El pasado 26 de enero, en el restaurado refectorio (comedor) de los carmelitas del Convento de San Andrés, en El Perchel, Esteban Alcántara, presidente de la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831, recordó las palabras que en ese mismo sitio, la noche del 10 al 11 de diciembre de 1831, pronunció el exministro liberal Francisco Fernández Golfín, horas antes de ser fusilado junto al resto de los hombres de José María Torrijos en las playas del Bulto: «Les dijo a sus compañeros que no lloraran, porque en el suelo que pisaban, algún día se levantaría un monumento a la libertad».

Como recuerda este discreto y afable investigador, el obelisco de la plaza de la Merced, que rememora la fallida revuelta de José María Torrijos contra la tiranía de Fernando VII, «estuvo a punto de colocarse junto al Perchel, pero al final, por la cercanía del arroyo del Cuarto y la blandura del terreno, se descartó».

En el lugar del fusilamiento, pocos años después, descansaba una cruz de mármol del desamortizado convento carmelita, que en 1868 se sustituyó -ya no en el sitio exacto de los asesinatos- por una cruz de hierro que hoy se encuentra en una glorieta frente a la Gerencia de Urbanismo.

Con la finalización de la primera fase de restauración del convento, El Perchel gana un monumento histórico-artístico que en los últimos años del siglo pasado estuvo a punto de ser demolido por su estado ruinoso.

Ahora, con esta primera restauración, además del antiguo molino conventual se ha recuperado el refectorio, en el que Torrijos y sus hombres pasaron su última noche y se confesaron. Algo muy emocionante para quien, con toda seguridad, es el malagueño que más sabe de la figura del general Torrijos y de su estancia en Málaga, por eso, superados los años de denuncia y reivindicación, ahora es el turno de dar las gracias: «Quiero mostrar mi total agradecimiento al equipo de gobierno y al alcalde, Francisco de la Torre, porque no es fácil ni mucho menos recuperar el patrimonio histórico. Además, creo que si no se hubiera recuperado ahora el convento, se hubiera perdido».

Un refectorio con talleres

A la espera de la restauración del claustro y otras dependencias en la segunda fase, Esteban Alcántara recuerda que, en los años 70, la mayoría de los malagueños desconocía el lugar exacto en el que los hombres de Torrijos pasaron sus últimas horas de vida. «Delante estaba el mesón Torrijos, un grill argentino con una serie de cuadritos y recortes de prensa sobre Torrijos, por eso muchos pensaban que había sido ahí».

Si no se conocía el refectorio, cuenta, era porque una propiedad privada lo había alquilado y una serie de talleres, «con los tejados de uralita cayendo sobre el techo del refectorio, lo tapaban por completo, así que desde la calle no lo veías ni en broma».

No fue hasta mediados de los 90 que, tras intentar contactar con la propiedad, en vano, Esteban Alcántara pudo entrar en el refectorio junto con otra persona interesada en Torrijos. «Entramos por los talleres, al llegar al segundo taller nos dieron cita y nos dijeron que volviéramos en una semana, cuando viniera el jefe».

Una semana más tarde, en pleno invierno, el jefe del taller les metió «por un boquete, levantamos unas uralitas y nos chorramos un poco, aunque no había un gran desnivel, pero sí metro y medio de escombros».

Cuando levantaron las linternas, pudieron apreciar la bóveda de cañón del refectorio. «Fue un momento impresionante, para mí, inolvidable. Era un sitio abandonado en el que las ratas saltaban de un sitio a otro», recuerda.

Los esfuerzos de Esteban Alcántara y otros apasionados por la Historia de Málaga fueron dando sus frutos. El investigador publicó dos detallados libros sobre el general (Del Charcón a la Alquería: un camino para Torrijos y Réquiem por Torrijos) y en 2002 nacía la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831.

Dos años más tarde se produjo la primera reunión con el Ayuntamiento de Málaga para tratar de recuperar este monumento del Perchel.

Poco después, en 2006, los defensores del patrimonio sufrieron un nuevo revés, por la destrucción durante unas obras de cerca de un 30 por ciento del comedor de los carmelitas.

Doce años más tarde, el panorama ha cambiado de forma radical. El refectorio y el molino están en perfecto estado de revista y el presidente de Torrijos 1831 quiere también reconocer el buen trabajo de las arqueólogas.

Un trabajo, precisa, que ha permitido, por ejemplo, descubrir en el comedor o refectorio «los boquetes de los bancos de los carmelitas, así que ya sabemos que durante esa noche de 1831 los prisioneros estuvieron con su espalda pegada a la pared porque no había otros bancos para sentarse».

Justo entre el molino y el edificio del refectorio, los trabajos han permitido descubrir «la fuente donde se recibía el agua por parte de los carmelitas». Para el investigador malagueño, «es doloroso saber que la fuente estaba tan cerca porque Torrijos estuvo pidiendo agua toda la noche, no se la dieron y estuvo escuchando el chorro de la fuente».

Esteban Alcántara detalla que el general Torrijos llegó unas dos horas antes que sus compañeros, fue introducido en el convento por la puerta principal, tuvo que atravesar el claustro en diagonal y fue confinado en el refectorio por una puerta cuyo vano se conserva todavía. Luego vendría el resto de prisioneros.

Centro de Interpretación

El investigador malagueño explica que, en este mismo año y ya con el refectorio restaurado, se pondrá en marcha el centro de interpretación sobre Torrijos y sus hombres. «La asociación va a colaborar con parte de sus bienes, la otra parte la pondrá el Ayuntamiento y también colaboraremos físicamente en la organización de visitas.

El propósito es recibir a particulares y colectivos y exponer toda la biografía del héroe liberal. «Habrá cuadros, maquetas, uniformidades de los soldados que intervinieron en la captura de Torrijos, bustos, documentación... es un proyecto que aguardamos con muchísima ilusión, para que la ciudad lo considere un lugar de respeto a las libertades y tolerancia, y colaboraremos con nuestro esfuerzo en la medida en que podamos».

A este respecto, la asociación, de carácter altruista y que no recibirá nada por este trabajo, señala que acogerá en depósito las obras de artistas que guarden relación con la aventura liberal del general madrileño.

La asociación también aprovechará el espacio para actividades culturales, en la medida de lo posible, vinculadas con la defensa de las libertades.

El invierno de hace más de veinte años, cuando el historiador malagueño se topó con el refectorio en ruinas del convento carmelita quedó atrás. Ya asoma la primavera de Torrijos.