las ferias internacionales del sector para conocer las distintas tendencias y, ahora mismo, están elaborando la colección del próximo invierno. «La de este próximo verano está ya lista e incluso enviada a las tiendas para que la guarden», comenta.

La elaboración de las prendas de Charanga se realiza fuera de España, concretamente cargo de fabricantes de países como Turquía, China o Marruecos, siguiendo la tónica del sector textil a nivel mundial. «Aquí ya no se fabrica nada, hace veinte años sí había talleres que nos hacían cosas, pero ya no. No tenía sentido. Con la supresión de aranceles, el mercado se ha abierto y nosotros nos hemos centrado en el diseño de moda y en la distribución de la ropa. El material nos llega por barco o por avión y desde aquí lo clasificamos, etiquetamos y enviamos a cada tienda según sus necesidades. La ropa llega y sale de la central prácticamente en el mismo día», explica Faga. De hecho, el desembarco en las instalaciones del PTA, que supuso una inversión de 20 millones de euros, incluyó una fuerte desembolso tecnológico con la compra de enormes máquinas de procesado para desarrollar estas tareas de forma automatizada.

La mayor parte de la facturación corresponde a la propia marca Charanga aunque también es significativa la contribución del sello Top Top, que ya cuenta con 50 tiendas y que ofrece una gama de precios más asequible (ninguna prenda pasa de los 19,90 euros). «Lanzamos esta marca porque la gente, con la crisis, buscaba sobre todo el tema del precio. Son modelos de la misma calidad, pero más básicos en los acabados, lo que nos permite contener mucho los márgenes», detalla.

El grupo también cuenta, por un lado, con establecimientos tipo outlet (con género rebajado de la temporada anterior) y, por otro, con 40 corners situados en establecimientos de El Corte Inglés, una iniciativa de la que están especialmente satisfechos y que contribuye a darle más notoriedad y visibilidad a la marca.

Sistema de franquicias

El 60% de las tiendas del grupo son propias y el otro 40% está en manos de franquiciados. La idea es apostar cada vez más por el sistema de franquicias ya que, según apunta, ofrecen un mejor funcionamiento del negocio. Poner en marcha una tienda de Charanga suele requerir una inversión total de entre 40.000 y 50.000 euros. El franquiciado afronta, entre otros aspectos, un canon de entrada de 5.000 euros y recibe el suministro continuo de la ropa en depósito, llevándose un 40% de las ventas. Las aperturas se realizan en municipios o enclaves con una población mínima de entre 20.000 y 25.000 habitantes.

En cualquier caso, Charanga mide mucho cada paso que da en su crecimiento, y más después de la experiencia de superar en 2013 un proceso concursal. «Entre 2010 y 2012 las ventas bajaron por la crisis, por eso vino el concurso de acreedores. Lo superamos rápido a base de mucho trabajo, renegociamos con los proveedores y todo sin que hubiera que acudir a ninguna empresa de capital riesgo. Eso fue clave. Charanga está en manos de gente profesional del sector», comenta. Desde entonces, se mide todavía más cada paso de futuro. «Cada apertura de tienda nos la pensamos mucho, lo medimos absolutamente todo (riesgos, alquiler, etc) y no nos metemos si hay un mínimo de duda», dice. El proceso de selección de los franquiciados para tiendas individuales es exhaustivo y parte de la base de que la persona debe trabajar en la tienda, y no limitarse a ser un inversor. «Buscamos personas con un perfil y con argumentos, no tanto con experiencia porque nosotros nos encargamos de darle la formación adecuada. Lo que sí requerimos es que la persona trabaje en el establecimiento, porque así tiene más implicación y el riesgo es menor. A los que quieren ser sólo inversores les decimos que no», explica.

Recreación de tiendas

Un modelo que se exporta fielmente a todos los países

La central de Charanga tiene desplegadas recreaciones de sus tiendas para que todos los empleados y franquiciados de la compañía puedan analizarlas in situ durante su periodo de formación. Se incluye instalaciones de la tienda clásica, de un comercio outlet y de la marca Top Top.

Sala de diseño y patronaje

Trabajo con un año de antelación

Las diseñadoras de Charanga viajan constantemente a la distintas ferias internacionales para conocer todas las tendencias y desarrollar su trabajo. Actualmente trabajan ya en la próxima temporada de invierno. La de verano de este 2018 está ya confeccionada, enviada y almacenada en las tiendas.

La planta del PTA tiene más de 28.000 metros cuadrados

Una factoría automatizada y con un trasiego continuo de mercancías

La factoría está completamente automatizada. Grandes máquinas de procesado se encargan de etiquetar, envolver y empaquetar las prendas, que se envían a las tiendas conforme a las necesidades de cada una. El trasiego de mercancías por la central, que procesa millones de prendas al año, es continuo.