«El día del inicio del curso escolar había aquí ocho niños esperando el autobús. Me llamaron los padres porque habían tirado animales muertos: gallinas, conejos... Aquí es donde los recogen para el colegio», explica el concejal socialista Sergio Brenes.

El edil se encuentra en un descampado que bien podría ser una atracción turística, por la cercanía del Cerro Lanza, por la presencia del río Campanillas y por la proximidad del término de Almogía, pero este punto de la Carretera de la Fresneda era, la semana pasada, un negociado del vertedero de Los Ruices. «Y lo han limpiado hace poco, esto no está como antes, así que imagina como estaba», advierte, al tiempo que recuerda que, en enero, en este mismo descampado «podría haber veinte torres de ordenador tiradas de cualquier empresa que había renovado los equipos informáticos y acabaron aquí».

Andrés Ruiz, vecino del Cortijo del Conde, un diseminado que no cuenta con servicio de recogida de basuras y debe depositarla en contenedores de la Carretera de la Fresneda, reitera lo que comenta el concejal: «Esto es el panorama habitual, y a veces peor, lo que pasa es que hoy hay alguna limpieza».

A su lado está Carmela Fernández, presidenta de la asociación de vecinos de Campanillas, que trata de no pisar la riada de botellas, plásticos y residuos, mientras se abre paso hasta la zona de descanso en la que la basura comparte espacio con las mesas de madera y las barbacoas.

«Esto es el área recreativa, ¿no? Para mí esto es una aberración, es inhumano. No hay ser humano que aguante una dejadez tan grande. Vivimos en el campo pero no hay derecho a vivir entre la porquería y la suciedad», lamenta. La presidenta señala un par de contenedores llenos hasta los topes, junto a la carretera, y llama la atención sobre el hecho de que en este descampado hay una parada de la línea 28, además de ser parada escolar de los niños de la zona.

«Aquí tiran de todo, hasta perros muertos», cuenta Loli Corbacho, una vecina que suele pasear por la zona, mientras su marido, Pedro Álvarez, sentencia: «Es asqueroso».

¿Cuál es la solución?, para la asociación de vecinos, el Ayuntamiento tiene que cambiar el sistema de limpieza y acabar con el estercolero.

En la misma línea, Sergio Brenes aboga «por mejorar el sistema de recogida» y resalta que los contenedores colocados en esta zona «se llenan rápidamente porque hay muchísima población y entonces, cuando se desborda dejan la basura tirada en el suelo, aparte de que al ser una zona aislada hay muchos residuos de obra».

Para el concejal socialista, la solución estriba en volver a colocar «las cubas de residuos, los grandes contenedores que había a la entrada de los carriles de los diseminados, y que Limasa eliminó en 2006, entiendo que por una cuestión económica o de comodidad y ahora lo que tiene en todo el trazado de la carretera son vertederos incontrolados».